Inconsistencias, incoherencias e inconsecuencias de la ultraderecha, de cara al 10-E (+Clodovaldo)

Por: Clodovaldo Hernández

07 / 01 / 2025

El ala pirómana de la oposición, dirigida por la ultraderechista María Corina Machado, llega a la semana del icónico 10 de enero arrastrando una larga ristra de inconsistencias, incoherencias e inconsecuencias, que menoscaban sustancialmente el apoyo a su estrategia insurreccional.

Revisemos algunas de esas incongruencias y contradicciones entre el decir y el hacer de este sector que, aliado con el poder imperial y las fuerzas políticas reaccionarias de América Latina y Europa, pretende desestabilizar a Venezuela.

Inconsistencias electorales

El sustento de la denuncia de fraude. Los dirigentes ultraderechistas cantaron fraude tras las elecciones presidenciales del 28 de julio, pero no hicieron la correspondiente denuncia administrativa, ante el Poder Electoral ni tampoco plantearon una querella en la instancia judicial, la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia, que son los órganos con competencia, de acuerdo al orden constitucional. Muy por el contario, cuando el TSJ los convocó a presentar sus recaudos, fueron el único grupo político ausente. Sin embargo, ahora invocan la Constitución para exigir que se juramente al candidato oficialmente derrotado.

Las protestas y sus resultados.

Los partidos opositores radicales promovieron protestas violentas al día siguiente de las elecciones y las han reivindicado como legítimas, pero no asumieron la defensa de quienes fueron detenidos. No lo hicieron en el ámbito de los tribunales ni tampoco en en el plano político. Tales reclamos han corrido por cuenta de los familiares de los procesados y por organizaciones de derechos humanos con raíces en el chavismo disidente. Esta es, casi con toda seguridad, la inconsecuencia que más pesa a la hora de convocar nuevas protestas.

La calle fría.

Luego de varios intentos fallidos de manifestaciones pacíficas, desistieron de ellas, dejando un vacío de casi cinco meses. En ese mismo lapso, el chavismo ha tenido una intensa actividad de calle. Ahora, con la mayor parte de sus líderes fuera del país, ocultos o desentendidos de la militancia, el ala pirómana pretende organizar una protesta de grandes dimensiones.

Inconsecuencias de los líderes

El excandidato presidencial. Edmundo González Urrutia fue el primero en picar los cabos. Ha quedado claro que desde la misma noche del 28 de julio, antes de las protestas y los disturbios, ya el abanderado presidencial estaba refugiado en la embajada de Países Bajos, y luego pasó a la de España. Desde allí gestionó el salvoconducto para su salida del país. Ese mismo personaje, demostradamente correlón, se ha dedicado en las última semanas a lanzar soflamas guerreristas, llamados a que los militantes de base de la oposición demuestren que no son cobardes y exhortaciones a los militares. Su lema parece ser “haz como yo digo, no como yo hago”.

La cabecilla de la facción.

María Corina Machado se declaró en la clandestinidad y sólo ha tenido figuración en las redes sociales. Dejó a su suerte a los detenidos por los disturbios que perpetraron sus «comanditos». No obstante, ahora los convoca de nuevo a inmolarse en una lucha que ella dibuja como épica. Machado invita a los jóvenes a participar en las acciones insurreccionales, pero es bien sabido que sus hijos han permanecido fuera del país, a buen resguardo. La familia no predica con el ejemplo.

Incoherencias de otros actores de la derecha

Las ONG opositoras.
Las organizaciones no gubernamentales ligadas a la oposición, muchas de ellas sostenidas económicamente por agencias estatales de países hostiles a Venezuela, han hecho una vez más su papel de rasgarse las vestiduras por los detenidos del 29 y el 30 de julio, calificándolos como «presos políticos», mientras invisibilizan a las 28 personas que perdieron la vida esos dos días, varias de ellas víctimas de viles linchamientos.

Los medios.
La maquinaria mediática global y los medios opositores locales se confabularon en la misma estrategia de las ONG para darle soporte y amplificarla. La prensa de la derecha dedicó mucho tiempo, espacio y bites a sostener la matriz según la cual el gobierno de Nicolás Maduro había detenido y torturado a adolescentes y niños. También borraron por completo a las víctimas de la violencia del 29 y 30 de julio. Si al menos una de esas víctimas fatales hubiese sido un manifestante violento, el escándalo internacional no habría cesado en todo este tiempo.

Contradicciones sobre el estamento militar

Viejos resentimientos. Los dirigentes del ala pirómana opositora han demostrado, desde inicios de la Revolución, un profundo desprecio por los militares. Los llamaron «vendepapas» cuando se activó el Plan Bolívar 2000; les arrojaron gallinas y pantaletas durante años, gestos misóginos para tildarlos de cobardes por no alzarse en contra del comandante Hugo Chávez; han intentado numerosos movimientos cuartelarios, todos los cuales han fracasado, dejando una larga estela de carreras militares truncadas y oficiales condenados a largas penas, sin un equivalente entre los políticos conjurados.

Invasión paramilitar. En 2004, grupos de ultraderecha asociados con el gobierno de Álvaro Uribe, pusieron en marcha un plan para infiltrar a tropas de paramilitares colombianos, que se harían pasar por soldados venezolanos y atacarían el palacio de Miraflores, simulando un enfrentamiento interno en la FANB. Los partidos opositores y los medios de comunicación se dedicaron a restarle importancia al hecho y a ridiculizar la acción de inteligencia mediante la cual fue desmantelada la operación criminal.

Bañados de excrementos.
En 2017, la oposición violenta presentó su más ingenioso invento: las bombas puputovs, dirigidas específicamente contra la Guardia Nacional Bolivariana, una “forma de lucha” evidentemente destinada a quebrar la moral de las tropas y oficiales de este componente de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB).

Atentado en un acto militar.
En 2018, un atentado con drones explosivos se ejecutó durante el desfile aniversario de la GNB en la avenida Bolívar de Caracas. De haber tenido éxito, además del presidente Nicolás Maduro y buena parte del tren ministerial, habrían resultados muertos o lesionados numerosos integrantes del alto mando militar. De hecho, varios efectivos participantes en la parada salieron heridos.

Agresión extranjera.
En 2019, en la Batalla de los puentes, fuerzas paramilitares extranjeras pretendieron invadir el territorio nacional, atacando a la FANB. También acusaron falsamente a los militares venezolanos de haber quemado los camiones que portaban la supuesta ayuda humanitaria, un delito que cometieron, como operación de falsa bandera,
los mismos grupos que intentaron la invasión.

Desertores abandonados.
Los oficiales e individuos de tropa que atendieron el llamado de los grupos de extrema derecha y pasaron al lado colombiano, fueron abandonados a su suerte en ese país vecino. Ningún dirigente se ocupó de ellos.

Conspiración fracasada. En abril de 2019, la oposición dirigida por los factores más recalcitrantes se lanzó a la aventura de un golpe de Estado, que tendría su eje en la toma de la base aérea de La Carlota, en Caracas. La asonada, extremadamente chambona, fue fácilmente controlada, pero pudo haber ocasionado un enfrentamiento muy real entre militares venezolanos. Para justificar el fracaso, los líderes aseguraron que tenían el respaldo de miembros del alto mando militar, pero que a última hora, estos se arrepintieron.

Invocación del TIAR.
En 2019 (y en varias oportunidades antes y después), dirigentes de la ultraderecha, entre ellos María Corina Machado y Antonio Ledezma, invocaron la aplicación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), viejo instrumento del tutelaje militar estadounidense. El llamado implicaba la incursión en el país de fuerzas armadas extranjeras que se enfrentarían a la FANB, para deponer al gobierno constitucional e instaurar un régimen de facto.

Asalto mercenario y paramilitar.
En 2020, en medio del confinamiento sanitario de la pandemia, un grupo de mercenarios contratado por la ultraderecha, intentó invadir Venezuela desembarcando en costas de La Guaira. Obviamente, de haber tenido algo de éxito en su misión, los primeros blancos del ataque habrían sido los militares encargados de la defensa del territorio nacional.

Planes descubiertos.
En 2024 fueron detectadas varias tentativas de agresiones utilizando elementos mercenarios, paramilitares y desertores, que tenían planificado actuar contra instalaciones y equipos de la FANB.

La colecta para matar.
En los últimos meses del año pasado, se realizó una campaña abierta para recaudar fondos destinados a que mercenarios estadounidenses y de otras nacionalidades invadan Venezuela y se enfrenten con la FANB.

Pese a todas esas actitudes, acciones y planes hostiles contra el estamento militar venezolano, tanto González Urrutia como Machado hacen “emotivos” llamados a la alta oficialidad para que les hagan el favor de derrocar a Nicolás Maduro y entregarles el poder a ellos.

La incoherencia del discurso golpista

Los llamados al golpe militar y las campañas para la invasión mercenaria han sido constantes durante los últimos meses, llegando al extremo, casi surrealista, de organizar la referida colecta internacional de fondos para traer a Venezuela fuerzas paramilitares y asesinar o secuestrar al presidente Maduro y a otros altos funcionarios.

Esta campaña abierta ha originado una natural y lógica respuesta de todos los cuerpos de seguridad del Estado. No obstante, la dirigencia que patrocina esos planes sangrientos, se escandaliza por el despliegue preventivo que se ha llevado a cabo en los días finales de diciembre y los de comienzos de enero. Esto, más que una incoherencia, es una desfachatez.

La misma actitud de denuncia de “la toma militar” de Caracas la sostienen las ONG opositoras, la maquinaria mediática global y local y las figuras de las redes sociales.

Son muchas las incongruencias, inconsistencias y contradicciones que lleva sobre los hombros la dirigencia ultraderechista a esta cita con la historia. Su credibilidad está tan descalabrada que si llegara a producirse un movimiento de fuerza considerable en la semana que corre, sería no por ese liderazgo, sino a pesar de él.

(Clodovaldo Hernández)

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