¿Quién es el enemigo de los autores de la guerra económica?

Lo que denominamos «guerra económica» (término introducido en Venezuela por Chávez, al referirse al saboteo de actores de la élite contra el entramado económico) es, en esencia, la variante económica de la guerra no convencional en Venezuela. Necesario es entender que sin objetivo no hay guerra.

La coyuntura económica venezolana se caracteriza por dos situaciones concretas: por un lado, la caída de los precios del petróleo con su consecuente impacto profundo en los sistemas asociados a la importación y que tienen un papel importante en la cotidianidad del hecho económico venezolano. Pero por otro lado, desde 2014, hay colas en Venezuela, tiempos en los que el crudo rondaba los 95 dólares por barril.

La guerra económica, o el enrarecimiento deliberado y políticamente teledirigido de los sistemas de abastecimiento y precios, son la otra situación medular de la coyuntura y en ella actúan articulados factores económicos, políticos, mediáticos, tanto del frente interno venezolano como en el externo.

Simplificar que la caotización inducida de la economía tiene el único propósito específico de propiciar un desplazamiento en el poder ejecutivo de Venezuela no se nos está permitido, aunque ese sea un objetivo de alta prioridad para la élite económica que en Venezuela quiere recapturar el poder político. Hay objetivos más intrincados en el relato de los autores de la guerra.

El relato de 17 años

Una cuestión importante a destacar en el conjunto de ítems que la derecha venezolana ha logrado posicionar en el teatro de operaciones psicológico y mediático de la guerra no convencional, yace en que pese a las particularidades de la variante económica en el asedio contra la Revolución Bolivariana, este no se encuentra dislocado del contexto ni de la narrativa que durante más de 17 años se ha empleado contra el chavismo.

Dicho de otra manera, la narrativa, aunque con variantes nuevas, no es en absoluto nueva. El abordaje mediático y psicológico de la población venezolana ha sido polivalente, poliédrico y consistente. Los temas como «democracia» (o argumento de la falta de ella), «dictadura», «incompetencia», «mala administración» y especialmente el del «fracaso del modelo socialista», tienen la cualidad de redimensionarse, de ser colocados de manera continua en el relato opositor, reeditados siempre bajo argumentos «nuevos», temas nuevos, situaciones nuevas.

La reiteración en los temas es una cuestión medular en la construcción del relato, de la narrativa opositora. Todo evento, toda circunstancia, es presentada bajo los mismos términos formales de explicación. Si algo sucede con el suministro de agua potable emplean el argumento de «la incompetencia», si un criminal de la derecha es abordado por las instituciones y por la ley entonces señalan que hay un «régimen dictatorial», si un indicador económico se presenta como negativo se le expone de manera descontextualizada y sin explicaciones mayores el argumento va directo a la frase del «fracaso del socialismo».

En este último ítem yace el relato profundo de los autores de la guerra, pues -recordando que estamos en un contexto de guerra no convencional- la guerra psicológica a través de los medios se basa primordialmente en la destrucción de las formas de subjetividad como paso fundamental para la alteración de los estados de conciencia. Aunque los ataques psicológicos y la manipulación de masas pueden emplearse de manera coyuntural, para producir un resultado coyuntural, una sensación pasajera, un estadio de percepción momentánea, también se orientan en base a construcciones sociales al largo plazo.

El verdadero enemigo de la élite económica es la subjetividad chavista

Si revisamos la consolidación de la Revolución Bolivariana como hecho histórico, entenderemos que esta ha cuajado en el cuerpo político social como un factor de subjetividad de amplio espectro. Es decir, ha posicionado su sistema de valores universales, una forma de racionamiento colectivo que aunque se ha profundizado y subjetivado muy profundamente en el chavismo, va más allá del chavismo como comunidad político-electoral.

La intersubjetividad chavista, de cualidad identitaria, con códigos propios, con visión multiversa propia sobre la política, la economía, la sociedad y la cultura, es un hecho al que la socióloga Yarisma Unda define como un «imaginario», definido, conjugado y construido alrededor de la figura de Chávez, el devenir político nacional y la interpretación popular de la vida en el contexto político de la Revolución Bolivariana.

Hablar de valores universales del chavismo implica indagar en la posibilidad de que este ideario multiverso haya traspasado las barreras del chavismo y se haya trasladado a otros sectores de la vida nacional, incluso aquellos que en esencia son antichavistas (fijémonos en la paradoja de que la derecha no es fundamentalmente «pro-algo» sino «anti-algo»).

Hagamos un repaso

  • Según Hinterlaces, «hoy en Venezuela está surgiendo un nuevo Sujeto Social Histórico. Es el nuevo ‘Corazón’ de la sociedad. Se trata de un segmento específico que representa y contagia al resto del país. Hace síntesis de las posiciones e interpretaciones de otros sectores sociales y, en consecuencia, se convierte en Mayoría».
  • «Este ‘Sujeto Social Histórico’ no es posible describirlo sólo con los tradicionales instrumentos de evaluación demográfica. Es necesario profundizar todavía más para identificar los factores psico-sociales y culturales con los que construye su visión de país y de sociedad. Se trata de una existencia cultural y psico-social emergente. Comparte una visión de sociedad y también un repertorio simbólico y gramatical». Este sujeto, esta visión, parte del chavismo y se traslada a otros sectores sociales, creando condiciones para que existan grandes consensos nacionales basados en la retórica que es interpretada habitualmente por el chavismo. Así lo afirmó Oscar Schemel, director de Hinterlaces.
  • Fue un hecho que en las elecciones presidenciales del año 2012, la derecha venezolana imitó discurso, códigos y símbolos del chavismo durante el proceso de campaña electoral. El candidato de la derecha Henrique Capriles Radonski hizo referencia a misiones sociales, continuidad de la política social, continuidad en el fomento de la organización social y la preservación de espacios de protagonismo social durante su eventual gobierno. Capriles llamó «Simón Bolívar» a su comando de campaña, empleó el tricolor y símbolos nacionales que habitualmente eran asociados al chavismo. Empleó un discurso demagogo y destacó «proteger las Misiones» intentando recrear una visión de «gobierno popular». Ocultó rigurosamente su visión neoliberal y evitó presentarse como candidato con patrocinio empresarial. Más allá de una estrategia pragmática típica de las campañas electorales, la batalla fue por los símbolos, la identidad y la adjudicación de la identidad popular.
  • En sucesivos estudios de opinión publicados por empresas como Hinterlaces, Datanálisis y Gis XXI, se han publicado hallazgos sobre la posición mayoritariamente favorable de la población, a diversas gestiones de la política social del chavismo y su visión de equidad en la distribución de la renta petrolera. Es decir, más allá del chavismo, las grandes mayorías nacionales ven con buenos ojos el modelo de inclusión social y los programas sociales.

No hay guerras sin objetivos en el corto, mediano y largo plazo

  • Un estudio de opinión de Hinterlaces de agosto del año 2015 sobre la visión de los(as) venezolanos(as) del modelo económico arrojó que, según la opinión de los(as) encuestados(as), «lo mejor para Venezuela es un modelo económico productivo socialista donde existan diversas formas de propiedad» (estatales, comunales, sociales y privadas). 73% de los venezolanos está de acuerdo con un modelo económico socialista mixto, según el estudio. Dicho estudio también expuso opiniones adversas a las privatizaciones, a la desregulación de precios y expuso posturas favorables a que «el Estado debe establecer reglas económicas claras por las cuales se guíe a la empresa privada», favorables a la planificación estatal de la economía y a la visión de la economía «con un fin social». Los hallazgos de este estudio dan cuenta de una superación de la visión colectiva neoliberal del hecho económico y se orienta a una visión más solidaria del «deber ser» económico.

El enemigo es nuestro ideario, nuestra identidad

La intersubjetividad chavista ha logrado posicionar valores universales sobre el hecho político, económico, social y cultural. Estamos ante la posibilidad de que luego de 17 años de chavismo en el poder político, se estén creando condiciones profundas de posicionamiento de lenguaje, códigos, símbolos y visiones sobre la vida en sociedad. Estamos en el preámbulo de la consolidación de la construcción social de un imaginario de amplia gama.

En otras palabras, estamos ante la enorme posibilidad de que la visión socioeconómica de la intersubjetividad chavista se haya posicionado en el imaginario nacional, convirtiéndola en el nuevo centro político, el principal espacio de gravitación, el espacio donde confluye la mayoría nacional, aunque electoralmente sea exclusivamente el chavismo el que la apoye. Es un espacio en el que, casi todos estamos de acuerdo, aunque tengamos visiones diferenciadas sobre los actores políticos concretos que deben apuntalar o afirmar esa visión de país.

Esto implica, en consecuencia, que estamos ante una clara superación de la visión capitalista-neoliberal del hecho económico. Las formas neoliberales de gestión económica no son espacio de consenso social. Son de consenso social las formas de gestión económica que promuevan la equidad, la solidaridad, el acceso a la riqueza, la democratización económica, la diversidad en las formas de propiedad, la productividad, el comercio justo, la regulación estatal (donde sea necesaria con fines correctivos), la planificación estatal incluyente (de todos los sectores) de la economía y la organización democrática de la vida económica.

Ante la posibilidad de un «relato profundo» chavista en consolidación, el verdadero enemigo a asesinar por la élite económica no es la gestión del Gobierno Bolivariano, ese no es el fin (aunque ese sea el máximo propósito puntual). El verdadero enemigo para ellos es el entramado sociocultural que está emergiendo.

De ahí que la coyuntura económica, la guerra económica, que apunta a la caotización y destrucción de los sistemas de abastecimiento y precios, irrumpe como un acto, como una tentativa de gran escala para imponer en el hecho económico real la tesis de «fracaso del modelo socialista». Más allá de los propósitos coyunturales, pragmáticos, de propiciar un desplazamiento y recaptura del poder político por parte de la élite económica, la imposición del «relato económico» de la élite apunta a la construcción de una «subjetividad del regreso» a modelos y visiones sobre la economía que antes de 1999 estaban fuertemente posicionadas.

El verdadero enemigo de la élite económica es la subjetividad chavista y su interpretación de la economía solidaria, democratizada y popular, donde el Estado conduce, invierte, socializa, planifica y regula donde la sociedad se organiza para producir. La existencia de esa subjetividad económica inhibe la posibilidad de su agenda neoliberal, la que quieren instalar al recapturar el poder.

No hay guerras sin objetivos en el corto, mediano y largo plazo. Quieren sacar a Maduro, pero más importante aún, quieren matar al socialismo, el legado de Chávez, el corazón y alma de la sociedad que debemos parir.