CHÁVEZ: ECONOMÍA A CONTRACORRIENTE – LUIS SALAS

por elelefantebocarriba

CHAVEZentreNOSotros

¿Cómo puede pensarse, por ejemplo, que solucionar el déficit fiscal pueda ser más urgente e importante que acabar con el hambre de millones de seres humanos?

Hugo Chávez (1996)

Hace un par de años, a propósito del tercer aniversario de la muerte del presidente Hugo Chávez, escribía una nota donde comenzaba haciendo una pregunta que puede sea obvia cuando se le responde, pero que cuando se le formula no lo es tanto: ¿Cuál es (o cuáles son) el (los) criterio(s) para juzgar el éxito o fracaso de una política económica?

Desde el punto de la teoría económica hay muchas respuestas, dependiendo de las distintas escuelas de pensamiento. Sin embargo, en el mundo de los “expertos” económicos convencionales y del sentido común mediatizado por las corrientes dominantes, suelen evaluarse las políticas económicas en base a unos criterios nominales por todos conocidos. Por ejemplo: si hace crecer el PIB o no, si aleja o no las inversiones, si hace bajar o no el riesgo país, si es del gusto de los “mercados” o no.

Pero el problemas con estos criterios es que si bien son importantes –al menos el primero lo es- no son suficientes y pueden ser inclusive falaces. Por caso, el PIB puede crecer, pero eso no significa que el país medido se desarrolla, pues dicho crecimiento puede hacerse sobre la base de la exclusión de una gran mayoría. O puede que se haga sobre el costo de una severa depredación ambiental, como suele ocurrir con la minería. También una política económica puede resultar atractiva a los inversionistas o del gusto de los “mercados” (lo que en términos generales es lo mismo). Pero puede ser porque consiste en reducir los salarios o conculcar derechos laborales, como pasa en Argentina y Brasil, lo que sin duda resulta perjudicial para las masas trabajadoras de estos países.

Así las cosas, tal vez no es entonces en el terreno de las teorías económicas dominantes donde hay que buscar la respuesta. Tal vez sí haya que hacerlo en cambio en el terreno del sentido común, pero no entendido como lo que es más común que se piense pues es lo que más se repite en los medios o machacan los “expertos”. Si no entendido como aquello que es más racional pensar, así contravenga en determinado momento la opinión de las mayorías o las verdades oficiales: el éxito o no de una política económica debe medirse en base al impacto positivo o negativo que tiene sobre la vida de las personas, en la medida de propender al bien colectivo, beneficiar a un mayor número de gentes, y sobre todo, a los más vulnerables.

Paradójicamente, tal vez fue Adam Smith el que estableció por primera vez este criterio. Y decimos paradójicamente, porque es bien sabido que a este pensador inglés se le asigna la paternidad del liberalismo económico y por tanto del neoliberalismo con aquello de “la mano invisible del mercado”. Sin embargo, Smith, cuando concibió la economía política en La Riqueza de las Naciones nunca dijo que el objeto de ésta era hacer más rico a los ya ricos, o congraciarse con los mercados, reducir el déficit fiscal, etc. Dijo que era dotar al Soberano –el pueblo y el Estado- de mayores riquezas y herramientas para proveérselas.

Y sin necesidad de decir por esto que Chávez era “smithsiano”, caben pocas dudas que durante su mandato (1999-2012) esto en líneas generales fue lo que se hizo, a contracorriente del espíritu de su tiempo.

Veamos la siguiente gráfica:

Imagen 1

Esta nos muestra la correlación entre tres variables fundamentales para evaluar el desempeño de una política económica en cuanto impacto que genera en una economía nacional y, por ende, sobre la vida de las personas que en ella habitan. La línea azul mide la evolución del PIB, es decir, el tamaño de dicha economía. La colorada mide la evolución del coeficiente de Gini, el grado de desigualdad en cuanto a la distribución de los ingresos salariales. Mientras que la amarilla mide la evolución de la pobreza. El período va desde 1990 hasta 2013, lo que nos permite comparar la década inmediatamente anterior a la llegada de Chávez con el desempeño de la economía durante su presidencia.

La gracia de esta comparación es hacerlo con los años no sólo de la Cuarta República, si no con los en que se aplicaron las políticas de ajuste neoliberal. Es decir, no estamos comparando simple y llanamente con el resultado del colapso del puntofijismo rentista, del modelo fedecamaras de capitalismo parásito dependiente: estamos comparando con los años en los cuales se aplicaron a rajatabla y sin contemplaciones, las mismas políticas económicas que insistentemente se machaca hoy que hay aplicar para salir de la situación compleja en la que vive Venezuela.

Pero yendo al grano, en cuanto al crecimiento del PIB la imagen habla por sí misma. Digan lo que digan, lo cierto es que la economía venezolana medida con el más convencional de los indicadores que puede haber, se hizo más grande –sustancialmente más grande- después de Chávez. Pero no solo es más grande: la evolución de dicho crecimiento tiene una correlación positiva con la disminución de la pobreza y la mejora en la distribución del ingreso. Es decir: no solo es más grande, sino más justa e inclusiva.

Esto último contrasta, por ejemplo, con ligera tendencia al alza en el comportamiento del PIB que se observa entre los años 1992 y 1995. Pues fíjese como si bien sube el PIB lo mismo hacen la pobreza y la desigualdad solo será con la llegada de Chávez a la presidencia y la radicalización de las tímidas medidas de contención de la pobreza a través, entre otros, del Plan Bolívar 2002, que ésta última disminuye realmente. En ese momento aparecieron Fedecámaras y sus secuaces entre finales de 2001 (primer paro patronal) y todo el 2002 (golpe de abril), hasta principios de 2003 (derrota del sabotaje petrolero), causando una brutal caída del ingreso nacional y por tanto del PIB lo cual hizo descalabrar todos los indicadores.

Luego de superado ese trance, la economía venezolana vivió un comportamiento poco menos que virtuoso, con la aplicación de controles de precio, cambio y toda esa serie de medidas de intervención del Estado en la economía que, se nos dice, son un fracaso y no hacen que ésta se desenvuelva exitosamente. Dicho comportamiento solo se vio interrumpido por el impacto de la crisis financiera mundial, impacto por lo demás global y que desde luego no es achacable a la política económica, por más que pudiera discutirse con la ventaja que da ver las cosas desde el retrovisor si se tomaron las previsiones necesarias. De todos modos, lo cierto es que de ese trance se salió bastante rápido (lo que de muy pocas economías del mundo se puede decir) y tuvo poco impacto negativo sobre la pobreza y la desigualdad, que no aumentaron sino en todo caso ralentizaron su ritmo de descenso.

Al cierre de 2012, el último año de ejercicio de gobierno del Presidente Chávez, la economía venezolana se anotó con un crecimiento del 5,6% del PIB, casi el doble del promedio mundial de entonces. Se trató del noveno trimestre consecutivo de crecimiento, tendencia que se mantuvo hasta el primer trimestre de 2013, ya entrados en la radicalización de la guerra económica que siguió su muerte.

Valga decir, ya para culminar, que los críticos de la derecha y algunos enrolados en la izquierda venezolana, coinciden en señalar que todo lo que ha venido después es, entre otras cosas, culpa del despilfarro y el manejo irresponsable de los recursos públicos realizados durante los gobiernos del Comandante Chávez. Se asegura por ejemplo a que todo se debió a que tuvo el petróleo a cien dólares durante su mandato, lo que es falso pues en promedio fue 55 siendo los cien un fenómenos de los últimos tres años.

Dios habla por las matemáticas, solía repetir Chávez. Los indicadores del antes y el después suyo dan cuenta de su legado y obra económica, resistiendo a unos críticos que muchas veces parecen boxeadores que golpean al vacío desorientados por un rival muy superior, o que bajamente aprovechan su ausencia para endilgarles responsabilidades que no tiene.

elelefantebocarriba | 4 abril, 2018 en 10:00 am | Etiquetas: Luis Salas | Categorías: Autores, Chávez entre nosotros, Luis Salas | URL: https://wp.me/p8yy92-E1