Más allá de las batallas y victorias electorales, la Revolución Bolivariana debe librar todos los días la batalla estratégica, que es la batalla de las ideas, que no se hace solo desde el debate teórico sino que se da en el ejercicio real de la ética política. En ese sentido esa batalla estratégica, considero, debemos profundizarla en al menos estas tres dimensiones:
- Democracia revolucionaria: Debemos seguir trascendiendo lo meramente electoral y avanzar en la consolidación de las experiencias de autogobierno popular, Comunas y Consejos Comunales, así como de las nuevas formas de propiedad social comunal, obrera, campesina y pública, iniciadas en la primera década de la Revolución.
En esta dimensión, también es necesario rescatar la nueva cultura democrática que el chavismo trajo a la sociedad venezolana, la crítica, la autocrítica, la contraloría social, la interpelación popular, a la cual, como decía nuestro Comandante Chávez no le debemos temer, por el contrario la necesitamos para avanzar.
Satanizar esta cultura crítica de la democracia revolucionaria, con el banal argumento de quien critica es un traidor, es matar el espíritu libertario y plural de nuestra Revolución. Traidores son los corruptos que nunca critican cuando están en sus mieles, pero cuando huyen de la justicia venezolana, se declaran testigos protegidos del Imperio e intentan arrastrarnos a todos en el lodazal de sus corruptelas y desviaciones. Esos si son traidores y traidoras.
- Modelo económico socialista: El Socialismo Bolivariano de Chávez, plantea una economía mixta, pero esto no debe confundirse solo con el desarrollo de empresas mixtas con el sector privado. En realidad se trata de que reconociendo la existencia e importancia del sector privado, la Revolución debe desarrollar experiencias de propiedad y relaciones de producción no capitalistas.
Al respecto, observo con preocupación una renuncia a la consolidación y construcción de experiencia socialistas, y más grave aún, procesos de reversión hacia el capitalismo del incipiente y pequeño modelo económico socialista iniciado por la Revolución Bolivariana.
Necesario es debatir cómo construiremos el Socialismo Bolivariano, si solo se apuesta al fortalecimiento del sector privado capitalista y a la desnacionalización de lo público. Son los temas que debemos debatir de cara a lo estratégico.
- Transformación ético cultural: La Revolución Bolivariana surgió, entre otras razones, como una respuesta al corrompido sistema del Pacto de Punto Fijo. No haber castigado a los responsables del latrocinio cometido durante ese régimen, durante la Asamblea Nacional Constituyente de 1999, fue un error.
La impunidad es la mayor promotora de los delitos. Al dejar intacto el aparato corruptor, público y privado, éste desde los inicios captó a buena parte de los nuevos burócratas y hasta algunos dirigentes.
Pero el problemas es más profundo, al no desarrollar una política de transformación cultural basada en la construcción de valores para una sociedad con una vida modesta en lo particular y en lo colectivo, sino que por el contrario al expandir los derechos económicos y sociales, sin combatir en el plano cultural el consumismo estructural de nuestra sociedad, dimos pie a una demanda infinita cuya consecuencia es la búsqueda del enriquecimiento a cualquier costo. De allí los altos niveles de delincuencia y corrupción.
Es bastante lo que tenemos que rectificar en esta dimensión, por lo pronto saludo y respaldo la valiente lucha contra la corrupción que está librando el Fiscal General de la República. Ya basta de corruptos y corruptas, que son los traidores y traidoras de todas las horas.
Pero más allá, debemos redoblar la marcha para forjar una cultura del trabajo honesto y del logro de una vida digna, no solo en lo material, sino fundamentalmente en lo espiritual.
Estamos en una nueva batalla electoral, ahora vamos por la victoria en las municipales, pero no olvidemos la otra batalla, donde está la victoria estratégica, la gestación de una nueva sociedad que de verdad sea humana. Para ello, como nos recuerda el compañero Ricardo Menéndez, hay que volver siempre a Chávez.