*Su influencia libertaria y romance con La «Güera» Rodríguez
Ocurrió el 13 de marzo de 1824 cuando el Congreso Constituyente de México declaró como ciudadano propio a quien ya había sido proclamado «Libertador» en Caracas el 14 de octubre de 1813. Incluso propuso que debía ser reconocido como ciudadano de todas las repúblicas de América.
Por constituir una figura esencial de la emancipación frente al imperio español, representada en la gesta independentista que liberó a los actuales Colombia, Venezuela, Ecuador, Panamá, Perú y Bolivia, el caraqueño fue objeto del reconocimiento de México con frases de un vibrante discurso pronunciado por el diputado por Nuevo León, Fray Servando Teresa de Mier:
«Hay hombres privilegiados por el cielo…su nombre solo, es el mayor elogio. Tal es el héroe que en los fastos gloriosos del Nuevo Mundo ocupará sin disputa el primer lugar al lado del inmortal Washington…Hizo más: se venció a sí mismo, depuso voluntario su espada triunfante a los pies de los padres de la patria que reuniera para constituirla y se constituyó su primer súbdito, rehusando con empeño todo mando; de aquél hablamos que reasumiéndolo por obediencia, sin ficción, está ahora triunfando en el país de los incas, de las últimas esperanzas de la soberbia española…Tal es el excelentísimo señor don Simón Bolívar, Presidente de la República de Colombia, Gobernador Supremo del Perú, llamado con razón El Libertador, admiración de la Europa y gloria de la América entera…
Por sus tratados de íntima alianza entre todas las Repúblicas de América, ya es y merece serlo, ciudadano de todas. Pedimos, pues, que Vuestra Soberanía declare solemnemente que lo es de la República de México…»
Y es que las hazañas de Simón Bolívar entusiasmaban tanto que en 1825, al conocerse el triunfo en Perú, el periódico «El Sol de México» reseñó la felicitación del gobierno del país por “la gloriosa y decisiva victoria de las armas americanas del Sur sobre las españolas, acaecida en Ayacucho.”
EL CARAQUEÑITO ENAMORADO
Sólo una vez visitó México el patriota, era un jovencito de 15 años y medio, y ya con entrenamiento militar desde los 13. Salió del Puerto de La Guaira en el buque de guerra español «San Ildefonso» hacia Madrid, para continuar sus estudios, pero un bloqueo de barcos ingleses a La Habana (de allí partiría a España) le impidieron pernoctar allí y se tuvo que cambiar la escala al Puerto de Veracruz (México).
Se hospedó en la casa de Don Donato de Austria. Visitó además a Xalapa y Puebla, y aprovechó de saciar su curiosidad por conocer la capital. Allí es recibido por el virrey español Miguel Azanza.
Se alojó en la casa de los Marqueses de Uluapa, ubicada en la esquina de Damas y Ortega, hoy calle «Simón Bolívar». La marquesa, Doña María Josefa Rodríguez de Velasco tenía una hermana, María Ignacia Rodríguez de Velasco , conocida como la «Güera» (rubia) Rodríguez, quien, estaba casada, era unos cinco años mayor que «El Caraqueñito», como le decían, y ya alimentaba los comentarios de los círculos de poder por su belleza, sus parentescos y su atrevida aventura amorosa con el naturalista y explorador alemán Alejandro von Humboldt.
Sin embargo, los más recientes cronistas han desempolvado la historia donde hablan de un romance entre el jovencito Simón, quien ya había asomado su pasión libertaria por Venezuela (y lo exponía donde quiera que estuviese) y la hermosa Güera, convertida luego en pieza fundamental de la lucha independendista de México. Ese relevante papel se lo atribuyen muchos historiadores a la influencia que pudo haber despertado en ella, el adolescente Bolívar.
De esa mujer, que enfrentó dos veces al tribunal de la Inquisición, por conspiración y por haberse dejado hacer un retrato de medio cuerpo con los senos descubiertos, como se estilaba en Europa, entre las «niñas bien», hoy es considerada una patriota que colaboró hasta con sus bienes personales a la independencia y para muchos otros, representa la primera feminista de México. (Rómulo Hernández)