Mao les decía a sus camaradas que el problema no era la guerra, absolutamente inevitable, sino la estrategia usada para resistirla. Claro lo decía en 1945, cuando la guerra era de guerrillas. Ahora son de “4ª generaciónâ€, algo modernísimo con estrategias que no pueden comentarse, ni siquiera adivinarse.
Pero, esta bien, lo certero es que la guerra entre el capitalismo y el socialismo es absolutamente inevitable. Ni un tibio socialismo se salva. Será destrozado mientras se debata entre avanzar hacía la propiedad colectiva de los medios de producción, o ser calco de aquellos extintos Estados de Bienestar europeos.
Siendo así es una necedad suicida que excusemos nuestra ambigüedad e ineficiencia tras la guerra económica. No se trata de dudar de ella, por el contrario, es más que económica, también es política, cultural, diplomática, y terminará en militar. Por eso, volviendo a Mao, ¿cual es la estrategia, no sólo para resistirla, sino para alcanzar la victoria que es el principal objetivo de toda guerra? Lo pregunto porque cuando alguien nos hace la guerra, tenemos que declararnos en guerra.
Y sigo preguntando así sea molesto (aunque no impertinente):
1. ¿Son los empresarios del sector comercial, esos que acaparan, especulan y venden por la puerta de atrás a bachaqueros criollos y colombianos; amigos o enemigos? (estoy hablando de las cadenas de distribución que compran, por ejemplo, la cebolla al productor de Quibor en 5 mil Bs. el kilo; y hablo también de las cadenas de supermercados a las que se les entrega dólares preferenciales, para reponer inventarios que luego venden al dolartoday).
2. ¿Por qué seguimos comprando, o vendiendo, al grupo de países que están agavillados contra nosotros, desconociendo nuestro Estado y amenazando con entrar a nuestro territorio por la enorme frontera colombiana?
3. ¿Cuántas de las familias que reciben un ingreso de dos salarios mínimos con su bono de alimentación, tienen vehículo propio o, en todo caso, en condiciones de funcionamiento? (es que no logro entender el por qué, estando en guerra, se envían por todo el país, gandolas cargadas con 33.000 litros de gasolina corriente cuyo valor es menor al del guayoyo que se toma en la mañana sus choferes).