Esta semana, dirigentes de la MUD repetidas veces han hablado de lucha pacífica y no violenta de la misma forma que Leopoldo López lo hiciera en 2014 con una de las convocatorias más violentas de la historia de Venezuela denominada La Salida.
Lo que demuestra una permanencia continua del término «lucha no violenta» dentro de la narrativa antichavista, cuyo origen no proviene precisamente ni de Caracas ni de Barlovento ni, por supuesto, Apure.
Porque si tuviésemos que rastrear de dónde viene este término habría que irse hacia 2007 cuando irrumpieron en la política venezolana organizaciones universitarias como los Manos Blancas para protestar contra el cierre del canal RCTV, después de haber sido financiados a través de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid, por sus siglas en inglés).
Justamente para nadie es un secreto que los Manos Blancas, integrado por Freddy Guevara, David Smolansky, Nixon Moreno y Yon Goicochea, entre otros, fueron inspirados en el movimiento serbio Otpor!, y eso fue así porque la juventud que activó este movimiento fue formado por ex estudiantes serbios, como Srda Popovic, exitosos en haber logrado la caída del gobierno de Slobodan Milosevic, contrario a los intereses de Estados Unidos.
¿De dónde proviene la doctrina de la lucha no violenta?
Incluso, el mismo Popovic no tiene vergüenza en afirmar que su éxito en derrocar al gobierno de Milosevic les hizo cambiar su nombre por Canvas para exportar este formato experimentado en su país hacia ex repúblicas soviéticas con el fin de cambiar los gobiernos cercanos a Rusia, en lo que se conoció como el inicio de las revoluciones de colores como mecanismo de intervención blanda de intereses corporativos en países soberanos.
Según el propio Popovic este tipo de movimientos, exitosos en países como Ucrania y Georgia, sólo por citar algunos, se encuentran inspirados y conectadoscon la doctrina de «revolución no violenta», o de golpe suave, del académico Gene Sharp, cuyas cinco fases constan en: ablandamiento del Estado y la fuerza política atacada, deslegitimación, calentamiento de calle, combinación de diversas formas de luchas y fractura institucional.
Sharp, el inspirador y asociado a Popovic y Canvas en la proyección de esta doctrina, es director del Instituto Albert Einstein, y sus principios han sido utilizados para el inicio de las primaveras árabes y distintos movimientos golpistas en Ecuador, Nicaragua, Bolivia y Brasil, en clara sincronía con los intereses de la política estadounidense.
Sin embargo, volviendo al 1 de septiembre y la masificación del término «lucha no violenta» como cubierta de una revolución de color, es gráfico recordar que éstacomienza como estrategia en Serbia en 2000 cuando los formadores de los Manitos Blancas desconocen el triunfo electoral del presidente Slobodan Milosevic e inician un movimiento insurreccional que culmina con su derrocamiento.
La falla de origen de estos planes es pretender desarrollarlos sobre un escenario estático
Ejemplos y mecánica para dar luz al 1 de septiembre
Las revoluciones de colores inspiradas en Serbia se basan en utilizar un hecho político determinado que en muchas ocasiones se da en contextos electorales, como sucedió en 2004 en Ucrania cuando las movilizaciones callejeras hicieron repetir los comicios para que perdiese el elegido Victor Yanukovich. De la misma forma se proyectan con una importante campaña de propaganda, la escenificación de un relato único, el enfrentamiento con fuerzas de orden para provocar una respuesta desmedida y la deslegitimación del Estado y sus autoridades para después justificar la toma de instituciones públicas, la escalada en acciones violentas y la operatividad de políticos contrarios al Estado atacado, apoyados por la diplomacia occidental para aislarlo de su entorno regional e internacional.
Sin embargo, desde que este modelo de «lucha no violenta» ingresó en países como Siria y Libia, su agresividad muestra una evidente mutación cuando los objetivos no son conseguidos y el gobierno no es derrocado. Y esto precisamente se observa en estos escenarios con la imposición de una guerra civil a gran escala luego de que progresivamente se aplicaran principios de la Guerra No Convencional (GNC), aquí descritos, como fase posterior a la llamada «lucha no violenta», contemplada por Sharp.
El ejemplo más claro en Venezuela es el plan La Salida, también basado en la «lucha no violenta», desarrollado de forma sincronizada con la toma de la plaza Maidán en Ucrania. Ambos movimientos, con evidentes muestras de violencia conuso de francotiradores y paramilitares, demuestran esta mutación al usar una agenda vendida como «no violenta» para combinarla con métodos de GNC, y así escalar en agresividad contra el Estado atacado para lograr el objetivo de que su población se rebele contra éste y también se dé el armado de una estructura de gobierno que lo sustituya (paraestados al peor estilo libio y sirio), principio de la GNC.
Pero la «lucha no violenta» deja de ser mera producción propagandística cuando a dirigentes de Voluntad Popular como Yon Goicoechea lo capturan con material bélico (explosivos) para eventuales actos de violencia terrorista que conmocionen a la opinión pública nacional y extranjera, justamente cuando el 1 de septiembre como evento cumbre para la marca «oposición venezolana» se desinfla por su propia falta de peso en la realidad concreta del país. Y si hablamos de recursos combinados, mientras sale a la luz la incipiente cartografía de la desestabilización para el día de mañana de Daniel Ceballos -en documentos contenidos en un dispositivo de almacenamiento de su propiedad, denominados «Plan 1S» y «Agenda de actividades #1S, primeras ideas»-, fueron capturados 90 paramilitares en el barrio Macayapa, ubicado en la parroquia Sucre.
Voluntad Popular buscaba (lo cual no discrimina de seguir intentándolo) compensar la falta de fuerza en la convocatoria para el 1 de septiembre con hechos conmocionantes de alto impacto en la opinión pública, posteriormente combinados con factores irregulares muy posiblemente bajo la modalidad deoperación de bandera falsa, intentando así trasladar esos hechos al chavismo y a las fuerzas de seguridad del Estado venezolano con el objetivo de promover violencia en las calles, tal como lo exige la «lucha no violenta».
Por lo que el término «lucha no violenta», usado por actores políticos como Freddy Guevara y David Smolansky de Voluntad Popular, lo que esconde es lo que sus formadores le han enseñado y han desarrollado como la utilización de conflictos de identidad, en el caso venezolano de carácter político bajo el eje chavismo-antichavismo, para conseguir estos objetivos. Justamente fueron a ellos mismos quienes no les tembló el pulso para llamar a un proceso de desobediencia civil (hoy reculan ese llamado) a partir del 1 de septiembre.
La falla de origen de estos planes es pretender desarrollarlos sobre un escenario estático, como si el chavismo no tuviese experiencia en desarmar y revertir cada uno de los intentos de llenar el país de violencia. Una vez más está evitando que el conficto político se intente dirimir en el campo de la violencia y la sangre, como augura Voluntad Popular y los financistas que están detrás financiando su despliegue.