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El miércoles 14 de marzo estudiantes de Estados Unidos saldrán de las aulas durante 17 minutos, uno por cada muerto en la preparatoria de Parkland, Florida, al cumplirse un mes de esa tragedia, como parte de un nuevo movimiento nacional detonado y encabezado por los jóvenes. La acción es también en protesta por la inacción de la cúpula política para legislar sobre un mayor control de armas. En la imagen, joven activista de una agrupación contra las armas en Los Ángeles, California

David Brooks

El miércoles 14 de marzo estudiantes de Estados Unidos saldrán de las aulas durante 17 minutos, uno por cada muerto en la preparatoria de Parkland, Florida, al cumplirse un mes de esa tragedia, como parte de un nuevo movimiento nacional detonado y encabezado por los jóvenes. La acción es también en protesta por la inacción de la cúpula política para legislar sobre un mayor control de armas. En la imagen, joven activista de una agrupación contra las armas en Los Ángeles, CaliforniaFoto Ap
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nte un asalto contra todos los sentidos en esta era, en medio de una especie de fiesta neron-esca, aquí donde la crueldad y la anestesia parecen dominar, y donde no es difícil pensar que ya no hay remedio, brotan signos vitales.

Hicimos historia, fue uno de los coros que se escuchó cuando triunfó la huelga de casi dos semanas de 20 mil maestros y personal escolar en West Virginia la semana pasada, pero lo que ofrecieron también fue una lección para construir el futuro. Fue una huelga aún más notable porque fue ilegal en ese estado que, bajo control republicano, es laboratorio para impulsar políticas antilaborales a escala nacional.

Entendimos que este era un momento de vida o muerte. Si no lo hacíamos, podría no haber un mañana para arreglarlo. Si no lo hacíamos, le habríamos fallado a nuestros jóvenes, a nuestras escuelas y a nuestra comunidad, comentó Adena Barnette, maestra huelguista a In These Times. Jane McAlevey, estratega y analista sindical, escribió que esta huelga también resaltó que, para el movimiento sindical y progresista, los sectores clave hoy día son educación y salud, ambos de mayoría femenina (75 por ciento del magisterio en West Virginia son mujeres). Señala que después de que el gobernador de West Virginia, Jim Justice, llamó a las maestras conejitas tontas en enero, mujeres y niños armados con sombreros decorados con orejas de conejo derrotaron a los hombres de la cúpula estatal en unos cuantos días.

La huelga fue exitosa en gran medida porque las bases, sobre todo los jóvenes (muchos de ellos inspirados por las experiencias del movimiento electoral de Bernie Sanders), se volvieron líderes, o sea, la dirección vino de abajo y, a la vez, fue clave la solidaridad tanto de otros trabajadores como de organizaciones comunitarias. Ahora el magisterio de West Virginia está inspirando la lucha de sus contrapartes en Oklahoma, que están contemplando estallar una huelga a principios de abril, y en Arizona, donde los maestros se están vistiendo de rojo en protesta por sus bajos salarios.

En otra esquina del país, jornaleros –la mayoría inmigrantes– de la Coalición de Trabajadores de Immokalee (CIW), en Florida, iniciaron, junto a estudiantes, religiosos y líderes comunitarios, una huelga de hambre de cinco días esta semana en Nueva York, frente las lujosas oficinas de Nelson Peltz, el presidente de la junta directiva y el mayor accionista de la cadena de comida rápida Wendy’s. La empresa ha rehusado sumarse al Programa de Comida Justa del CIW que ha mejorado las condiciones laborales básicas en el campo y –en una coyuntura en que ha estallado el nuevo movimiento de mujeres contra el hostigamiento sexual– casi anulado el abuso sexual para miles de jornaleras en decenas de granjas en siete estados. “Venimos a las puertas de Peltz con una solución comprobada en mano. La inacción frente a un problema como el asalto sexual es inaceptable (…) la inacción frente a una solución es inescrupulosa”, declaró Lupe Gonzalo, de la CIW.

El Programa de Comida Justa es un modelo que fue reconocido con la Medalla Presidencial, entre otros galardones nacionales e internacionales, por haber logrado cambios fundamentales para los trabajadores en los campos de cultivo en Florida y otros estados, y que ahora utilizan otros trabajadores, entre ellos los de la industria de lácteos, en Vermont, quienes lograron un acuerdo sin precedente con los helados Ben & Jerry. El CIW logró acuerdos históricos con las principales cadenas de comida rápida; McDonald’s, Burger King, Subway, Chipotle y Taco Bell, que ya forman parte del Programa de Comida Justa. (http://ciw-online.org).

Esta semana (el 14 de marzo) estudiantes de todo el país abandonarán sus aulas 17 minutos, uno por cada muerto en la preparatoria de Parkland, Florida, para marcar un mes de esa tragedia como parte de un nuevo movimiento nacional detonado y encabezado por ellos mismos. La acción es también en protesta por la inacción de la cúpula política y no hacer más que enviar pensamientos y oraciones en respuesta a la violencia de armas que acosan nuestras escuelas y barrios. Necesitamos acción. (https://www.womensmarch.com/enough/). Una y otra vez los estudiantes han rehusado aceptar la retórica vacía de los políticos de ambos partidos, y han dejado temblando a varios de estos profesionales del juego político. Hasta que los políticos voten y aprueben algo, todas las palabras significan nada, comenta el estudiante Ryan Deitsch, uno de los sobrevivientes de Parkland, a New Yorker. Explica que cada vez que no avanzan, significa que todo lo que hemos dicho, todo lo que hemos hecho en Washington y en la capital de Florida llegó a la nada. Y optamos rehusar esa realidad. Para el 24 de marzo los estudiantes han convocado una marcha nacional en Washington, donde se esperan cientos de miles, de asistentes, y movilizaciones paralelas en decenas de ciudades por todo el país (https://marchforourlives.com).

En otro ámbito, las señales de una ola electoral progresista antiTrump siguen alimentando esperanzas de un cambio en el control legislativo tanto a escala federal como estatal que podría frenar parte de la agenda derechista en las elecciones intermedias de noviembre. La participación sin precedente de mujeres contendientes y las iniciativas que nacieron de la experiencia electoral con el socialista democrático Bernie Sanders, entre ellas Our Revolution e Indivisible (una red de 6 mil grupos alrededor del país que impulsa candidatos progresistas) están cambiando el panorama. Mucha gente que nunca participaba en política de repente se está involucrando, y eso cambia el juego, comentó Ezra Levin, de Indivisible, en entrevista con The Guardian.

Esto, aunado a las luchas por los derechos civiles y humanos, incluyendo las encabezadas por los inmigrantes, el incesante crecimiento del movimiento contra el abuso sexual y un nuevo capítulo en el movimiento feminista, las luchas ambientalistas y por supuesto la multitud de expresiones culturales que acompañan y que a veces son vanguardia, son algunos de los signos vitales que permiten seguir respirando en este país.