Fue el presidente Franklin D. Roosevelt quien creó la Organización de Servicios Unidos (USO), organización no oficial sino oficiosa que tendría como misión apoyar emocionalmente a las tropas gringas en cualquier frente de batalla.
Desde la Segunda Guerra Europea (llamada Segunda Guerra Mundial), la guerra en Corea, la guerra de Vietnam, la guerra del Golfo y seguramente en las guerras que se libran actualmente, un grupo de celebridades del cine, del teatro, de la música, del deporte y otros menesteres conexos, han participado en estos shows. Nombro algunos sin especificar orden cronológico o conflicto bélico:
Glenn Miller, Marilyn Monroe, Bing Crosby, Danny Key, Ginger Rogers, Errol Flynn, Charlton Heston, John Wayne, Raquel Welch, Jay Leno, Steve Martin, las Cheerleaders Dallas Cowboys, Sheryl Crow, raperos, también las Conejitas de Playboy, comediantes y deportistas destacados, entre otros.
Quien haya visto Apocalipse Now, película dirigida magistralmente por Francis Ford Coppola, se podrá dar una idea más completa y visual de esta apreciación.
Se recuerda a las hermanas Andren cuando cantaron para las tropas gringas estacionadas en Inglaterra. Marlene Dietrich participó varias veces en presentaciones cuando la Segunda Guerra Europea. Mónica Lewis viajó a Corea a entretener a los soldados yanquis que intervenían allí. La diva española Carmen Sevilla actuó para los soldados españoles que iban a enfrentar a los insurrectos en Marruecos en el año 1957. Marta Sánchez y su grupo Olé Olé se presentaron en Navidad ante la tripulación de la fragata española Numancia, destacada en el Golfo Pérsico cuando España secundaba a los yanquis en la Operación Tormenta del Desierto durante la Guerra del Golfo de 1990.
Marilyn Monroe realizó presentaciones como cantante en Japón para entretener a las tropas estadounidenses que se dirigían a la guerra de Corea. Cuentan que se armó una trifulca entre los soldados por competir y situarse lo más cerca de la actriz para disfrutar de sus atributos sensuales.
Alton Glenn Miller se presentó como voluntario en el Ejército, luego de ser rechazado por la marina debido a sus 38 años de edad. Logró convencer a los jefes que su música elevaría la moral de la tropa, fue asimilado con el rango de capitán y llegó a ascender hasta el grado de mayor. En 1943 en plena guerra Glenn Miller y su banda de 50 músicos fueron enviados a Londres, donde realizó cientos de presentaciones. Miller murió cuando el avión que lo llevaba a París desapareció misteriosamente.
Podemos compartir la opinión de especialistas de la psiquiatría y/o psicología quienes argumentan sobre la necesidad de proveer a las tropas en guerra, incluso a los poblaciones civiles afectadas por los hechos bélicos, de diferentes entretenimientos musicales, teatrales, deportivos como una manera de bajar el estrés, el miedo y la desesperanza. Hace pocos meses pudimos observar después de la primera liberación de la ciudad de Palmira en Siria, la cual se encontraba bajo la ocupación del Daesh (Estado Islámico), cuando se presentó un concierto que ofreció la Orquesta Sinfónica de Moscú.
El pueblo venezolano está sometido a los rigores de una guerra no convencional que ha producido una desarticulación metabólica general, la cual perturba todo el sistema social. Afecta a todas las expresiones de la vida cotidiana que, aunado a la baja abrupta del ingreso petrolero impuesto por una política imperial para causar daño a la Federación Rusa, Irán y Venezuela, ha degradado las condiciones materiales que sostienen un nivel soportable de existencia.
Esto ha trastocado los valores para imponerse el «sálvese quien pueda» por encima del espíritu de la solidaridad, el bachaquerismo desplazó al comercio regular y se infiltró en el propio comercio formal, la relación comercial priva sobre el compañerismo, la amistad y el trato vecinal. Pareciera que la máxima de Adam Smith se estuviera cumpliendo en su peor acepción: «Todo hombre vive del intercambio, o se convierte de algún modo en un comerciante».
Ante esta guerra implacable, multifactorial y criminal que está sufriendo y resistiendo el pueblo venezolano, la dirección política y el Gobierno Bolivariano hacen esfuerzos titánicos para atender y solventar la difícil, «extraordinaria e inusual» situación que padece la población. Es allí donde se inscriben los eventos de Corazón Llanero, y más reciente Corazón Salsero, intentando a la vez promover nuestra cultura nacional y caribeña, ofrecer un espacio y tiempo para la alegría, el entretenimiento, y tratar el estrés producido por la dificultad en el acceso de los alimentos, medicamentos y otros servicios esenciales.
El problema reside en que la mayoría de la población, aunque padece esta guerra en su contra, no la reconoce como tal y culpa al gobierno y a su principal líder de sus penurias. Los espectáculos y eventos hechos para su salud mental lo perciben como un gasto innecesario, una botadera de dinero, por lo tanto no ayudan al objetivo trazado.
Estamos en guerra, materialmente es evidente, pero hemos fallado en lo simbólico. Debemos ocuparnos de que la población esté consciente de la guerra y de los graves peligros que nos acechan, sólo así en un «estado de guerra» podrán ser útil los eventos como Corazón Llanero y Corazón Salsero. No disponemos de una organización como la USO gringa, pero contamos con el mejor animador del país, Winston Vallenilla, y con el experimentado movilizador y montador de eventos, Darío Vivas.
El espíritu de lucha con sus cantos, sus himnos y sus artistas cuando derrotamos el sabotaje petrolero, pudiéramos calificarlo hoy como Corazón Guerrero.