El culto a Maria Lionza es un icono cultural venezolano, de alcance nacional, que ha trascendido las fronteras del país y que, además, se ha constituido en un hecho de interés turístico cultural de alta aceptación en un amplio sector de la sociedad.
Se trata de una manifestación mítico religiosa que tiene sus orígenes en la montaña de Sorte, que abarca parte de los municipios Bruzual y Urachiche en el estado Yaracuy, región centro occidental del país.
La veneración a la diosa indígena María Lionza, una de las deidades más conocidas del país, es uno de los cultos que define la venezolanidad desde su más arraigado sentimiento cultural.
Estaba basada en una leyenda que cuenta sobre una princesa llamada Yara, de la etnia Nivar, que debía ser sacrificada al Dios de las Aguas, el Gran Anaconda, quien en vez de tomarla en ofrenda se enamoró de ella y se unieron para siempre.
Desde entonces, según cuenta la fábula indígena, la princesa se volvió la diosa protectora y dueña de las lagunas, ríos y cascadas, madre protectora de la naturaleza, animales silvestres y reina de la montaña.
Aunque no hay documentación oficial que verifique la existencia de la princesa Yara, sí existen algunos escritos fechados en 1550 en los que colonizadores mencionan el mito indígena, que sobrevivió a la conquista española.
Este mito fue transformándose con la influencia cristiana en Nuestra Señora María de la Onza del Prado de Talavera de Nivar y, posteriormente, a María de la Onza, la actual María Lionza.
El culto tomó especial relevancia en la década de los 50 del siglo XX, cuando, durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, éste mandó a construir una estatua que representara a la mítica reina, a la que presentó desnuda montada en una danta y con una pelvis en sus manos alzadas.
La esfinge se colocó en la autopista del Este, cerca de la Universidad Central de Venezuela. Fue diseñada por el escultor Alejandro Colina.
En los años 60 el culto se hizo popular, gracias a Beatriz Veit-Tané, una sacerdotisa caraqueña que se dedicó a promover la imagen de la diosa indígena y la transformó en el símbolo espiritista que hoy conocemos.
Su popularización fue tal que hasta una canción le compuso el cantautor panameño Rubén Blades, que conmemora el mito a una de las deidades más conocidas del país, en la que resalta la belleza y la bondad de la noble reina.
Expresión de fe y esperanza
El 12 de octubre constituye una fecha de gran importancia para la adoración de la reina María Lionza, día en el que sus seguidores se concentran en la montaña de Sorte y rinden tributo a su deidad con el conocido Baile en Candela, que se realiza sobre brasas ardientes y que combina el sacrificio del dolor humano con la fe espiritual.
Juan Carlos Colmenárez, de Marín, municipio San Felipe, refiere que su devoción por la reina María Lionza nació hace diez años, cuando recurrió a ella para que le hiciera un favor y le salvara a su hijo que para entonces sufría de una fuerte neumonía.
El milagro se cumplió y su hijo mejoró notablemente, desde entonces todos los 12 de octubre viaja a la montaña de Sorte para adorar a su diosa.
«En mi casa le tengo un altar y siempre le pongo sus velas y le rezo oraciones; y los 12 de octubre vamos en familia, incluyendo a mi hijo, quien hoy es un sano adolescente, a unirnos a la veneración que le rendimos quienes creemos en ella», comenta Colmenárez.
Se define como «un ferviente fiel y servidor de mi reina».
Edgardo Montero, de Chivacoa, municipio Bruzual, participa en el Baile en Candela, autorizado por las sacerdotisas de la montaña. «La Reina me da las fuerzas necesarias para traer su mensaje y ayudar con su favor a quienes lo necesitan».
Rubén Tamanaco, en su blog El Culto a la Reina María Lionza, refiere que «una de las razones más importantes por las que algunas personas se sumergen en el mundo del espiritismo Marialioncero es buscando sanación para algún problema de salud.
El practicante espiritista Edgardo Montero, de Chivacoa, agrega que «adorar a la Reina María Lionza es cuestión de fe, de creer, de aceptarla como la responsable de la curación física y espiritual, como la guía de nuestras vidas, de quienes creemos en ella».
Turismo religioso
La presidenta de la Corporación Yaracuyana de Turismo (Coryatur), Egilda Figueredo, considera que el mito de María Lionza trasciende lo espiritual y se convierte en un fenómeno social muy arraigado en Yaracuy, en el que convergen lo mítico con lo religioso.
«María Lionza es un icono cultural yaracuyano, de alcance nacional, que ha trascendido nuestras fronteras y que, además, se ha constituido en un hecho de interés turístico cultural de alta aceptación en un amplio sector de la sociedad», comenta la vocera.
La regente de Turismo indicó que este culto es único en el mundo, por lo que el Gobierno revolucionario hace las gestiones para que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco por sus siglas en ingles) lo declare Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, «lo que nos daría un reconocimiento internacional a nuestra cultura».
Se estima que unas 150.000 personas, nacionales y de otros países, visitan durante todo el año la montaña de Sorte para venerar a María Lionza, demostrar su fe y pedir un milagro, convirtiendo a este culto en uno de los más conocidos, aunque poco comprendido del país.