Dos momentos políticos en apariencia distantes son en realidad sintomáticos de cómo la estructura jurídica, política, económica, social y cultural global se transforma e intenta amoldarse ante la crisis sistémica que el capitalismo atestigua tanto en su centro como en su periferia.
Aún siendo, en apariencia, hechos contradictorios que representan flujos, reflujos e inercias, su mera descripción sirve para entender el gran boquete en la historia que se está abriendo ante la debilidad de los pactos de poder y la irremediable puja por sobrevivir que existe también en la oligarquía global.
El Brexit, la globalización y el cuestionamiento a una intermediación política
Como todo punto medular y neurálgico de la arena internacional, multidimensional y compleja, el Brexit es leído como:
- La reacción de los sectores británicos afectados por tres décadas de globalización y la identificación de sus problemas en la Unión Europea (UE) y la llegada de inmigrantes. Que las zonas menos integradas a la globalización, las personas de más edad, hayan sido los factores poblaciones que explican la victoria sobre la juventud y la clase media, integrada económica y culturalmente al sistema, sirve para entender esta tensión Brexit adentro.
- El hecho de que este descontento fuera capitalizado por sectores conservadores y euroescépticos, como Boris Johnson y Nigel Farage, también habla de que una parte de la clase política y la elite británica tiene un plan propio para rescatar parte de la renta global hoy estancada. Incluso, ésta infiere que si por beneficio propio tiene que aliarse financieramente con China para internacionalizar el yuan (en desmedro del dólar), también está dispuesta a hacerlo para defender sus propios intereses, identificando una nueva mayoría con un proyecto político abierto con audacia y persistencia ante la falta de legitimidad de la UE.
- Precisamente son los sectores financieros de la UE con representación propia en la eurocracia, como Goldman Sanchs y Deutsche Bank, los que apuntan que el Brexit debe ser castigado con total dureza ante la posibilidad de dar un mal ejemplo. No sólo que la omnipotente burocracia de la UE, la verdadera intermediación política del continente, se ve debilitada y cuestionada, sino que su imposibilidad de dirimir los problemas de Gran Bretaña, sin que rompiese la Unión, pretende ser resuelto por la fuerza cuando tanques de pensamiento (think-tanks) orgánicos al establishment, como Eurasia Group, describen los peligros de que el ejemplo Brexit se repita en otras euroregiones como muestra el siguiente mapa:
Como vemos, no se trata de una mera ruptura, sino que también representa la debilidad de la arquitectura institucional sobre la que una parte de la oligarquía global pretende poner la solución de la crisis existencial del mundo occidental con los megatratados comerciales. Estos encuentran resistencia en la población y en parte del 1%, así como también un vacío político, económico, social y cultural para legitimarse sin el uso de la fuerza hasta el punto de que el mismo George Sorosdice que la UE avanza «irremediablemente hacia su desintegración», luego deapostar en el mercado financiero por el Brexit mientras hizo campaña en su contra, un juego a doble banda.
España, Unidos Podemos y la crisis de la clase media
A contramano, el fortalecimiento del régimen español, a punta de permitir el ingreso de una fuerza que expresara el descontento con las reformas de la troika, se puede entender como:
- El hecho de que la élite española todavía tenga recursos para maniobrar el descontento y progresivo deterioro de una clase media que mira con más esperanzas el pasado que el futuro, y en un 49% ni siquiera participa en elecciones, como si no sintiese a ninguna fuerza política ni expresión del sistema como parte de su vida cotidiana y un proyecto de futuro que la animase a movilizarse. Una apatía por la política que precisamente se riega como pólvora en la sociedad global ante la realidad de que las respuestas formales no resuelven los problemas del empobrecimiento general.
- Que el régimen español, expresado ahora en cuatro partidos que disputan un mismo centro político, precisamente ha sabido utilizar y maniobrar el imaginario de una España convirtiéndose en un peón de baja calidad en una Europa en decadencia, como si fuese parte de unas reformas necesarias para salir de la turbulencia. Son más de 200 años gobernando de la misma forma, con breves interrupciones, y difícilmente se iba a acabar en dos años tan sólo con campañas electorales y oportunismo político en forma de Pablo Iglesias e Íñigo Errejón. Y la prueba se observa precisamente, más allá de encuestas manipuladas, trampas electorales y campañas de demonización, en este crudo mapa con los resultados electorales:
3-La expectativa sobre la irrupción de Unidos Podemos y las posteriores reacciones por la frustración demuestran la persistencia de anclar el análisis en un radio de acción dentro del mismo sistema, lo que llevó a la coalición a la neutralización política. Perdió su capacidad de irrumpir con una idea de nación difusa y esperanzadora, que sirviese de catalizador, como en el principio . Y esto no fue producto sólo del oportunismo de Íñigo Errejón y Pablo Iglesias, como se pretende ver, sino de una seria crisis de imaginación de la clase media europea para entender cómo insertarse en la realidad de la UE, que inocentemente Unidos Podemos pretende cambiar desde adentro con alianzas con los gobiernos de Portugal, Grecia, Irlanda del Norte e Italia, como si fuese posible un festival de concesiones de la eurocracia y el régimen español.. Este cálculo político es el que hacía a Unidos Podemos, aún ganando, una fuerza política que difícilmente tuviese un apoyo mayoritario y movilizado para contrarrestar, desde el poder, las presiones de la troika y sus consecuencias en el terreno de lo real.
La audacia en las formas y el marketing político no esconden el vacío de fondo para construir un nuevo orden político.
Conclusiones parciales y provisorias
Este devenir europeo, que viaja a velocidad crucero hacia el fin de sus fronteras actuales y que se ancla como el centro de focos bélicos en los próximos veinte años, puede también ser observado desde Venezuela como, precisamente, la ruptura de los pactos tradicionales de la política internacional y la apertura de un boquete enorme en las cuales, parte de la oligarquía global practica su audacia para experimentar nuevas fórmulas que le permitan mantener su cuota del mercado global, a consecuencia, incluso, de encerrarse sobre ella misma y entrar en conflicto abiertamente con sus otroras aliados, como sucede en Gran Bretaña, posibilitando la fragmentación estatal.
Esto no sólo refleja el dinamismo del orden actual y la posibilidad de moverse dentro de esta fractura oligarquía adentro, sino también la crisis del pensamiento tradicional, hegemonizada por la perspectiva de una clase media globalizada que piensa en la posible reversión de este cuadro, y la imperiosa necesidad de pensar fuera de los marcos actuales para idear un plan de acción acorde a este tiempo y espacio cuando, precisamente, la única idea-fuerza alternativa al orden actual, el chavismo, es atacada y demonizada por su potencia y audacia para dañar los planes de la oligarquía global, justo cuando la crisis sistémica del capitalismo comienza a entrar en una nueva fase de turbulencia.