Por cierto, el vocalista de este grupo es militante del nuevo partido, y su compromiso llega mucho más lejos. Se llama Manuel Garzón, y además de hacer parte a la lista a la Cámara de Representantes por Bogotá, que encabeza nuestro viejo amigo y camarada Byron Yepes, es el abogado acusador de Santiago Uribe.
Ese día hablaron, además de Byron, cuyo nombre de pila es Jairo González Mora, hijo del dirigente agrario Gerardo González, nuestra cabeza de lista al Senado Iván Márquez, la candidata a la Vicepresidencia, Imelda Daza, quien tiene la virtud de poner los pelos de punta a quien la escucha, por el poder de su voz y el sentimiento que despide, y desde luego, Timo, o Rodrigo Londoño.
Que esperábamos una mayor afluencia de público, es cierto. Aunque no fue tan poco como hubieran deseado nuestros adversarios, para regocijarse con nuestra soledad. Lo que sí es cierto es que rompimos el hielo, por primera vez en 53 años, la Farc habló en un sector popular, en una campaña política.
Y eso tiene una significación extraordinaria. No solo por la historia acumulada, sino porque se le pone el rostro al miedo, abiertamente, con confianza y optimismo. Hubo mucha gente afuera, como dicen, siguiendo el acto desde la barrera, sin decidirse del todo a entrar. Uno sabe qué los detiene, el temor a sufrir represalias.
Y no por parte nuestra. Temen ser asesinados, perseguidos por mostrar simpatía a nuestra causa. Eso, precisamente, es lo que tenemos que vencer, en medio de una serie de hostilidades. Que curiosamente no parecen provenir de la fuerza pública. La Policía y el Ejército se muestran dispuestos a colaborar en todo con la seguridad del nuevo movimiento.
De todas formas hace falta que alguno se lance al agua. Fue lo que vimos el sábado anterior. Había una notoria asistencia de los comunistas, que seguían con interés el desarrollo del evento. Y también de distintas organizaciones, como la campaña por la libertad de Simón Trinidad, con sus camisetas, pasacalles y consignas. Había también mucha juventud.
Gente que no vacila en vestir una camiseta que dice Farc y lleva el logotipo de la rosa roja. Que alza al viento banderas con el tema Timo Presidente. Que canta, vocea consignas y aplaude emocionada a los candidatos. La gente del común, se llaman a sí mismos, también dicen somos el partido de la rosa, y lo repiten con energía, al tiempo que sonríen de felicidad.
Es claro que el único camino viable para mejorar el país
es el elegido por la Farc,
un Acuerdo de Paz y una nueva forma de hacer política
Esa madrugada, un comando urbano del ELN había realizado un atentado contra un CAI en Barranquilla, con un saldo de cinco muertos y más de cuarenta heridos. Oxígeno puro para la ultraderecha, que no vacila en emplear tales conductas contra la izquierda en su conjunto y particularmente contra la Farc.
Es una pena que esos hechos sucedan, justo cuando desde diversos escenarios se oyen voces que claman por diálogos de paz y un cese al fuego entre el ELN y el gobierno. Acciones así no despiertan simpatía, la gente en Colombia está hastiada de la guerra, de la violencia sanguinaria, las consecuencias hablan por sí solas.
El ELN alega los incumplimientos del gobierno al cese al fuego anterior, pero insiste en dialogar simultáneamente con los atentados. Se cotejan cifras, 19 guerrilleros muertos, 7 policías, etc. El gobierno suspende las conversaciones y ordena arreciar el fuego. Se bombardea en el Chocó. Los unos dicen que un campamento, los otros que a una comunidad indígena.
La tropa asegura que la niña indígena y el afrodescendiente heridos son guerrilleros. El ELN que civiles, la ONIC afirma que la indígena fue reclutada a la fuerza, el general Mejía agrega que el ELN recluta forzosamente niños y venezolanos desesperados. En síntesis, una torre de Babel y una escalada de violencia que no producirá revoluciones ni aperturas democráticas.
Dicen que en Arauca, viejos desertores de las Farc, que ahora aparecen como disidentes y que amenazan de muerte a los candidatos del nuevo partido, fueron avalados por el ELN para actuar. Quién sabrá. Oí a Gabino afirmar una vez que tras 50 años de luchar con las armas, no había sido posible cambiar el país y convenía por tanto buscar otros caminos.
A muchos podrá parecer ingenuidad y a otros obcecados traición, pero es claro que el único camino viable para mejorar el país es el elegido por la Farc, un Acuerdo de Paz y una nueva forma de hacer política. Hacerlo requiere de mucho más valor que hacer la guerra. Júrenlo.