El gobierno de Jamaica se niega a pagar el precio justo por el 49% de las acciones de Pdvsa expropiadas a la Refinería Kinstong, haciendo uso y abuso del estado de anomia internacional creado por el decreto de Barack Obama y la seguidilla de 936 medidas coercitivas, ilícitas y unilaterales aplicadas por el gobierno de EEUU contra el pueblo venezolano.
Y en materia petrolera Jamaica no es la única deudora con la Patria de Bolívar. La lista de países es larga; y abarca muchos que se aprovecharon de las solidarias iniciativas energéticas adoptadas por el presidente Hugo Chávez, en su empeño por hacer del petróleo venezolano una herramienta para sacar de la pobreza a los pueblos de América Latina y el Caribe, fundamentalmente.
Aquí publicaremos cuáles países y cuánto debe cada uno, pero el prolegómeno de esta serie está signado por el vomitivo escozor y piquiña que producen las naciones integrantes de la Comunidad de Estados del Caribe, Caricom, las mismas que con sumisión aceptan sin piar el pedido del empleado de la ExxonMobil que preside Guyana, Irfaan Alí, de votar contra la “belicosa” Venezuela, interesada en “arrebatarle” el venezolano Esequibo a su “débil” país.
Para ninguna de ellas y menos para la misma Guyana tiene validez, sentido y asidero que Venezuela jamás haya invadido país alguno. Que es demostrable y ha sido demostrado, con sólida argumentación legal, moral y ética, que el Laudo de París de 1899 es irrito e ilegal, por ser un pacto fraudulento cocinado en el contubernio montado entre EEUU, la Rusia zarista y el victoriano Reino de Inglaterra, sin la presencia de venezolano alguno.
Que el Acuerdo de Ginebra de 1966 fue irremediablemente aceptado y firmado por el colonialista y terrófago Reino de Inglaterra, dejando así constancia de que el Laudo de París de 1899 es podrido fruto de una maniobra de reparto entre las potencias de la época, donde a Venezuela se le asignó quitarle 159.400 kilómetros cuadrados de su territorio.
Solo a trastienda, en contextos ajenos a Caricom, algunos gobernantes de países del Caribe reconocen que la genuina Venezuela, expresada en el Gobierno Bolivariano, tuvo la iniciativa de crear alianzas para superar la pobreza y crear más independencia y soberanía en todas las naciones, uno de cuyos acuerdos fue PetroCaribe, con el cual podían adquirir petróleo venezolano a precios solidarios con mecanismos de pagos preferenciales y flexibles.
Incluso el acuerdo PetroCaribe proporcionaba subvenciones para la vivienda, el saneamiento escolar, la asistencia a los niños de las comunidades pobres e inversión en infraestructuras.
Y lo esencial: PetroCaribe garantizaba el suministro de petróleo a través de su traslado en buques, construcción de tanques de almacenamiento, la edificación de Refinerías, todo un sistema medular desde aguas arriba que en muchos casos incluía hasta el surtido de gasolina y lubricantes en las Estaciones de Servicios.
Y como todo en la industria de los hidrocarburos necesita capital, tecnología, mano de obra especializada, pues mercado le sobra, la Venezuela siempre solidaria puso a través de Pdvsa todos esos ingredientes en condiciones alejados de la voracidad mercantil, con fórmulas y planes preferenciales de pago.
Hoy hablaremos de Jamaica, a la cual Venezuela le exige el pago justo de 215 millones de dólares por haberse tomado para sí el 49% de las acciones de la Refineria Kinstong, que eran propiedad de Pdvsa, sin mencionar los robos de petróleo y activos cometidos por funcionarios del gobierno y por los empleados de la refinería de ese país y de la misma Pdvsa contra la industria, es decir, contra la idea solidaria de Hugo Chávez.
Arranquemos
En 2006, por iniciativa del presidente Hugo Chávez, a través de PDV Caribe, Pdvsa adquirió el 49% de la refinería Kinstong, de la Petroleum Corporation of Jamaica, PetroJam, propiedad del Gobierno jamaiquino, dentro del Acuerdo de Cooperación Energética Petrocaribe.
Bastan las palabras del exdirector Ejecutivo del Fondo de Desarrollo PetroCaribe, Wesley Hughes, para justificar esta iniciativa. En 2005 dijo al medio Caribbean Investigative Jornalism Word: «El precio del petróleo en el mercado mundial se disparó enormemente. Y la mayoría de los países importadores de petróleo en la región estaban sufriendo pérdidas significativas de divisas y estaban teniendo un momento difícil. El líder de la región, encabezado por el presidente Chávez, junto a otros líderes caribeños se reunieron y tuvieron un debate sobre la posibilidad de algún acuerdo para aliviar la carga sobre los países importadores de petróleo. Los venezolanos llegaron en plan de ayudar», dijo.
“Ninguno de los organismos multilaterales nos estaba prestando. Los mercados financieros estaban cerrados. La única fuente real de financiación para Jamaica fue Venezuela, que se convirtió en la fuente más importante de asistencia bilateral en Jamaica a través del acuerdo PetroCaribe y eso literalmente salvó a Jamaica financieramente”, expresó.
«No hubo ninguna directiva ni orden de Venezuela diciendo que usted debe invertir en eso o debe hacer eso. El único requisito pedido por Venezuela era que después de los dos años de gracia, usted empezara a devolver el préstamo al uno por ciento o dos por ciento anual”.
De inmediato Pdvsa puso lo suyo para iniciar las labores de ampliación y modernización de la Refinería, en la cual se iba a procesar el crudo venezolano Leona 22. Las obras de refacción serían culminadas en 2009 y elevarían la capacidad de procesamiento de 35 mil a 50 mil barriles diarios.
Durante el acuerdo, Jamaica acumuló más de 3 mil millones de dólares jamaiquinos en deuda con Venezuela. Hughes sostuvo que, a diferencia de otros países caribeños que no podían pagar, Jamaica no tenía «ninguna dificultad para pagar Venezuela».
A través del Ministerio de Hacienda y la Función Pública, el Gobierno de Jamaica negoció con Venezuela para devolver sólo 1.500 millones de dólares jamaiquinos, un descuento de casi el 50%.
Pero iniciativas de este tipo no eran simpáticas para la política de intereses nacionales de EEUU. La imposición del decreto de Barack Obama, que califica a Venezuela de “amenaza inusual y extraordinaria”, y la agresividad sancionatoria del gobierno de Donald Trump, logran sacar a Pdvsa del circuito financiero internacional y con ello frenan el proceso de modernización de la refinería.
Además, las sanciones propician un ambiente de ambigüedad, anomia y vacío de autoridad que facilitan y potencian la conducta belial, la corrupción, como arma política y económica, la cual se evidencia, en 2019, en el informe de la Auditora General Pamela Monroe Ellis, realizado a la Refinería.
El medio dice que los resultados de la auditoría revelan que “en los últimos cinco años, Petrojam registró pérdidas totales de petróleo estimadas de dos millones de barriles por valor de aproximadamente 18 mil millones de dólares jamaiquinos”.
Afirma que la auditoría a la refinería reveló que, si bien Petrojam identificó pérdidas de petróleo de una manera inexplicable, tampoco tuvo éxito en abordar este problema a pesar de haber gastado 990.811 dólares en la aplicación de medidas destinadas a minimizar la pérdida de petróleo. El petróleo estaba siendo robado. Y nadie dentro de PDVSA estuvo dispuesto a reprimir el desvío de combustible.
También cita al ex analista de seguridad y riesgo de Pdvsa, José Chalhoub, quien va más allá con su evaluación de lo que ocurrió en Petrojam. «No hay representación permanente del trabajo venezolano allí (en Petrojam), sólo un gerente. ¿Qué puedo decirte? Los problemas de seguridad en la isla eran amenazantes», afirmó, sugiriendo que también había poca o ninguna supervisión por parte de Venezuela y Pdvsa.
Chalhoub respaldó las conclusiones del informe confirmando que el petróleo estaba siendo robado. Y nadie dentro de Pdvsa estaba dispuesto a reprimir el desvío de combustible.
En este contexto, el gobierno de Jamaica se aprovecha del vacío de autoridad intencionalmente creado e implícito en torno al figurín inventado por Trump, Juan Guaidó, y junto a la dificultad para actuar del Gobierno Bolivariano, de manera unilateral y arguyendo evitar posibles sanciones de EEUU, en junio de 2019 fija a su discreción el precio y se apropia del 49% de las acciones de la refinería que estaban en manos de Pdvsa. Dice que valen 40 millones de dólares.
Incluso retiene el dinero justificando para ello la supuesta ambigüedad en torno a qué instancia gubernamental de Venezuela se debe pagar la expropiación del 49% de las acciones que tenía Pdvsa: si al gobierno que encabeza Nicolás Maduro o a la ficción que representó el fantoche de Guaidó.
Una tarea pendiente es averiguar los actos de corrupción cometidos contra Pdvsa en Jamaica, cuyos montos deben ser añadidos a los 215 millones de dólares que adeuda el gobierno de ese país a la República Bolivariana de Venezuela por haber expropiado, al precio de su conveniencia, el 49% de las acciones de la Refinería Kinstong.