Conoce la historia de Eritrea, el apartheid ‘Made in Italy’

Con motivo de los 50 años de la muerte de Martin Luther King, Sputnik te acerca el caso de Eritrea, un territorio marcado por el racismo y la desigualdad generada entre los europeos y los locales durante el período colonial en manos de Italia durante buena parte del siglo XX.

Asmara, la capital de Eritrea, suele ser llamada ‘Pequeña Roma’. No es para menos: su arquitectura racionalista y modernista es identificable con la de algunas zonas de la ciudad eterna edificadas a lo largo del siglo XX. En los restaurantes se sirve pizza, pasta y hasta panettone. Estos elementos culturales son parte del legado que dejó la administración colonial en este país del cuerno de África.

Un café en Asmara, la capital de Eritrea
Un café en Asmara, la capital de Eritrea

Establecida en 1882, la Colonia Eritrea fue la primera en posesión del Reino de Italia. Durante más de cinco décadas, el territorio se mantuvo en manos de Roma, período en el que los funcionarios, soldados y expatriados europeos se relacionaron con los locales, dando lugar a mestizajes.

Este intercambio se vio acentuado entre 1935 y 1936, cuando al menos 400.000 soldados italianos desembarcaron en las costas del mar Rojo para iniciar la guerra y la invasión a Etiopía. La presencia de los militares, que en numerosas ocasiones mantuvieron relaciones con mujeres eritreas, dio origen a una cifra difusa â€”pero considerable— de personas de origen mixto.Pero en aquel entonces Italia estaba en manos del fascismo. En 1938, al poco tiempo de la conquista de Etiopía (1936), Benito Mussolini promulgó un conjunto de leyes que prohibían los vínculos y matrimonios con personas de otros orígenes, tanto en la metrópoli como en las colonias.

Estas normas acentuaron la discriminación a los locales, explicó a Sputnik Giampaolo Montesanto, director del documental ‘Italiani d’Eritrea’, una película presentada en el Festival Cinematográfico Internacional del Uruguay, que describe las historias de vida de una decena de mestizos nacidos en esas circunstancias.

«En Eritrea el apartheid no estaba escondido, era evidente y claro. Había leyes que prohibían la entrada de los negros en el centro, que estaba cercado. El autobús estaba dividido en dos, con una red metálica que delimitaba el llamado ‘tercio’. Dos tercios para los blancos, un tercio para los negros. Aún recuerdan esto», dijo Montesanto.

De la noche a la mañana, los mestizos no podían ser reconocidos por sus padres, por lo tanto quedaban sin identidad. Además, se enfrentaban al rechazo de los locales, que veían con recelo la relación con los colonos. Cientos terminaron abandonados en orfanatos manejados por la Iglesia católica, donde se les daba una educación en italiano, según cuenta el documental.

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«Cuando Italia pierde la colonia en 1941 y entran los ingleses, antifascistas,deciden mantener el apartheid durante otros diez años, hasta entrados los años 50, porque les era cómodo», describe el documentalista, quien llegó a Asmara en 1994 y vivió durante casi veinte años en el país.

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© FOTO : ENCUENTRO FEMINISTA DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

Decenas de miles de italianos se quedaron hasta varias décadas después de finalizada la Segunda Guerra Mundial y aportaron a la riqueza de Eritrea, hasta 1993 parte de Etiopía. En el período de gobierno de Haile Selassie (1941-1974), a pesar de que se emancipó de las potencias coloniales, «mantuvo a los italianos en la administración de las fábricas». Así, logró un desarrollo económico que posicionó a las excolonias entre «las zonas más desarrolladas de África».Mientras duró el apartheid en Eritrea, las personas de piel negra â€”y muchas veces, también los mestizos— se veían impedidos de entrar a espacios públicos. Esta historia dolorosa es ignorada en casi todo el mundo, incluso en Ia penìnsula.

«Hay testimonios de niños negros discriminados, que me contaron que no podían ir a tal o cual lugar, y tenían estrategias para entrar de manera disimulada. Algunos relataron que cuando iban a un bar y pedían agua, se la daban en una lata, como si fueran perros, mientras que a los italianos se la daban en un vaso», comentó Montesanto.

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Los niños de padre desconocido italiano y madre eritrea no tenían apellido, por lo que se creó un mercado negro de venta de identidades en la posguerra. Blancos venidos a menos se ofrecían a adoptarlos a cambio de dinero. En algunos casos, estos individuos contaban con decenas de hijos adoptivos que únicamente así podían adquirir la nacionalidad italiana. Quienes no podían pagar este ‘servicio’, se quedaban en un vacío legal.

Gran parte de los mestizos que alcanzaron esta posibilidad pudieron radicarse en la península, donde gozaron de subsidios y de ayudas. Se integraron fácilmente en una sociedad que requería mano de obra y que veía en los aspectos lingüísticos una cercanía.

El abuelo del director fue uno de los combatientes de la Guerra de Etiopía, hecho que lo llevó a interesarse por esta zona de África. Cuando llegó allí para enseñar, no sabía mucho más que los cuentos de su antepasado, pero se encontró con una fascinante historia que aguardaba por ser contada.

Un cine llamado Dante en Asmara, la capital de Eritrea
Un cine llamado Dante en Asmara, la capital de Eritrea

«Toda la gente que podía recordar las cosas se moría por una cuestión generacional. Los que hace 20 años tenían 80 ya no están más. Entonces me vino una necesidad de recoger estos testimonios», indicó el cineasta.

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Según dijo Montesanto, en momentos en los que temas como el racismo y la xenofobia aumentan en muchos sitios del mundo, «este documento es importante porque abre una ventana hacia las pulsiones de los individuos». También, a 50 años de la muerte de Martin Luther King y 80 de la aprobación de las leyes raciales en Italia, la reflexión sobre estos temas cobra importancia.

«A menudo se discrimina por el color de la piel o la proveniencia. Construimos números â€”miles, millones— que son personas individuales. Mi trabajo es dar voz a estas personas y las consecuencias de la discriminación que sufrieron», concluyó.