Eligio Damas
El Partido Podemos no es nada distinto a la expresión de un grupo republicano, con un programa asimilable a cualquiera socialdemócrata, sólo que en España, donde todavía se siente el peso del franquismo versión nacional del nazi-fascismo, tanto como para mantener un decadente régimen monárquico y haberle dado sustento, pertinencia y vitalidad a los deseos separatistas de catalanes y otros «regionalismos» de vascos y canarios. Pero esa discreta fuerza en lo cuantitativo y su aspiración de cambio, que pudiera ser fundamentalmente antimonárquica y sin duda antifascista, genera mucha incomodidad en los altos niveles de quienes gobiernan, sobre todo los del PP de Rajoy. No parece ser insensato pensar que hasta la propia monarquía tenga frente al partido de Pablo Iglesias la misma ojeriza, pues así como entre los catalanes ha tomado demasiada fuerza el ansia separatista, lo que de por sí es una expresión también contra aquella, en España toda, la idea republicana se expande como en el pasado, cuando nació la Primera República Española. Estos dos fenómenos, el republicanismo que crece en España, donde el PSOE debe compartir su viejo espacio con Podemos y el asunto catalán, sin hacer mención al País Vasco, empujan al PP, que fue de Aznar y ahora de Rajoy, pero del legado franquista, asumir posiciones cada vez más reaccionarias y antidemocráticas. Además, en el mundo globalizado de hoy España aparece demasiado alineada al bloque capitaneado por EEUU y eso es otro asunto que alienta la divergencia. Para gente progresista y muy discreta como Podemos, la España aliada de las causas más innobles, como las agresiones del grupo de la OTAN de la cual forma parte, les resulta impertinente, les genera deseos de cambio y de justicia.
Por eso el PP, Rajoy y su gente, y quizás la monarquía de manera cuidadosa, hacen lo posible por destruir a Podemos. Pablo Iglesias y últimamente José Luis Monederos, quien ya nada tiene que ver con el Partido Podemos, dan todas las muestras posibles de su distanciamiento hasta con el legado de Chávez y el modelo de Maduro, pero el gobierno español insiste en el tema de acusarlos de ser financiados por éste. Es más, en una reciente sesión de la Asamblea de diputados española, donde se acusó de todos los flancos, incluso desde Ciudadanos, el PSOE y representantes de grupos catalanes, vascos y canarios al gobierno de Rajoy y a éste mismo de corrupción, pecado que es del conocimiento público, pues hasta dirigentes del partido gobernante están presos, o sujetos a procesos judiciales por desfalcar al Estado, al defenderse, sólo atinó a repetir el manido discurso que Podemos era financiado por Maduro.
Podemos no es pues más que un grupo socialdemócrata, republicano que recoge el espíritu, las aspiraciones del pueblo joven de España y sobre todo con una enorme preocupación por los problemas de la gente, como los migrantes procedentes de todo el mundo, empezando por el nuestro, de las desahuciados, desempleados, ancianos, etc. Pero es por esencia, un movimiento contra el fascismo que todavía se regodea en España, aunque en pleno retroceso. Tanto que, a Rajoy, le ha costado sobremanera mantenerse en el poder.
Luisa Ortega, según tengo entendido, viene de un grupo de esos de la llamada «nueva izquierda». De donde salieron muchos de quienes ahora gobiernan. Un movimiento que se definía como antiimperialista, socialista y por supuesto anticapitalista; dicho de esa manera para hacer una definición precisa del origen de la que fue Fiscal. Su distanciamiento del gobierno lo ha justificado con razonamientos que servirían para calificar a este y quienes lo forman como absolutamente contrarios a lo que fue su militancia, lo que es lo mismo decir lo que fue o debería seguir siendo Luisa Ortega. O lo que es lo mismo, la ex fiscal comenzó por acusar al gobierno de haber abandonado el legado de Chávez, gobernante este con quien ella tuvo una «perfecta convivencia».
Pero desde que rompió con el gobierno y en su larga y costosa travesía, lejos de buscar la solidaridad de quienes deberían ser los suyos, viniendo ella de aquel mundo y ser una «revolucionaria», ha hecho lo contrario de lo que eso significa y demanda, se ha dejado usar por las fuerzas, personas y sectores históricamente contrarios a los ideales que decía defender. ¿Qué relación sana puede haber entre una ex militante izquierdista y personajes como Macri de Argentina, Santos de Colombia y Temer de Brasil? A un revolucionario que le llegase a suceder algo, motivado a excesos del gobierno o abusos de algún personaje, no le queda otra opción moralmente aceptable que buscar a los suyos para denunciar lo injusto, defenderse y protegerse. ¿Cómo concebir que al gobierno de Maduro, con toda la ineficiencia y hasta corrupción que en él pueda haber habido y hasta haya, lo utilice Luisa Ortega para pasarse del lado fascismo, como el prestarse para intentar destruir a Podemos de España, que es hacerlo básicamente con un movimiento democrático y sencillamente republicano que recoge el sentir de fuerzas emergentes del movimiento popular de ese país, de Europa y hasta del mundo todo? ¿Cómo entender que Luisa Ortega, según ella revolucionaria, víctima de la «dictadura», se preste para fortalecer al fascismo de Rajoy, hoy pieza importante de la política agresiva de los Estados Unidos y Donald Trump? ¿Cómo aceptarle se pliegue a agentes del imperialismo, del rapaz capital internacional y hasta la CIA como Macri, Santos y Temer?
Según un reporte de prensa, Luisa Ortega Díaz, «revolucionaria», que no viene de aquella vieja izquierda, a la que la nueva de la cual formó parte, sataniza con frecuencia por la conducta de ciertos personajes, que fueron tan negativos como muchos de esta, ha sido «cordialmente invitada», tanto que iría a Madrid con todos los gastos «cubridos», como diría Blanca Ibáñez, por el Senado español, bajo el control de la ultraderecha, que siendo española dice demasiado, para declarar como testigo contra Podemos. Es más, la «revolucionaria» Luisa Ortega iría como invitada, acompañada del señor Freddy Guevara de Voluntad Popular, tal como informó Luis Aznar – tome en cuenta el lector el apellido –, vocero del PP de Rajoy en el Senado; se les cita porque «no sólo tienen conocimiento de esas prácticas» – se refiere a lo del presunto financiamiento a Podemos por parte del gobierno venezolano -, sino incluso disponen de documentación que podría probar» lo que intentan «probar» para destruir a Podemos». Es decir, Luisa Ortega iría allí con los documentos en las manos a denunciar a Podemos. En mi tiempo de militante clandestino a un personaje como ese se la calificaba de «sapo», término por demás despreciable. Lo que es peor si se trata de una solemne mentira.
El link conduce a un diario afecto al bando opositor que informa lo que aquí comentamos:
Por cierto, se trata de una investigación varias veces cerrada por falta de pruebas. Esta vez, según se desprende de la información, la señora ex Fiscal, asistirá como testigo de quienes según lo que ella ha dicho ser, están en la acera de enfrente en sus sueños de siempre. Si el Senado español la citó y ya fijó fecha para la audiencia, no cabe duda que eso se planificó bajo su previa aceptación y allí acudirá a decir y mostrar «los documentos que posee», para demostrar lo que el PP de Rajoy no ha podido probar. Ha descendido tanto Luisa Ortega que se deja utilizar para tareas ruines como esas. Está sirviendo de simple agente «internacional» para intentar destruir hasta bellos y como inocentes proyectos, como ese de Podemos, al cual pese lo dicho, tampoco se le puede calificar como una fuerza que amenace la democracia y menos al capitalismo. Si acaso, es sólo un movimiento popular, democrático, republicano, antifascista y antidemocrático y contra él, ¡ah cosa más triste!, se deja usar la «revolucionaria» Luisa Ortega.
Al margen de lo que cualquier revolucionario venezolano, quiérase llamar chavista o no, un hombre de la izquierda, pueda pensar del gobierno de Maduro, ante esta información que envuelve a la Fiscal, definitivamente no le cabe duda que la señora de verdad, verdad, saltó la talanquera y es poco creíble lo que diga. Es hasta un asunto de dignidad. Ese salto suyo, si es en verdad digno de registrarlo en los archivos olímpicos.
Razones sobran para creerle a Tareck William Saab.
¡Qué bárbara!