La primera cosa a tener en cuenta es como están las cosas en este momento. Los economistas de Goldman Sachs, el banco de inversión de Estados Unidos, han analizado los datos. Concluyen que “la posición de Estados Unidos como líder tecnológico global sigue siendo fuerte. La productividad de toda la economía de los EEUU sigue siendo alta en comparación con otras economías avanzadas, y sus cuotas de I + D global, patentes y royalties de propiedad intelectual siguen siendo impresionantesâ€. China ha ganado posiciones, pero en los sectores de bienes de valor añadido medio y casi nada en las tecnologías basadas en el conocimiento. Así, mientras que en general, la participación de Estados Unidos en las exportaciones mundiales de bienes de alta tecnología ha disminuido a medida que la cuota de China ha crecido, los déficits del sector comercial de Estados Unidos se han concentrado en bienes de tecnología media-alta en lugar de en las categorías más avanzadas. De hecho, la participación de Estados Unidos en las exportaciones mundiales de servicios intensivos en conocimiento se ha mantenido, lo que contribuye a un aumento del superávit comercial y al aumento del empleo en estos sectores.
Analicemos, por ejemplo, la productividad global, medida como producción por hora trabajada. En esta medición general de la productividad del trabajo, los EEUU siguen por delante, incluso en comparación con otras economías avanzadas de Europa y Japón. La productividad laboral de China es sólo el 20% de la de EEUU, a pesar de que se ha cuadruplicado desde 2000.
EEUU sigue invirtiendo una parte relativamente grande de su PIB en investigación y desarrollo. Mientras que la participación de EE.UU. en I + D global ha disminuido, en parte debido a un rápido aumento de la participación de China, los EEUU siguen siendo el líder mundial en I + D, y representa casi el 30% del total mundial, aproximadamente 1,5-2 veces la participación de Estados Unidos en el PIB mundial.
El total de patentes concedidas para nuevas invenciones demuestra que la participación de Estados Unidos se ha mantenido más o menos estable en torno al 20%. La proporción de patentes totales concedidas a China ha aumentado muy rápidamente en la última década a más del 20%, pero la mayoría de las patentes otorgadas a los innovadores chinos lo han sido por su propia oficina de patentes nacionales, con un número mucho menor otorgados en el extranjero. La participación de Estados Unidos en el total mundial de los royalties sobre la propiedad intelectual ha disminuido en cierta medida ya que la de la UE ha crecido, pero sigue siendo muy grande. La participación de China sigue siendo insignificante. Eso significa que el capital estadounidense todavía se queda con la parte del león de los beneficios globales de la tecnología.
La economía del siglo XXI de Estados Unidos se basa cada vez más para su crecimiento en sectores avanzados de conocimiento y tecnología. La proporción en el PIB de Estados Unidos de estos sectores es ahora del 38%, la más alta de cualquier economía importante. Sin embargo, China no se queda atrás, con un 35% de su PIB en estos sectores, sorprendentemente alto para una economía ‘en desarrollo’.
Trump centra ahora su ira contra China en su cuota de ventas de bienes de alta tecnología en los mercados mundiales. Mientras que los EEUU son el mayor productor de productos de alta tecnología, su participación en las exportaciones mundiales se ha reducido considerablemente, mientras que la cuota de China ha crecido. Este aumento de la competencia de China ha obligado a los fabricantes de EEUU a reducir su producción de patentes, lo que ha implicado una reducción de ventas, beneficios, y del empleo global.
Pero en el lado de los servicios, los EE.UU. es el mayor productor mundial de servicios intensivos en conocimiento comerciales y en segundo lugar solamente a la UE en las exportaciones. La participación de China sigue siendo bastante pequeña. Si China gana cuota de mercado en esta área, lo que realmente daño a capital de Estados Unidos.
Porque, a pesar de que EE UU tiene un déficit comercial en industrias de alta tecnología y conocimiento, ese déficit se ha reducido desde la década del 2000. Los EE UU han mantenido su cuota en esta área, incluso después de que China se integrara en la Organización Mundial del Comercio. De hecho, tiene un superávit en servicios intensivos en conocimiento, que ha crecido en la última década. Eso es lo que Trump quiere proteger.
Aunque se han perdido empleos por las tecnologías de sustitución del trabajo (capital-sesgo) y la sustitución de Estados Unidos por China en la industria manufacturera, el porcentaje de empleo de los sectores de alta tecnología y conocimiento ha aumentado a alrededor de un tercio de todos los empleos en Estados Unidos. Trump dice que esta recuperando los viejos sectores industriales donde ganó algunos votos, pero en realidad la batalla por el empleo ya está perdida, por la deslocalización de la industria estadounidense.
La verdadera batalla es ahora por los beneficios y los puestos de trabajo en los sectores basados en el conocimiento en los que Estados Unidos es aún dominante.
Sin embargo, estos sectores están muy concentrados en tan sólo unas pocas empresas que son líderes tecnológicos. Hay amplios sectores de la industria americana, incluyendo empresas tecnológicas, que se beneficia muy poco de esta superioridad de Estados Unidos. Sólo cinco empresas tienen más del 60% de las ventas en biotecnología, la industria farmacéutica, software, Internet y equipos de comunicaciones. Las cinco primeras empresas de cada sector se llevan también la parte del león de los beneficios.
Lo que esto demuestra es que, contrariamente a la idea de la teoría económica convencional de que el ‘libre comercio’ internacional beneficia a todos, las ganancias del comercio se concentran en tan sólo algunas empresas líderes que aprovechan su red, sus escalas y su experiencia para ganar una mayor cuota de mercado. La creciente concentración industrial a su vez ha aumentado sus márgenes de beneficios corporativos. Como Goldman Sachs explica: “el comercio mundial está particularmente concentrado, y los exportadores ‘súper estrellas’ representan una parte muy importante de las exportaciones en muchos sectores y paísesâ€.
Contradiciendo la teoría ricardiana de las ventajas comparativas, el comercio internacional está en manos de empresas no de países y, como tal, el valor (beneficio) se transfiere a las que tienen ventajas tecnológicas y ganan a costa de las demás. El comercio representa una forma de desarrollo combinado, pero el capitalismo lo distribuye de manera desigual.
Como defendí en una nota anterior, en los últimos 30 años, más o menos, las economías capitalistas mundiales se han acercado al ‘libre comercio’ con fuertes reducciones de aranceles, cuotas y otras restricciones – y muchos acuerdos comerciales internacionales. Pero tras la Gran Recesión y en la actual Larga Depresión, la globalización ha hecho una pausa o incluso se ha detenido. La ‘apertura’ del comercio mundial (la proporción del comercio mundial en el PIB mundial) se ha ido reduciendo desde el final de la Gran Recesión.
Es este declive de la globalización cuando el crecimiento económico mundial sigue débil y la rentabilidad del capital sigue anémica lo que está detrás de esta nueva guerra comercial. Los torpes ataques comerciales de Trump tienen un motivo objetivo: preservar los beneficios y el capital de EE UU en los sectores claves de crecimiento tecnológico de la economía mundial de la fuerza emergente de la industria china. Hasta el momento, los EE UU aún mantienen una fuerte ventaja en sectores de alta tecnología y de propiedad intelectual, mientras que el crecimiento de China ha sido principalmente ampliando su cuota en el mercado de su propio país a costa de las empresas estadounidenses, pero no globalmente. Sin embargo, China está ganando.
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Traducción:G. Buster