De Bush a Trump, pasando por Guantánamo

Estados Unidos emplea la ilegal base en Guantánamo, fuera del territorio estadounidense, para que los reos no tengan un proceso que garantice sus derechos Foto: AP

En su guerra contra los inmigrantes, Trump, en época distinta y por motivos nada similares, da continuidad al recorrido iniciado por el republicano George W. Bush

Autor: Elson Concepción Pérez | internet@granma.cu

4 de febrero de 2025

Mohamedou Ould Slahi, de Mauritania, fue llevado a la cárcel instalada por el gobierno de George W. Bush, en la ilegal base en Guantánamo, cuando abrió sus puertas el 11 de enero de 2002, con el atributo –dado por Washington– de ser «el centro penitenciario más seguro del mundo».

Es tan seguro que, ni la justicia entró en él, ni la sistemática violación de los derechos humanos ha podido ser un elemento más que suficiente para cerrarlo.

Allí, entre muchos otros, permaneció durante 14 años Ould Slahi, por sospechas de supuestos vínculos con los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas estadounidenses.

Nunca se le pudo acusar de delito alguno, ni existieron pruebas que confirmaran tales acusaciones, a pesar de haber sido sometido a crueles torturas, durante 70 días, y de ser interrogado durante 18 horas cada día en tres años.

Muchas hipótesis han querido explicar el tema de la cárcel, las sanciones y las torturas que se aplican en la ilegal base en Guantánamo. Entre ellas, una muy generalizada –y al parecer más real– es la que argumenta que, precisamente Estados Unidos, los tiene presos en ese lugar, fuera del territorio nacional, para que los reos no tengan un proceso que garantice sus derechos, sin acceso a abogados y a visitas de familiares, e incluso, al respecto, se ignora totalmente la Convención de Ginebra.

No es casual que Amnistía Internacional haya culpado al Gobierno de Estados Unidos de cometer graves violaciones de los derechos humanos en esa instalación.

La abogada que quiso defender al recluso mauritano Ould Slahi aseguró que el imperio yanqui no respeta el Estado de derecho, mientras que el propio Pentágono, en un comunicado, aseguró que «esta prisión está hecha para lo peor de lo peor».

En tanto, el expresidente Barack Obama, durante su estancia en la Casa Blanca, dijo que «la instalación nunca debió haberse abierto», la cual se convirtió en «un símbolo de un Estados Unidos que menosprecia el Estado de derecho». Pero cuando pudo, no la cerró.

Tras más de 20 años de la peor ignominia, cuando han transitado por la Casa Blanca lo mismo presidentes republicanos como George W. Bush, quien abrió el centro de torturas en la ilegal base, que demócratas que no pasaron de hacer tenues críticas y promesas de clausurarla, y que nunca cumplieron, llegó el turno de Donald Trump, quien ha dicho que «hay 30 000 camas listas para albergar a inmigrantes con estatus ilegal en territorio estadounidense».

Advirtió que su Gobierno «no confía en los países de origen de esos inmigrantes».

«Hoy también estoy firmando una orden ejecutiva para instruir a los Departamentos de Defensa y de Seguridad Nacional a que comiencen a preparar la instalación para 30 000 inmigrantes en la Bahía de Guantánamo», dijo el mandatario ante los medios.

En su guerra contra los inmigrantes, Trump, en época distinta y por motivos nada similares, da continuidad al recorrido iniciado por el republicano George W. Bush, quien llevó hasta ese enclave varios cientos de reos, desde los más apartados rincones del planeta. Con la única ficha comprobada, la de sus facciones árabes, bastaba para encerrarlos y torturarlos durante años.

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