Escrito por Alí Rodríguez Araque
Categoría: Energía y Petróleo
La existencia de hidrocarburos en el territorio venezolano era conocida desde tiempos inmemoriales. Pero fue solo en 1907, cuando se otorgaron las concesiones que transformaron a Venezuela en exportadora. Entre 1928 y 1970 fue el exportador más importante del mundo.
El mercado doméstico de los hidrocarburos era en principio insignificante. Pero escaló, y es hoy en día un importantísimo mercado. Sin embargo, los impuestos que pueda pagar la industria petrolera por la producción destinada al consumo local, simplemente constituyen tributos que asume la petrolera estatal. Valga decir, nada se paga por el recurso natural demandado en el mercado local.
En cambio, al convertirse Venezuela en un país exportador en 1917, el petróleo ya había revelado su potencial como fuente de una renta internacional.
Los impuestos que pudieran pagar los concesionarios exportadores de petróleo, más allá de los impuestos usuales, habrían de constituir una renta de la tierra internacional la que, en última instancia, pagarían los consumidores foráneos al Gobierno nacional. Los concesionarios serían entonces, objetivamente, meros agentes de retención.
El valor de exportación tiene un componente que expresa una renta de la tierra internacional; en cambio, el mercado doméstico no lo tiene, toda vez que el crudo no es fuente de una renta de la tierra nacional.
En consecuencia, dada la importancia creciente del petróleo como fuente de divisas a lo largo de los años, la política petrolera venezolana giró, y sigue girando, en torno a ella. Más aún, la política económica nacional giró, y sigue girando, en torno a su distribución, quiere decirse, en el empeño de poner las captaciones internacionales al servicio del desarrollo económico país.
Esta política, desde 1936, se conoce como sembrar el petróleo.
En cambio, la política petrolera venezolana en lo que atañe al mercado doméstico siempre se ha manejado con indiferencia en medio de la confusión en torno al petróleo como fuente de divisas.
Sin embargo, con la creciente importancia de la renta de la tierra en los precios internacionales del petróleo venezolano, sumada al aumento del consumo doméstico, esta indiferencia ya no puede seguir tolerándose.