Cincuenta y cinco años de la hazaña de Los Aguiluchos De un avión llovieron hojas que denunciaban el asesinato de Livia Gouverneur

La cárcel se convirtió en una escuela. Compañeros profesores universitarios, personas con más experiencia, como por ejemplo José Rafael Núñez Tenorio, Héctor Rodríguez Bauza, Antonio García Ponce, Luis Emiro Arrieta, contribuyeron a esa formación política, ideológica, estudios formales y formación cultural para los que estaban allí

El 27 de noviembre de 1961, hace 55 años, cinco estudiantes de bachillerato desviaron la ruta de un avión, lleno de pasajeros y sobrevolaron Caracas para lanzar volantes por toda la ciudad.

En el volante denunciaban el asesinato de la joven estudiante universitaria Livia Gouverneur y la violenta represión desatada contra las fuerzas populares por el gobierno adeco de Rómulo Betancourt. La noticia se conoció en todos los países del mundo.

Rafael Bosque, Comandante del grupo que desvió la nave, describe la acción como una tarea, organizada por el Partido Comunista de Venezuela, (PCV), ejecutada por la Juventud Comunista, para dar a conocer la situación que imperaba en Venezuela y para que el gobierno sintiera una respuesta a la forma como estaba conduciendo la política en el país.

Esta acción, denominada Operación Livia Gouverneur, fue considerada como un acontecimiento de impacto mundial que se había cumplido en forma perfecta. Hoy, forma parte de los hechos que contribuyeron al arribo de la Revolución Bolivariana, resalta Bosque.

“Cien por ciento positiva, resultó tal como se planificó, pues se realizó sin tropiezos. No hubo problemas para los pasajeros, los tripulantes, ni para nosotros. Fue una pequeña contribución, un granito de arena, dentro del mar de hechos que este pueblo hizo en esa etapa histórica por liberase y construir un mundo de justicia y paz”, aseguró.

COMPROMISO CON EL PUEBLO

Bosque destacó el desprendimiento que hubo, por parte de los jóvenes, que sin esperar prebendas personales, arriesgaron su vida, pues pese a lo bien calculado, cualquier detalle fortuito e insignificante podía causar una tragedia.

“Estábamos conscientes de eso, pero actuamos guiados por nuestro sentido de la responsabilidad y el compromiso por la Patria. Confiamos en el partido y honramos la confianza que nos dio”, explicó Bosque.

DESVÍO DEL AVIÓN

“No nos conocíamos. Éramos cinco estudiantes: Efraín León Ascanio, 22 años, militante de la JC, sector de El Manicomio; Gilman Bracamonte, 20 años de El Cementerio, parroquia Santa Rosalía; Rubén Basilio Palma, 22 años, de ese mismo sector, ambos militantes de la JC; Antonio Paiva, estudiante de Ingeniería en la Universidad Central de Venezuela (UCV) y Rafael Bosque, estudiante de bachillerato y militante de la Juventud en la parroquia San Juan, Comandante del grupo”, recordó.

“Cada quien estaba en su sector, ellos en sus barrios, Paiva en la universidad y yo me encontraba en lo que llamaban el Aparato Especial. Nos vimos la primera vez cuando nos reunimos para recibir las instrucciones”, apuntó.

“Actuamos con serenidad. Tanto que cuando llegamos donde chequean el embarque la muchacha que estaba allí me pegunta: Vas a llevar eso como equipaje de mano?” y le contestamos :“Sí”. Ella me preguntó de nuevo: “Van a llevar en mano ese equipaje? y que llevas allí?”.

Le dije: “Un estuche con una ametralladora y un maletín lleno de propaganda” y todos nos reímos. Ella también rió: Eso marcó el ritmo de la acción desde el comienzo al fin”.

“Estábamos muy claros de que debíamos llevar todo como equipaje de mano. Eso no podía pasar al compartimiento de equipaje porque de ocurrir, cómo sacábamos eso de ahí”, reflexionó.

“Pero en esa época no había detectores de metales, ni chequeo visual. Pasamos sin problemas”, explicó.

MARCO HISTÓRICO

Desde principios del año 60, a mediados del 61 la situación política comenzó a agudizarse debido a la dictadura disfrazada de democracia que encabezaban los partidos Acción Democrática y Copei y que hacía honor al acuerdo político suscrito por sus cúpulas en el norte y ratificado aquí en el Pacto de Punto Fijo.

Señaló que el pueblo esperaba, después de la caída de la dictadura de Pérez Jiménez, una mejoría económica y la solución de sus graves problemas sociales, pero encontró que se manejaba un criterio de limitación, dificultad, presión, y represión.

“Había mucha gente encarcelada, hasta se llevaban para las Colonias Móviles de El Dorado, en Santa Elena de Uairén, a los estudiantes capturados en las manifestaciones populares de protesta por la situación del país, aplicándoles un decreto que llamaban la Ley de Vagos y Maleantes”, indicó.

“Surgieron las manifestaciones de descontento. La represión contra el pueblo y las fuerzas de izquierda agudizó la contradicción entre gobierno, pueblo y fuerzas de izquierda. El gobierno respondió con más represión “, subrayó.

El Comandante de Los Aguiluchos recordó que Betancourt se rodeó de una camarilla de origen cubana proveniente de los aparatos represivos del dictador Batista, que se enquistó en el aparato policial político, en ese momento la Digepol, entre los que figuraban Salvador Romaní y Posada Carriles, quien después participó en la voladura del avión de Cubana de Aviación en 1976.

-Ante toda esa situación debía haber una respuesta del pueblo y de la izquierda. La gente del Partido Comunista y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) un desprendimiento de AD producido en el 60, consideró que no era suficiente la lucha callejera, el debate en el congreso, los discursos, las denuncias.

“Juzgaron que estaban dadas las condiciones para pasar a otro tipo de lucha y en marzo del año 61 el PCV realiza su tercer Congreso y allí toma la decisión de ir a la lucha armada”.

“Se organiza la operación para la cual fuimos escogidos. Nos reunimos varias veces con un piloto que conocía las características de los aviones. Explicó los detalles de la nave que era necesario conocer, como moverse dentro de ella.

Subrayó que todo se planificó: “Qué día, a qué hora, la logística, que consistía en la propaganda, las armas, los pasajes del avión, es decir, todo lo necesario, lo más rápidamente posible, tomando en consideración que por primera vez se realizaba una acción de ese tipo. Se hizo 26 días después de la muerte de Livia”.

LAS CONSECUENCIAS

Aparte del objetivo propagandístico, nuestra misión hizo que muchos adquirieran conciencia de la situación política que se estaba viviendo y después motivó a muchas personas a incorporarse al proceso-precisó Bosque.

“Fue tal el incremento que al año siguiente se abrieron los frentes guerrilleros rurales que ya en los años 60 y principios del 61 estaban organizándose y entrenándose. Mucha gente tomó la decisión de incorporarse a la lucha armada. En forma inmediata”.

Dijo que en lo personal, como partícipes del hecho tenían que sufrir las consecuencias: “Estuvimos presos durante 4 años y medio. Caímos el 27 de noviembre de 1961 y salimos en marzo del 66”.

La cárcel se convirtió para nosotros en una escuela. Compañeros profesores universitarios, personas con más experiencia, como por ejemplo José Rafael Núñez Tenorio, Héctor Rodríguez Bauza, Antonio García Ponce, Luis Emiro Arrieta, contribuyeron a esa formación política, ideológica, estudios formales y formación cultural para los que estábamos allí, agregó.

T/Mercedes Aguilar
F/Archivo