¿Ã‰xodo masivo de venezolanos? Desmontando al Wall Street Journal

Varios medios nacionales e internacionales repiten mentiras al unísono sobre Venezuela para alimentar el caos y el expediente de la «crisis humanitaria». Una de ellas, la que ha tenido mayor peso en los últimos meses, es el supuesto «éxodo masivo» de venezolanos.

«Cientos de miles» son las mentiras

En el contexto de la guerra psicológica que se desarrolla contra Venezuela en este momento, matrices de opinión se lanzan desde el propio país como un búmeran que viaja hasta los Estados Unidos a validarse en sus empresas de comunicación y retornar para confundir a la población, con el objetivo de sembrar miedo e incertidumbre.

Esta es la ruta que recorrió la más reciente «noticia» sobre la emigración venezolana: el domingo 12 de febrero el periódico colombiano El Tiempo publicó una entrevista a un sociólogo venezolano que aporta datos inciertos y tendenciosos sobre la emigración venezolana: dice que 4 millones de venezolanos han emigrado, casi la mitad en los últimos dos años. Cabe acotar que éste es un periódico recientemente vendido por la familia del presidente Santos, que ha sido su propietaria histórica, pero como parte del acuerdo de venta se conserva en la directiva desde donde define la línea editorial.

Al día siguiente, el 13 de febrero en la madrugada, The Wall Street Journal (WSJ) tomó ese mismo artículo, citó los mismos datos falaces pero enfatiza en la comparación con la situación de Siria. La matriz que recorre el eje Colombia-EEUU llega a Venezuela a través de los medios de la oposición venezolana como La Patilla, que publicó una traducción de la versión de WSJ.

¿Pero quién aporta las declaraciones para generar esta matriz de opinión? Se trata del sociólogo Tomás Páez, quien como profesional se ha dedicado a investigar sobre empresas y emprendimientos, pero que en los últimos años ha incursionado en el tema de la «diáspora venezolana», por supuesto con un evidente sesgo político que comienza a evidenciarse cuando asegura que el 97% de la emigración venezolana ha salido del país desde el triunfo del Comandante Chávez.

Además este catedrático devenido en opinador se presenta en la citada entrevista como representante del Observatorio Hannah Arendt. Esta organización, dirigida por el conocido sacerdote golpista Luis Ugalde, entregó en el año 2015 el Premio Heinz Sonntag de la Juventud 2015-2017 «en reconocimiento por su trayectoria y constancia en la defensa de los valores democráticos, la convivencia y la paz» nada menos que a David Smolansky, ex alcalde de El Hatillo y dirigente nacional de Voluntad Popular.

Los números en las sombras

WSJ utiliza las cifras de inmigración dadas por Colombia para simular el «éxodo masivo», según el gobierno del vecino país 550 mil venezolanos emigraron a Colombia, lo que le permite comparar a Venezuela con los desplazados de Siria y Myanmar.

Estas cifras han sido tan contradictorias que el gobernador del Departamento de Bolívar, miembro del partido liberal, denunció la semana pasada su inconsistencia. Aproximadamente el 70% de las personas que ingresan por la frontera con Colombia son nacidas en este país, es decir, lo que sucede en realidad es un retorno de colombianos o de familias «mixtas», no un crecimiento épico de la inmigración venezolana como quiere hacer ver el WSJ.

Pero si a pesar del evidente compromiso político del vocero se pretende rescatar los datos que aporta, se imponen algunos retos intelectuales.

Estas mentiras tienen obviamente muy claros sus objetivos políticos y económicos

El primero es asumir equivocamente -como lo hace el WSJ- que un «migrante» y un «refugiado» son lo mismo, lo que es un error vergonzoso para cualquiera que maneje una mínima información sobre el tema. El propio Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha instado al uso correcto de términos tan diferentes cuyo mal uso conlleva a graves consecuencias para ambas poblaciones.

Por ejemplo, una diferencia importantísima que deben valorar quienes solicitan refugio es que, una vez concedido el refugio, el país otorgante no le permite regresar a su país de origen so pena de revocar el status. Pensar por ejemplo que son igual que migrantes, los millones de refugiados y refugiadas de Siria, Myanmar y Sudán, resulta cuando no una gran muestra de ignorancia, una caricatura insensible e irrespetuosa con poblaciones que han sido víctimas de masacres y hasta violaciones masivas, como puede con más seriedad conocerse en las fuentes que aporta Naciones Unidas.

La comparación de la emigración venezolana con los desplazamientos hacia fuera de Siria o Myanmar no sólo busca situar a Venezuela en una zona de conflicto internacional, también encubre una enorme debilidad argumentativa: las razones para emigrar no vienen a partir de alguna persecución del Estado -o grupos mercenarios o terroristas- contra decenas de miles de personas por sus condiciones étnicas, nacionales o de afiliación política, motivos que las agencias de la ONU utilizan para calificar a un contigente de personas como «refugiados». Situación que si cabe en medio del conflicto sirio, donde grupos radicales financiados por EEUU como Daesh o al-Qaeda cometen violaciones contra la vida de la población por ser sirios, quienes en última instancia deben desplazarse para preservar su vida.

Caso muy distinto al de Venezuela, donde la emigración está motivada por el bloqueo financiero inducido por EEUU y las manipulaciones en el mercado cambiario que han agudizado el cuadro inflacionario del país, una estrategia que en 2017 voceros de la oposición venezolana reafirmaron como necesarias para el cambio de régimen.

El otro reto intelectual que plantea el WSJ es aritmético. El señor Páez presenta cifras de Consultores 21 según las cuales «el porcentaje de familias que tienen un miembro emigrante es del 29», lo que hace suponer que el restante 71% tienen menos que eso. Pero luego este columnista de El Nacional dice que, según la misma consultora, «el promedio de personas emigradas por familia llega a 1,97».

En suma, esta matriz de opinión creada por la oposición venezolana, publicada por la prensa colombiana vinculada a Juan Manuel Santos, refrendada por la prensa estadounidense y luego redifundida por los medios opositores de Venezuela, se basa en mentiras muy mal construidas que retan categorías sociológicas establecidas por organismos internacionales y hasta la aritmética básica.

Pero hay más. No conformes con indiscriminar el término «refugiados» con «inmigrantes», confunden también «inmigrantes» con «nacionales que retornan»: personas que entran a establecerse al país con quienes quieren un trabajo temporal para regresar en pocos días al país donde continúan viviendo -en este caso Venezuela-, o simplemente transitar hacia otros países menos empobrecidos y violentos que Colombia.

La utilidad de estas matrices para el gobierno de Colombia y los planes injerencistas de EEUU contra Venezuela ya han sido reiteradamente abordados en este portal. La olla de la supuesta crisis de refugiados venezolanos en Colombia se está construyendo desde hace varios meses, se basa en grandes mentiras pero mantiene muy claros sus objetivos políticos y económicos.