Análisis Ley del Montes: Furia de titanes

Las alianzas, algunas de ellas impensadas hace un tiempo, entre los ex presidentes Samper y Gaviria contra Pastrana y Uribe terminaron descuadrando el ajedrez político nacional y poniéndole picante a la elección del Procurador General y al Plebiscito.

La elección del nuevo Procurador General de la Nación y la votación del Plebiscito de la Paz terminaron por enfrentar a los ex presidentes Ernesto Samper y César Gaviria contra Andrés Pastrana y Álvaro Uribe.

Aunque en el pasado compartieron cobijas políticas –menos Pastrana y Samper– en esta oportunidad la lucha es por quedarse con el Ministerio Público y con el triunfo en la consulta popular que se llevará a cabo el próximo 2 de Octubre y que servirá para refrendar –o negar– los Acuerdos de Paz del gobierno de Juan Manuel Santos con las Farc.

La decisión de Juan Manuel Santos de ternar por segunda vez a la expresidenta del Consejo Superior de la Judicatura María Mercedes López, el pasado viernes, fue interpretado como otro guiño del presidente a la dupla Samper-Gaviria. Aunque de origen conservador,  y muy cercana al ex presidente Uribe en el pasado –tanto que él quien la ternó para fuera que magistrada del Consejo Superior de la Judicatura– lo cierto es que López es más cercana hoy a las huestes santistas, respaldada por samperistas y gaviristas.

Curiosamente, el Partido Conservador –que había ofrecido su respaldo al ex ministro Eduardo Pizano para que fuera ternado por Santos– terminó avalando el nombre de María Mercedes López. Senadores conservadores con los que hablé se mostraron sorprendidos con la “voltereta” del presidente del partido, David Barguil, y varios atribuyeron su cambio de opinión al papel que habría jugado su suegro, el expresidente César Gaviria.

Antes de que Santos postulara a López para ser Procuradora, el ex ministro Pizano ya había declinado al ofrecimiento que había recibido de la propia Casa de Nariño, por considerar que –al demorarse su postulación– no estaban dadas las condiciones para realizar una campaña que le permitiera derrotar a los también aspirantes Fernando Carrillo y Jorge Fernando Perdomo, ambos muy cercanos a Gaviria. Por esa razón un senador liberal me dijo –en tono de broma– “cualquiera que sea elegido Procurador General, lo único cierto es que será gavirista”.

El otro frente de batalla abierto entre los ex presidentes Samper y Gaviria contra Pastrana y Uribe es el del Plebiscito de la Paz. En este terreno la pelea no solo es más intensa, sino mucho más violenta, pues Samper y Gaviria cuentan con el pleno respaldo de Santos, quien está jugado a fondo con el triunfo del Sí.

Pese a que la Corte Constitucional ordenó una campaña pedagógica tanto por el Sí como por el No, lo cierto es que los colombianos asistimos a un debate plebiscitario en el que los argumentos y las ideas han dado paso a las agresiones verbales y a los agravios.

El presidente Santos –debido a su investidura– está llamado a dar ejemplo de prudencia y cordura, no solo en el uso del lenguaje, sino en su comportamiento como mandatario a todos los colombianos, incluidos los que respaldan el No.

Su recomendación a los alcaldes del país en el sentido de que “ya pueden hacer campaña abiertamente, porque ya no está el que incomodaba” –en alusión al ex procurador Alejandro Ordóñez– no sirve para darle altura al debate, ni mucho menos para aclimatar la reconciliación entre todos los colombianos.

Su intervención el viernes en Barranquilla, donde pidió respaldo al Sí a cambio de inversiones por parte del Gobierno Nacional también fue desafortunada. El Presidente no puede condicionar la realización de obras en Barranquilla –o en la Región Caribe– a cambio de su respaldo al Sí. Entre otras cosas, porque no lo necesita, puesto que –según encuestas recientes– el Sí en la Región Caribe contaría con un apoyo superior al 70%.

El desatinado discurso presidencial del pasado viernes contribuye –sin duda– a una mayor estigmatización del votante de la Región Caribe, señalado por buena parte del país                       –especialmente desde Bogotá– de “vender su voto”, mediante prácticas perversas y antidemocráticas, como el clientelismo y la politiquería. ¿Qué diferencia hay entre ustedes me dan su voto y yo les hago obras, y ustedes me dan su voto y yo les regaló láminas de zinc y bultos de cemento? ¿Es mejor la oferta de Santos que las que hacen los politiqueros en época de elecciones?

Samper y Gaviria, época de vacas gordas
Las relaciones entre César Gaviria y Ernesto Samper han pasado por vacas flacas y vacas gordas. Las primeras tuvieron que ver con el tristemente célebre proceso 8.000 de Samper, quien llegó a la Casa de Nariño para suceder a Gaviria. Por cuenta del escándalo originado por el ingreso de dineros del Cartel de Cali a la campaña liberal, los gaviristas triple A –entre ellos los integrantes del llamado kínder- marcaron distancias con Samper, hasta el punto de que varios de ellos terminaron haciendo parte de los “conspis” (conspiradores). Curiosamente uno de los abanderados de los conspiradores fue el hoy presidente Santos, quien –sin ser gavirista triple A– había sido su primer ministro de Comercio Exterior. Otra figura del gavirismo que se retiró del samperismo por cuenta del 8.000 fue el propio vicepresidente de Samper, Humberto de la Calle, hoy jefe del equipo negociador del gobierno en La Habana. En un gesto que la gran mayoría de los colombianos le reconoció por su valor y entereza, De la Calle renunció a la Vicepresidencia de la República. Pero las vacas gordas de Samper y Gaviria llegaron de la mano de Santos, quien fue ministro de ambos. Los dos tienen mucho juego político y burocrático en el Gobierno a nombre del liberalismo. Entre los organismos de control, el Partido Liberal tiene la Contraloría General, en cabeza de Edgardo Maya Villazón. Ahora van por la Procuraduría General y el triunfo del Plebiscito.

Pastrana y Uribe, el No terminó por unirlos
Álvaro Uribe llegó a la Presidencia de la República con el discurso de la “mano firme contra las Farc” y diciendo en la plaza pública que no le despejaría “un centímetro de tierra a las Farc”. Así ganó. Punto. Su discurso “antifariano” y en especial contra los diálogos del Caguán –llevados a cabo por Andrés Pastrana– no sólo lo convirtió en un fenómeno de la política nacional, sino que terminó por distanciarlo de Pastrana, quien negoció con las Farc de muy buena fe, pero se sintió traicionado por Marulanda y compañía. A la postre esa negociación fracasó. La presencia de José Obdulio Gaviria –como alto consejero de Uribe durante sus dos mandatos– también los distanció. Pero el Plebiscito los unió. Ambos son los grandes promotores del NO y los mayores opositores al SÍ.

El viernes pasado publicaron una declaración conjunta en la que califican la firma del Acuerdo Final de Paz entre Santos y alias ‘Timochenko’ –que se llevará a cabo en Cartagena el próximo 26 de Septiembre– como un “acto de campaña política, seis días antes del Plebiscito”. En la declaración conjunta no sólo cuestionan la invitación de Santos a distintos mandatarios y Jefes de Estado, sino que conminan a los invitados a no asistir al evento, pues incurrirían –según ellos– en “una abierta intromisión en los asuntos internos de Colombia”. Según Pastrana y Gaviria, su presencia incidiría “directamente sobre el libre ejercicio de la voluntad popular”. Piden abstenerse de “interferir con su presencia en el acto de campaña política, el proceso democrático colombiano”. A diferencia de Uribe –que en el pasado ha sido cercano a Santos y a Samper– Pastrana es el mayor enemigo político de Samper, por cuenta del proceso 8.000. Desde entonces Pastrana y Samper son irreconciliables. Y el juego político de Santos a Samper terminó por aumentar la brecha entre ambos.

Nuevo Procurador General, ¿terna de uno o de dos?
La postulación tardía de María Mercedes López por parte del presidente Santos es el mayor obstáculo que tiene la expresidenta del Consejo Superior de la Judicatura. En una campaña en el Senado una semana de ventaja es una eternidad. Esa “eternidad” es la que le tomaron a López los otros dos aspirantes a Procurador General, Fernando Carrillo y Jorge Fernando Perdomo, cuyas campañas están con todos los motores encendidos. La demora de Santos ha sido interpretada en el Senado como un “guiño disfrazado” a Carrillo, su exembajador en Madrid y quien –dicen en los pasillos del Congreso– sería el verdadero candidato de sus afectos.

La estrecha amistad de Perdomo con el exfiscal general Eduardo Montealegre, convertido hoy en “el nuevo mejor enemigo” de Santos –luego de haber sido su aliado incondicional– terminó por restarle puntos al ex vicefiscal, así como su controvertida gestión como Fiscal General encargado. La candidatura de López –como ocurrió la vez pasada cuando se retiró pocos días antes del triunfo de Alejandro Ordóñez, por segunda ocasión– es objeto de controversia, por cuenta de la absolución de la Comisión de Acusaciones de la Cámara en un tiempo record de apenas siete meses en 2015.

La Comisión archivó la investigación en su contra por –supuestamente– haber violado el reglamento del Consejo Superior de la Judicatura. La denuncia contra López había sido enviada por la Corte Constitucional, que a su vez había “tumbado” un fallo suyo que favorecía a Jorge Andrés Montoya Moreno, conocido como ‘El Cantante’, condenado por el Juez Octavo Penal del Circuito de Medellín, Diego Fernando Escobar, a 23 años y 9 meses de prisión. El juez fue asesinado en Medellín en 2010, tres años después de haber proferido la condena.

Conservadores, ¿los grandes perdedores?
El Partido Conservador sería el gran perdedor con una derrota de María Mercedes López. La Procuraduría General es uno de sus grandes fortines políticos y burocráticos, mucho más después del paso de Alejandro Ordóñez por la institución. Y aunque López ha tenido afinidades políticas con varios sectores –incluyendo el uribismo– sus postulaciones han sido a nombre del partido de Caro y Ospina. Si pierde López, los conservadores tendrían que olvidarse de la Procuraduría General como una  entidad amiga.

Y a esa derrota habría contribuido de manera significativa el presidente Santos, no solo por la demora de postular a López, sino porque les había prometido una “candidatura ganadora”, como dijeron algunos senadores de ese partido. Uno de los jefes naturales del partido –el ex presidente Andrés Pastrana– se alejó de las directivas de la colectividad por cuenta de su apoyo a Santos y su respaldo al Sí en el Plebiscito. Al perder la “vocación de poder”, el Partido Conservador quedó amarrado a las cuotas burocráticas, tanto del Gobierno Nacional como de entidades del Estado, entre ellas la Procuraduría General. Y como están las cosas, esa platica está a punto de perderse.