Cese del diálogo y llamado a presidenciales: recuento y algunas claves veloces

En otro giro habitual, pero no por eso menos insólito, el antichavismo venezolano representado en la Mesa de Unidad Democrática (MUD) se rehusó a la firma de un acuerdo de paz con el chavismo, a expensas de la elaboración conjunta de dicho acuerdo y con coincidencia en la mayoría de los puntos que figuran en dicho documento. Este giro tuvo inmediata respuesta del lado de las instituciones venezolanas.

El anuncio de la suspensión del diálogo fue efectuado por el presidente de República Dominicana, Danilo Medina. Informó este miércoles que el diálogo venezolano entra «en una especie de receso indefinido», debido a que no se firmó el acuerdo de paz, pese a la disposición de la delegación chavista.

Según Medina la oposición venezolana declaró «no entender» que en esta cita en República Dominicana se efectuaría la firma de dicho documento. «Para el gobierno de Venezuela la visita de ayer (martes) era con el propósito de firmar un acuerdo definitivo y vinieron a firmar ese acuerdo. La oposición no entendió que estaba obligada a firmar ese acuerdo y pidió tiempo para evaluar el documento. Lo que aparecía ahí estaba contenido en el acta de avances de las reuniones», detalló el presidente dominicano.

Medina reiteró que la oposición pidió tiempo para esa revisión y el gobierno entendía que ese era el documento definitivo. Explicó que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, «dijo que solo firmará el documento firmado por las partes» en la mesa de conversaciones.

Además, aseveró que el presidente Maduro expresó «el deseo de seguir dialogando e incluso ha dicho que todos los acuerdos contenidos en el documento él está dispuesto a aplicarlo aún fuera de la firma de la oposición».

Por otro lado, el principal vocero de la coalición antichavista, Julio Borges, indicó que este miércoles llevaron a la mesa de negociación un documento muy detallado en donde se indica cómo lograr «lo más importante en el corto plazo en Venezuela que es la posibilidad de tener unas elecciones libres y justas en donde todos los venezolanos tengan la capacidad de decidir su futuro».

Desviando su rol como interlocutor en un proceso de negociación y diálogo y sus responsabilidades específicas como aparente decisor por parte del antichavismo, Borges delegó sus atribuciones políticas a factores fuera de la mesa: «Llamamos al pueblo venezolano a crear entre todos y para todos un frente amplio dentro y fuera de Venezuela para materializar esta lucha y poner y lograr que la solución esté en nombre de todo el pueblo venezolano», aseveró, dejando en entredicho si finalmente la MUD tendrá parte ejecutiva en la consumación de un acuerdo.

Jorge Rodríguez, encargado de la vocería del Gobierno nacional, señaló que justo en la víspera de la firma la oposición (teniendo claro que para ese acto se apersonaron a República Dominicana) recibió una llamada desde Colombia y decidieron dar al traste con el diálogo.

Los nudos críticos

En referencia al contra-documento presentado en últimas instancias por la MUD, presentado de manera súbita y en instancias imposibles de manejar y debatir instantáneamente, difiere enormemente del «presentado por el oficialismo», así califica Borges dicho tratado que según Danilo Medina contenía los avances y coincidencias que habían sido alcanzadas a lo largo del dialogo.

«No es lo mismo que yo diga vamos a procurar tener observación internacional, a que nosotros digamos la observación internacional tiene que ser de tal manera, en tal momento, con tales países, con tales reglamentos, con tales competencias porque sino al final nada se va a cumplir», argumentó Borges.

El presidente dominicano detalló que el pasado 31 de enero ambas delegaciones se reunieron en Caracas para un acercamiento en los puntos que estaban pendientes, «básicamente la fijación del día de las elecciones». La reunión fue mediada por el exjefe del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, quien es acompañante del diálogo.

Medina especificó que la reunión «tenía que ver con la habilitación de los partidos políticos y con la libertad de personas detenidas», y en ambos puntos se generó un acuerdo. Sobre la fecha de los comicios presidenciales, la oposición propuso el 10 de junio y el gobierno venezolano el 8 de marzo. Por ello se buscó un punto medio y «se llegó al acuerdo de que las elecciones fueran el 22 de abril».

En la tarde de este miércoles 7 de febrero al saberse de la suspensión del dialogo, José Luis Rodríguez Zapatero afirmó que los temas de garantías electorales, observación internacional y fecha de elecciones presidenciales si contaban con consenso, pero este fue desconocido por el antichavismo. Por otra parte declaró que cualquier «alternativa» al dialogo sería «extraordinariamente negativa» y llamó a la reflexión, en alusión directa a la derecha venezolana.

Zapatero, probablemente infiriendo una nueva implosión (esta vez definitiva) del dialogo, declaró que en su labor de más de año y medio como acompañante, se había reservado muchas veces la facultad de declarar ante los medios y lo hacía en esta oportunidad por tratarse de momentos «realmente difíciles». Llamó a la reflexión a la oposición y señaló que las observaciones que planteen se hagan dentro del marco de lo que se ha hablado. “He sido testigo esencial”, apuntó.

El antichavismo no tiene agenda propia

A la luz de los señalamientos de la tarde del miércoles 7 de febrero, son claramente desmentidas las expresiones de Julio Borges por los mediadores y acompañantes. En consecuencia la postura de la MUD en este evento de alcance internacional podría considerarse descolocada e incongruente, a niveles de bochorno hasta para las vocerías amigas que incorporaron a esta mesa desde el extranjero. ¿Por qué lidia la MUD con este grave costo político? ¿Dónde se origina su postura abiertamente errática?

Como primer elemento, es necesario considerar que la MUD no representa intereses propios, y que por el contrario, tienen el rol de vasallos de otros poderes e instancias superiores fuera de Venezuela, lo que limita seriamente la autodeterminación que podrían tener estos dirigentes políticos si otros fueran los contextos. Esta alerta no es un señalamiento menor.

La agenda contra el chavismo es emprendida por EEUU y su Departamento de Estado en la persona de Rex Tillerson, un magnate petrolero seriamente interesado en la recaptura de ExxonMobil de los recursos venezolanos. También vocerías activas en el Senado Norteamericano, donde resalta Marco Rubio, han fijado una postura abierta de rechazo al dialogo de la MUD con el chavismo. Por otro lado la misma Casa Blanca, desde el auge de la peligrosa e incontrolada política exterior de la Administración Trump, sigue barajeando nuevas sanciones económicas (un probable embargo petrolero) contra Venezuela en desconocimiento de posibles acuerdos entre las partes venezolanas.

El señalamiento de una llamada a Borges desde Colombia, al unísono de otras agendas simultáneas, como la creación de un «corredor fronterizo humanitario en la frontera con Colombia» aupado por Juan Manuel Santos, la aplicación de un embargo petrolero, propuesta patrocinada por Mauricio Macri y el rol de Pedro Pablo Kuzynski al articular al llamado «Grupo de Lima» como foro de presión internacional al país, podrían ser eventos nada dislocados en lo absoluto. La gira de Rex Tillerson en la región tiene como punto medular comunicar a sus países satélites un plan articulado contra Venezuela.

La propuesta efectuada, con mucha determinación por el presidente Maduro, de acudir a las concesiones previstas en el dialogo aún sin la firma opositora colocará sin dudas sobre la mesa un conjunto de escenarios a los factores políticos del antichavismo.

En esencia, se trata de una inspiración determinada del chavismo de ir a elecciones, contra quien sea, en las condiciones que sean. Esta determinación ahora del lado de la cancha de una oposición que se contradice en su discurso de ir o no ir a elecciones, declarando eso sí, bajo fuertes presiones que provienen desde el extranjero de la mano de los factores más frenéticos que ellos han aupado a intervenir en los asuntos venezolanos.

Llamado a elecciones

En correspondencia y a sólo horas de la suspensión indefinida del diálogo, el Consejo Nacional Electoral de Venezuela (CNE) ha llamado a elecciones presidenciales acorde a la fecha prevista con la MUD durante el dialogo. Tibisay Lucena, rectora principal de la instancia comicial, ha anunciado el llamado a elecciones el 22 de abril, en una clara referencia no sólo a lo previsto en el diálogo que la MUD pretende desconocer, también al nivel de seriedad con que las instituciones venezolanas han asumido la conducción de la política, sin zigzagueos y dilaciones.

Pero este anuncio pone sobre la mesa alertas que ya estaban latentes. Los factores más propensos a la intervención de Venezuela, quieren dar vuelta de hoja a cualquier posibilidad de que la MUD participe en las próximas elecciones presidenciales. Necesitan un referente para el desconocimiento de dicho acto electoral.

Por otro lado hay quienes reconocen el mal momento de la dirigencia antichavista y asumen que de acudir a una medición, aún en las condiciones más limpias, esta irá irremediablemente en una situación de debilidad, legitimando a la Asamblea Nacional Constituyente, a las instituciones venezolanas y en esencia a terminar derrotada electoralmente una vez más, mientras se mostraron a la comunidad internacional como supuesta mayoría electoral.

Si la oposición no acepta de manera sensata y coherente las rutas que ellos mismos han contribuido a trazar en materia política en el marco del dialogo, incluyendo la cita para la elección presidencial, el chavismo se irá a la elección presidencial bajo a los acuerdos previstos, descolocando al antichavismo y dibujando el tablero político, esperando con ello un probable recrudecimiento del ciclo injerencista y de sanciones que afectan múltiples aspectos de la economía venezolana.

La gravedad de la incongruencia opositora es que esta podría radicar en una posición determinada en obediencia a factores superiores que hoy la presionan y le imponen su agenda. Preámbulo de una clara trama intervencionista que podría alcanzar nuevos y peligrosos niveles contra la República Bolivariana. Pero también tiene consigo la implicación de que nuevamente queden relegados por decisión propia (y por órdenes superiores) a una nueva elección, esta vez de carácter total, en la disputa por Miraflores.

La posibilidad de que la MUD se retire de los rediles electorales abre por supuesto el abanico de un nuevo ciclo de desestabilización política que es muy probable que el antichavismo desde el exterior y en las instancias más altas este aupando.