Por: Enrique Ochoa Antich |
Consideración de Enrique Ochoa Antich a un artículo de E. Yépez:
Es una tontería. Eso de «deshonor» y demás ridiculeces. No sé qué honor hay en haber convertido una victoria electoral cantada en una derrota política, que es la hazaña que el extremismo opositor acaba de acometer el 28J.
Pasar la página no es olvidar. Uno pasa la página de una novela para seguir leyéndola pero no olvida lo que leyó porque si no, no entiende la trama.
Al revés: yo digo que hay que recordar. Sí, recordar… todo cuanto Yépez pide que no sea olvidado: que hubo primarias y que fueron un error, que dos millones de compatriotas se equivocaron eligiendo la candidatura que más rechazaba el régimen autoritario y que además estaba inhabilitada, que esa candidatura en su primera perfomance le prometió cárcel a Maduro, que la PUD no se atrevió a pedir y lograr suspender las recompensas gringas y las sanciones, que cuando surgió un nombre que tal vez el gobierno aceptaba de inmediato se financió una campaña milmillonaria de destrucción personal, que se intentó *la comedia bufa de la señora Corina*, y que se terminó en una operación tan choreta como la de EGU, por lo demás, penosamente «titerizado» por el liderazgo extremista. Y que todo ello colocó al gobierno en el brete de verse obligado a «ganar» a cualquier precio. Sostengo que el fraude del gobierno encontró un cómplice tácito en el extremismo opositor.
¿Que el gobierno no le hubiese entregado a nadie, ni porque fuese la madre Teresa de Calcuta? No podemos saberlo. Lo que sí sabemos es que la oposición hizo todo lo necesario para que no le entregaran. ¿Consideró la posibilidad de negociar con el PSUV-madurismo qué candidato le era más «potable» y un pacto de co-gobierno reservándole al chavismo-madurismo cuotas clave de poder (como Defensa e Interior, al modo de Solidaridad en Polonia con los comunistas)? ¡Jamás! Eso era un anatema… Y quien lo sugiriera, era descalificado como traidor, colaboracionista, insecto artrópodo, y demás «perlas»…
Nada de lo que pasó debe ser olvidado. Tampoco el fraude. Y con esa memoria, debe no sólo pasarse la página sino cerrarse este libro y abrir otro, con otra estrategia y otro liderazgo (lo que veo improbabilísimo) para una realidad diferente a la pre-28J.
Una nueva estrategia que comience por constatar que Maduro será juramentado el 10E y que será el presidente por un tiempo relativamente prolongado. Que comprenda que si no se busca una negociación con el régimen autoritario (una que no sea la rendición del otro ni un trámite de «salvoconductos»), entonces sólo les queda escoger la vía tortuosa de la violencia: sanciones, ruegos invasionistas (eso sí deshonroso de veras), pago a mercenarios, ilusiones golpistas, más sufrimiento para millones, más migración, etc. Si no negocian, si no tienen la valentía de negociar, no se desgañiten en las redes: mejor agarren su morral y su fusil y suban al monte… Sólo recuerdo que esto ya lo vivimos y que el presidente «interino» está jugando tenis en Miami.
Bueno, hay una tercera opción: sentarse en un banquito a ver si el régimen implosiona por su propia incompetencia. Pero ésta es una alternativa atractiva para quienes abandonamos el activismo, pero no una estrategia para un colectivo político.
Luego de esta nueva «gracia» extremista, toca como Sísifo empezar de nuevo. No soy para nada optimista, mientras la oposición siga hegemonizada por los viciosos del espejismo y de la salida ya. Ojalá los opositores de 30 y de 40 y tal vez los de 50 consigan conjurar la maldición de Zeus y puedan llevar por fin la piedra a la cima de la montaña. Tal vez para ello necesiten entenderse con los de 30, 40 y 50 que están al otro lado de la calle. Cuanto antes comiencen a hablar, mejor.