Tanto el Estado Islámico como Israel comparten una serie de enemigos comunes.
El Estado Islámico (EI) irrumpió en el complejo escenario de Oriente Medio con el objetivo declarado de imponer su califato. Sin embargo, las fuerzas gubernamentales en Irak y Siria, los bombardeos aéreos de países como Estados Unidos, Francia, Turquía y Rusia, así como la oposición de otros grupos armados internos, han conseguido que los yihadistas estén perdiendo paulatinamente territorios bajo su control.
Por ello, en el último año, han tratado de contrarrestar su perdida de poder en la zona con atentados en el exterior, como los sufridos en Francia y Bélgica pero también en Líbano o Jordania. Y en el marco de esta nueva forma de actuar sería lógico pensar que uno de los objetivos prioritarios del EI dentro de la región es Israel, algo que, sin duda, sería bien recibido por muchos de sus seguidores y simpatizantes.
Sin embargo, no parece que el gobierno del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, centrado en acabar con cualquier idea que suponga la creación de un Estado palestino, esté muy preocupado por esta amenaza. Entre las razones, podríamos encontrar las siguientes.
Estado Islámico: «Palestina no es la causa principal de los musulmanes»
El pasado mes de marzo, el Estado Islámico explicó en un artículo publicado en el semanario al-Naba, titulado «Jerusalén, ante todo una cuestión de derecho islámico» por qué no contemplaba lanzar ataques contra Israel. Para el grupo yihadista la causa palestina no debe recibir un trato preferencial en la comunidad musulmana.
«Si observamos la realidad del mundo de hoy, vemos que este se encuentra totalmente gobernado por el politeísmo y sus leyes, a excepción de las regiones en las que Alá ha hecho posible que el EI establezca su religión. Por lo tanto, luchar en Palestina no es distinto de luchar en otros lugares», explicaba el texto.
El artículo también critica la idea defendida por algunos líderes árabes durante décadas sobre que «Palestina es la causa principal de los musulmanes». No obstante, la organización yihadista no renuncia a un futuro enfrentamiento, pero asegura que se producirá una vez que los musulmanes sirios y egipcios derroquen a sus propios gobiernos y, así, ayudar a los palestinos en su batalla contra Israel.
Esta parte no difiere mucho del audio difundido a finales de diciembre de 2015, en el que Abu Bakr Al Baghdadi, advierte a los israelíes: «Pronto, muy pronto con el permiso de Alá, escucharéis los pasos de los Mujaidin. Día a día, nos estamos acercando a vosotros. Judíos, no nos hemos olvidado de vosotros», dice el máximo dirigente de EI, prometiéndoles un «duro castigo» en un día que «os parece lejano pero nosotros lo vemos cercano».
Israel: «Los enemigos de mis enemigos son mis amigos»
Pero quizás la razón más importante es que tanto Estado Islámico como Israel comparten una serie de enemigos comunes. El principal de ellos es Irán, pero también lo son el gobierno sirio de Bashar al Asad, el movimiento chiíta Hezbolá en Líbano, las milicias chiítas en Irak o los Hermanos Musulmanes en Egipto.
Así lo reconocía, a finales de junio, el jefe de la inteligencia militar israelí, el general Herzi Halevi, durante un foro internacional de seguridad: «La derrota de Estado Islámico en Siria e Irak no serviría a los intereses de Israel, ya que ello causaría que Israel se quede solo ante el poderío militar de Irán y Hezbolá, el movimiento de resistencia islámica del Líbano».
De hecho, según las declaraciones que hizo el ex empleado de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA, por sus siglas en Inglés) Edward Snowden, en junio de 2014, los servicios de inteligencia de EE.UU., Reino Unido e Israel colaboraron juntos, a través de los servicios de inteligencia israelíes (Mossad), en la creación de una organización terrorista capaz de juntar a todos los extremistas del mundo.
De acuerdo con las filtraciones de Snowden, «la única solución para la protección del Estado judío es crear un enemigo cerca de sus fronteras». Además, señalaban que el Mossad procuró el entrenamiento militar, cursos de oratorio y teología, al líder del Estado Islámico, Abu Bakr al Baghdadi.
La distancia geográfica
Shlomo Brom, investigador del Instituto para los Estudios de la Seguridad Nacional de Israel, explica que una de las razones está en la geografía, ya que sin una frontera común es difícil que EI pueda hacer daño a Israel.
«Primero describamos la situación: la mayor parte del territorio bajo control de Estado Islámico está lejos de Israel. El único lugar relevante es una zona pequeña adyacente a la frontera con Israel en los Altos del Golán, que está controlada por una organización de rebeldes sirios que se declaró fiel a EI», afirmó Brom a ‘BBC Mundo’.
Sin embargo, el periodista Pablo Esparza sostiene en el artículo que la distancia geográfica no fue un impedimento para cometer ataques en lugares alejados del territorio controlado por los yihadistas, como París o Niza, y argumenta que los expertos señalan que hay un mayor control y protección por parte de la inteligencia israelí sobre su territorio.
Maria Jesús Vigo Pastur