TRES IDEAS EN EL DEBATE SOBRE LA REFORMA CONSTITUCIONAL

Farruco Sesto

Comienza a correr el tiempo previsto para la reforma constitucional. El presidente Maduro declaró que se abría el debate e hizo un llamado a la participación. Así lo entendí.

Y por eso me dispongo a tratar de contribuir con algunas ideas. A ver.

Quiero específicamente referirme a las tres cosas esenciales que, entre otras, espero personalmente de la reforma. Las nombro primero y después pasaré a explicarlas.

Espero que nos traiga la estabilidad política que nos merecemos.
Espero que resuelva con sabiduría la dicotomía poder popular–unidad de poder.
Y espero que sepa crear las bases materiales para lograr la felicidad social de todo el pueblo.
Ahora paso a explicarme.

1
Sobre la estabilidad política necesaria

Es un hecho real, objetivo, que la mayoría de las naciones del mundo, independiente de la orientación ideológico-política del proyecto de país y de sociedad sobre el que establecen sus relaciones de poder, gozan de una estabilidad estructural que las protege de circunstanciales vaivenes.

Tome el lector a cualquier país occidental como ejemplo. Inglaterra. Alemania. EEUU. El que quiera. Verá que sus estructuras de poder real, es decir, las que sostienen el estado, están establecidas de tal manera que ningún viento pasajero, puede demolerlas. Son estructuras de generaciones. No serán ciertamente unas circunstancias de opinión las que derriben el edificio.

Esto no tiene que ver con las disputas democráticas. Es algo más profundo. Me refiero a los aspectos estructurales del proyecto. A sus fundamentos. Nos agraden o no.

Tómese ahora como ejemplo otros países no occidentales. China, Irán, Sudáfrica. India. Verán que es lo mismo. Ninguna lluvia ocasional desmontará el armazón del estado ni los basamentos de su proyecto. Y mucho menos unos vientos inducidos por fuerzas exteriores. Pues los países protegen jurídicamente su estabilidad. Tendría que ser un auténtico sismo, de tipo catastrófico, el que pudiera amenazar su estructura.

En ese sentido, yo espero de nuestra Constitución que sea antisísmica. Que blinde las estructuras del poder popular. Que ningún enemigo interno o externo, puedan arrebatarnos un proyecto de emancipación que se comenzó a gestar hace siglos. Pues tenemos que lograr la estabilidad necesaria, en paz y en democracia auténtica, para alcanzar el buen vivir colectivo que merecemos.

Eso es lo primero que yo le pido a la reforma constitucional. Que nos garantice una solidez a prueba de fascismos y otras aventuras.

2
Sobre la sabia relación entre el poder popular y la unidad de poder

Son evidentemente los dos componentes de la ecuación. Y nada serían uno sin el otro. Pero no los veamos como los dos polos en el campo magnético de un imán. Hay otra metáfora que creo es más completa y da una mejor idea.

Poder Popular y Unidad de Poder. Veámoslos como las fuerzas que interactúan en un organismo vivo cualquiera. En uno de nosotros. En mi mismo, que cuando esto escribo estoy vivo y espero estarlo todavía cuando salga publicado. En mi propio cuerpo como ejemplo. En él hay una unidad de poder, a la que llamamos “Vida”. Y hay un funcionamiento al detalle, de cada sistema, de cada órgano, más complejo o más simple, de cada célula incluso, que teniendo, como tienen, una existencia particular, y un funcionamiento propio, pleno de autonomía (valga la metáfora) interactúan obligatoriamente contribuyendo desde su escala de actuación a la unidad del conjunto. Y eso es lo que, a todos, nos hace lo que somos, en pensamiento, palabra y obra.

La verdad es que todo esto luce complicado, pero espero que la sabiduría de mis lectores supere a la mía y logren entenderme.

Pues lo que quiero decir es que el poder debe nacer, fluir y coordinarse, desde las propias bases del pueblo. Y eso es parte primordial del legado del Comandante Chávez. Pero que la reforma constitucional debe ser lo suficientemente sabia, para que todo esté colocado en su lugar como debe ser. Y, digo más, para que esa unidad de poder indisolublemente ligada al poder popular, pueda alcanzar cotas más altas, hasta sentar las bases de lo que Chávez denominaba “poderío nacional”,

Me acojo a unas frases de Chávez:

“…revolución, el poder popular, la conciencia y el poder popular en desarrollo, el poderío popular, el poderío nacional en desarrollo yo creo que es la mejor vacuna contra los golpes de estado” (CH 6.7.2012)

“Ahora el proyecto nuestro, el proyecto bolivariano, el proyecto de la Revolución Socialista, lo que está, lo que busca y lo que viene logrando, lo que venimos logrando, es crear como producto de un esfuerzo colectivo, el nuevo poderío nacional en lo político, y ahí la primera etapa de la Revolución, la revolución política, el poderío nacional, un nuevo estado, una nueva realidad política, una nueva ideología, conciencia, conocimiento; todo eso tiene que ver con el poderío político de una nación, el político, la polis pues, el colectivo, la educación, la cultura, el saber, la acción política, el estado, la sociedad, el poder social, el poder popular, el poderío político, el poderío social, el poderío económico. (CH. 6.6.2012)

Y anótese de paso que justamente 2012, el año en que lanza su definitoria frase COMUNA O NADA, es el mismo año en que una y otra vez insiste en referirse al “poderío nacional” , tal como lo había anticipado el último día del año anterior: “yo hablaba de poder nacional, y voy a seguir insistiendo en esa categoría, el poderío nacional”. (CH.31.12.2011)

He ahí, pues, la segunda cuestión que aspiro a que se concrete en el proyecto de reforma constitucional. Voy ahora a por la tercera.

3
Las creación de las bases materiales para alcanzar la felicidad social.

Me refiero a las disposiciones constitucionales que, en el período histórico que vivimos, logren afirmar poderosamente las bases de una economía sana, productiva y democrática (supongo que es válido ese concepto) que garantice nuestra felicidad social.

Aunque tengo el título de contador, expedido por el Centro Contable en 1964, y me precio de ser un excelente administrador en mis obligaciones, quiero asegurar a mis lectores que de economía no entiendo prácticamente nada. O casi nada. Al menos no lo suficiente como para opinar en relación a las estrategias necesarias, no solo para dejar atrás las dificultades generales de un país asediado, sino además y al mismo tiempo para transformarlo en un país potencia. Es decir, para conquistar el “poderío económico”, del que hablaba el comandante presidente Chávez.

No tengo idea de como hacerlo. Y menos en un proyecto emancipador de transición al socialismo.

Pero lo que si sé, es que sean cuales fueran las fórmulas o ecuaciones económicas que se planifiquen en sus estratégicas y oportunas combinaciones, lo que hay que garantizar es que la reforma constitucional, que entiendo debe ser abierta en ese campo aunque con la bandera de la soberanía al frente, impida para siempre que el poder económico intervenga y manipule el poder político.

Que no haya ninguna posibilidad de que el poder del capital contamine al poder político.

En eso soy un clásico: la política al mando. Y en nuestro caso, al mando debe pertenecer eternamente al pueblo, en el pleno ejercicio de su poder soberano.

Caracas. farrucosesto@gmail.com