Palabras de Winston Churchill

Primer ministro británico durante la II Guerra Mundial sobre el camarada Stalin.

Churchill, el famoso ministro británico durante la II Guerra Mundial, fue un hábil político y un personaje muy importante del siglo XX. Tuvo la oportunidad de conocer muy de cerca a Stalin y tratar con él en momentos cruciales de la II Guerra Mundial y por lo tanto, siendo un anti-comunista convencido y confeso, sus opiniones tienen un gran valor para aquilatar objetivamente la personalidad de Stalin.

Churchill negoció con Stalin una cantidad muy grande de problemas derivados de la guerra y de la alianza estratégica entre Gran Bretaña y la Unión Soviética. Sostuvo conversaciones y tratativas muy complejas con Stalin en tres conferencias internacionales: Teherán, Yalta y en parte Potsdam. Sus criterios no pueden, de modo alguno, ser interpretados como una concesión, por el contrario, el hecho mismo de haber sido enemigos irreconciliables a partir de la guerra fría, muestran su honestidad y equidad.

“La suerte para Rusia fue que durante los años de la grandes pruebas fue dirigida por ese estratega inflexible que fue José V. Stalin. Fue una personalidad importante, señalada e incuestionable. Stalin estaba dotado de una energía extraordinaria, era un erudito con una voluntad fuerte, inflexible, implacable tanto en el trabajo como en las discusiones y yo mismo, a pesar de toda mí ciencia del Parlamento inglés, no hubiera podido contradecirle en nada. La fuerza activa de su trabajo era tan grande en él que constituía un caso único entre todos los Jefes de Estado de todos los tiempos y de todos los pueblos. Stalin producía impresiones muy fuertes sobre cada uno de nosotros. Su Influencia sobre el pueblo era incuestionable. Cuando entraba en la sala de la Conferencia de Yalta, cada uno de nosotros, como sí nos lo hubieran pedido, se levantaba y, de manera sorprendente, ponía las manos en las costuras de los pantalones permaneciendo inmóvil. Poseía una inteligencia profunda. Era un maestro inigualable para descubrir soluciones a los problemas más arduos, incluso en los casos en que parecía que no había solución posible. Había creado y mandaba un país colosal. Era una persona que habría podido eliminar a sus enemigos con la ayuda de las manos de sus enemigos y logró incluso hacernos combatir contra los imperialistas, a nosotros que también nos consideraba abiertamente como tales. Stalin era tan grande que era incomparable en el mundo. Había salido de la nada y dejó tras de sí una Rusia equipada de armas nucleares […] No, no importa lo que se diga de él, ni la historia ni los pueblos lo olvidarán…”

“Uno de mis más peligrosos adversarios políticos. Él fue una figura destacada que se impuso a nuestro tiempo en aquel período en que transcurrió su vida. Stalin fue un hombre con erudición y energía no comunes, con una fuerza de voluntad inquebrantable, brutal, áspero, implacable tanto en el trabajo como en las conversaciones; inclusive yo, educado en el parlamento inglés, nunca pude contradecirlo en nada. En sus obras se sentía una fuerza colosal. Esta fuerza era tan grande en Stalin que parece que él es inigualable entre los dirigentes de todos los tiempos y pueblos (sic). Su influencia sobre las personas era incontestable. Cuando entró en la sala de la Conferencia de Yalta, todos nosotros, como respondiendo a un comando, nos pusimos de pie. Y sorprendentemente manteníamos las manos en la cintura. Stalin tenía una inteligencia profunda, lógica y razón privada de todo pánico. El era un maestro perfecto para encontrar en los momentos difíciles los caminos para salir de las situaciones más difíciles. El era un hombre que liquidaba a sus enemigos con las manos de sus enemigos, él nos obligó a nosotros, que él llamaba abiertamente imperialistas, a enfrentarnos con los imperialistas. El encontró a Rusia con arado y la dejó equipada con armas atómicas….“.