El eslabón más débil de la cadena del neocapitalismo
Los estudiantes no han encontrado ni las facilidades materiales para sus estudios, ni la clase de educación que buscaban en las universidades. Y cuando dejan las universidades les resulta cada vez más difícil encontrar el tiempo de trabajo a que con todo derecho aspiraban cuando comenzaron sus estudios universitarios.
En este punto debo replicar a cierta persona que se dice representante de la Juventud Socialista, SFIO[1]. Este individuo escribió el otro día en la columna de “Opiniones Libres†de Le Monde, describiendo “nuestra†sociedad como una “sociedad de abundanciaâ€, una sociedad en la que “todos†tienen ocupación garantizada y un continuo ascenso en el standard de vida.
Se olvidó de ponerse los anteojos cuando leyó las estadísticas sobre desocupación en Europa Occidental. No vio que el número de desocupados en Francia, solamente, llega a medio millón -y esto en medio de una expansión económica proclamada por el gobierno-. No advirtió el gran número de jóvenes entre esta masa de desocupados -para no decir nada del número de mayor aún que las estadísticas no incluyen-. No vio que la tasa de desocupación entre los jóvenes de los ghettos negros en los Estados Unidos excede el 20 por ciento -lo cual explica muchas cosas. En resumen, lo que él no alcanzó a comprender, como innumerables devotos del neocapitalismo, es que este sistema, lejos de resolver todos los problemas sociales y económicos, ni siquiera ha remediado los males elementales del capitalismo del siglo pasado, mientras, por el contrario, ha añadido toda una serie de nuevas contradicciones que son evidentemente cada vez más insolubles.
Este neocapitalismo enfrenta a la juventud estudiosa con contradicciones insolubles, no sólo en la universidad sino también en la economía y en la sociedad burguesa que están en crisis permanente. Hay quienes hablan de la inadecuación de las universidades; y, como buenos reformistas, piden una reforma universitaria. Sin embargo, cuando los estudiantes dan la espalda a la universidad burguesa, los acusan de rechazar el diálogo. Pero lo que los estudiantes en rebelión rechazan es de hecho el diálogo dentro del marco preestablecido y supuestamente inmutable del Estado burgués, y de los gobiernos burgueses de Europa Occidental y Japón.
Se les ha dicho a los estudiantes: “El presupuesto no es suficiente para garantizar los edificios universitarios, profesores y asistentes, comedores, dormitorios, y sobre todo, la alta calidad de educación que ustedes reclaman inmediatamente. Deben conformarse con cambios graduales a partir de la situación existente, la cual aceptamos que es insatisfactoriaâ€. Y cuando se les dice esto a los estudiantes, estos tienen mil veces derecho a contestar: “Terminen con esa cháchara sobre los gastos para la educación y los recursos de las instituciones públicas. Hablemos en términos de recursos económicos posibles en esta sociedad. Admitan que mientras no hay bastante dinero para las universidades, hay más que suficiente para gastos totalmente superfluos. Admitan que la razón por la que ustedes no pueden encontrar los millones necesarios para un sistema universitario adecuado para el siglo XX es porque están derrochando esos millones para sus fuerzas de ‘disuasión’ nuclear. Admitan que están ahogando en embrión inmensas fuerzas productivas, tecnológicas, culturales, intelectuales, porque prefieren crear fuerzas destructivas.â€
Una nueva fuerza productiva revolucionaria
La rebelión estudiantil representa, en una escala social e históricamente mucho más amplia, la colosal transformación de las fuerzas productivas que Marx previó en sus Grundisse: la reintegración de la labor intelectual es una labor productiva, y la transformación de las capacidades intelectuales de los hombres es la principal fuerza productiva de la sociedad.
Esta fuerza es aún embrionaria y también irrealizable dentro del marco de la sociedad capitalista, pero se está anunciando poderosamente. Hablando de la tercera revolución industrial, de la revolución científica, muchos sociólogos burgueses, pequeño burgueses y marxistas, y también economistas, lo han presentido. Pero no siempre han deducido las conclusiones económicas obvias acerca del lugar en la sociedad de los trabajadores intelectuales.
Cuando escuchamos a los seudo-marxistas hablar despectivamente sobre los estudiantes como “jóvenes burgueses†y “futuros burguesesâ€, vemos que cometen un triple error.
Primero, porque no han logrado comprender que la expansión de la población universitaria ha convertido a estos jóvenes burgueses en una pequeña minoría dentro del mundo estudiantil (así como también son una minoría los hijos de los trabajadores). Además no comprenden que como resultado del profundo cambio en el empleo intelectual, los graduados universitarios ya no serán jefes, o profesionales, ni aun agentes directos de los jefes con funciones estrictas de supervisión, sino empleados de cuello blanco del Estado o de la industria, y por lo tanto parte de la gran masa de trabajadores asalariados. Finalmente, no comprenden el carácter específico del medio estudiantil como un estrato social especial, al cual frecuentemente se asimilan estudiantes de extracción burguesa, y rompen sus lazos con su ambiente familiar, sin estar aún integrados al medio social de su futura profesión.
Y subrayando este triple error está su mala voluntad para comprender, o aceptar, un hecho fundamental: que la fuerza productiva principal del ser humano será su poder creador intelectual. Este poder intelectual es sólo potencialmente productivo hoy en día, porque la sociedad capitalista lo aplasta y asfixia tan despiadadamente así como aplasta la personalidad y el impulso creador de los obreros.
Existe, pues, en la base de la rebelión estudiantil, una gran conciencia de la nueva dimensión que el neocapitalismo ha añadido a la alienación clásica del trabajo producida por la sociedad capitalista, y por todas las sociedades basadas en la compra y la venta.
Podemos decir que esta fuerza de trabajo intelectual es doblemente revolucionaria y productiva hoy en día. Es así porque es consciente de la enorme fortuna que promete, que podrá llevarnos rápidamente a la sociedad sin clases, a la abundancia. Es así porque es consciente de todas las contradicciones, injusticias, y barbarie del capitalismo contemporáneo, y porque los resultados de su toma de conciencia son profundamente revolucionarios.
Conciencia antiimperialista y conciencia anticapitalista
El desarrollo de esta conciencia se da primero entre los estudiantes por una razón muy simple: porque las organizaciones tradicionales del movimiento obrero están profundamente burocratizadas y captadas desde hace mucho tiempo por la sociedad burguesa. Cuando el movimiento obrero no levanta múltiples barreras contra la penetración de la ideología burguesa dentro de la clase obrera, la mayoría de los obreros sucumben, al menos en “condiciones normalesâ€, a la influencia preponderante de las ideas burguesas, tal como Marx y Lenin nunca se cansaron de repetir. Sin embargo, en el medio estudiantil, una minoría bastante amplia, precisamente porque está en una situación intelectual y social más privilegiada que los obreros, puede liberarse por su pensamiento intelectual de la manipulación constante y condicionamiento mental de los instrumentos de moldeo de la gran opinión pública al servicio de la sociedad burguesa y del capitalismo.
Es un hecho incuestionable que la rebelión contra la sucia guerra del imperialismo en Vietnam se origina entre los estudiantes y jóvenes de Estados Unidos. Fueron estos estudiantes y jóvenes norteamericanos los que pusieron en marcha un poderoso movimiento contra esta guerra, arrastrando eventualmente a masas de obreros adultos negros, y que ahora también comienza a afectar a obreros blancos.
Esencialmente, el mismo proceso ha tenido lugar en Europa Occidental y en Japón. Entre estos estudiantes y jóvenes emergió la más poderosa movilización de masas contra la guerra de Vietnam, que desde su comienzo fue más allá de los movimientos “por la coexistencia pacífica†y “ las negociacionesâ€, totalmente oportunistas y capituladores: hemos visto a jóvenes revolucionarios por decenas y miles lanzarse a las calles de París, Berlín, Londres, Roma, Copenhague, Amsterdam y Bruselas para lanzar el único slogan válido, la consigna de total y completa solidaridad con el pueblo vietnamita, la consigna de la victoria de la revolución vietnamita.
En su rebelión contra la universidad burguesa y contra la guerra imperialista, la vanguardia estudiantil ha comenzado a volverse consciente de la necesidad de levantarse contra la sociedad burguesa en la totalidad. Ahora está sacando las conclusiones socialistas revolucionarias lógicas del desarrollo de una conciencia anticapitalista: está preparándose para la revolución socialista. Pues, sin una revolución socialista proletaria, no habrá derrota del sistema capitalista ni en Europa Occidental, ni en ninguna parte del mundo imperialista.
Aún debe hacerse otro comentario a este respecto. El concepto “revolucionarioâ€, en el sentido proletario, marxista, del término, siempre ha implicado la otra idea, la del “internacionalismoâ€. Cuando un argentino, el Che Guevara, luchó en el frente por la victoria de la revolución cubana y luego fue a morir por la victoria de la revolución boliviana; cuando, en épocas en que hasta los tecnócratas están hablando de la necesidad de una Europa unida, el secretario del PC francés se atreve a describir a nuestro camarada, Daniel Cohn-Bendit como un “germano-anarquistaâ€, entonces digo que es Cohn-Bendit el que representa al internacionalismo proletario y que el secretario del PC personifica al nacionalismo pequeño burgués.
Unidad de acción en la vanguardia y relaciones con las grandes masas
La descripción del camarada Bensaid[2] sobre el modo en que se organizó el Movimiento 22 de Marzo debe recordar a los camaradas aquí presentes un asombroso paralelo, el modo en que Fidel Castro y el Che Guevara comenzaron a organizar la lucha armada en Cuba. También comenzaron diciendo: “Vamos a dejar de lado las diferencias tácticas que dividen a las diferentes tendencias en el movimiento revolucionario. Una vez que estemos de acuerdo en lo esencial, en que la acción debe iniciarse, en el modo en que hay que romper con el estancamiento y el atraso del movimiento tradicional, en el modo de iniciar la lucha contra el imperialismo y la oligarquía en Cuba por la vía armada, iremos poco a poco creando un proceso que se acelerará gradualmente por su propia lógica interna, que hará posible clasificar y reclasificar las diferentes tendencias por la experienciaâ€.
Esta actitud es completamente saludable para todo el que quiere liberarse del vacío verbal que ya ha hecho tanto daño. Luego de cierto punto, el movimiento sólo puede progresar por la acción, y a la ausencia de acción lo condena a la esterilidad y a la división permanente. Como lo han dicho los camaradas que hablaron antes que yo, hay una urgente necesidad de reintegrar el movimiento estudiantil al movimiento obrero. Sí, los obreros deben ganar nuevamente para sí al movimiento estudiantil, sobre todo porque muchos de los estudiantes son obreros. Pero esta reconquista de los estudiantes, no puede llevarse a cabo a través de las osificadas y burocratizadas estructuras de las organizaciones obreras tradicionales. Es dentro de la clase obrera, levantando una lucha espontánea contra el sistema capitalista, creando su propia nueva dirección, sus propios comités, que tendrá lugar esta reconquista, a través de la acción y en la acción, en su mutuo interés y en el interés, el supremo interés de la revolución.
Esto no tendrá lugar en las organizaciones tradicionales, en vista del espíritu que todavía hoy inspira a esta magnífica y creciente vanguardia juvenil revolucionaria. Y si luchamos por esta unión, si luchamos por esta alianza y esta convergencia entre la rebelión estudiantil y la lucha por la revolución proletaria en Europa Occidental, es porque sabemos muy bien que ni por la virtud de sus miembros, ni por la virtud que ocupan en la sociedad actual, pueden los estudiantes por sí solos derrotar a la sociedad burguesa en Occidente.
Pueden y deben jugar un poderoso papel como detonador. Jugando este rol dentro de la clase obrera, sobre todo por medio de los obreros jóvenes, pueden liberar en la clase obrera enormes fuerzas para derrotar al Estado burgués y a la sociedad capitalista.
Un movimiento revolucionario de extensión mundial
Hoy vemos a escala mundial el surgimiento de las fuerzas antiimperialistas y anticapitalistas, un auténtico nuevo mundo revolucionario en ascenso.
La heroica lucha del pueblo vietnamita contra el imperialismo norteamericano, la revolución cubana, la lucha valerosa de las guerrillas en Asia, Africa, América Latina, y la lucha de las masas negras en los Estados Unidos por su liberación racial y social son todas básicamente una y la misma lucha.
Y esta lucha de las masas más oprimidas, de las masas de los países del tercer mundo y de las masas negras de los Estados Unidos, está comenzando a convertirse en una repuesta significativa en los países imperialistas. Es la movilización en esos países contra la sucia guerra en Vietnam, es la movilización de masas de los jóvenes obreros en las arduas luchas y manifestaciones de Le Mans, Caen, Turín, y en Bremen y Essen contra Springer…
Como parte integrante de esta lucha está la lucha de la vanguardia estudiantil e intelectual en los así llamados países socialistas de Europa Oriental y de la Unión Soviética. Desde aquí enviamos nuestros calurosos saludos a los estudiantes y obreros de vanguardia en esta lucha.
Pues si bien estamos del lado de la Unión Soviética y en el “campo socialista†en toda confrontación con el imperialismo o la burguesía, estamos del lado de nuestros camaradas Kuron y Modzelewski[3], estamos del lado de la vanguardia obrera y estudiantil de Varsovia y Polonia en su lucha contra la burocracia y por una verdadera democracia soviética, que sólo puede ser una democracia de consejos, una democracia basada en los consejos obreros, de estudiantes y de campesinos pobres tal como Lenin nos enseñó.
Cuando esta lucha, tan amplia como el propio mundo, que ya está en curso, haga posible arrastrar a los obreros adultos contra la política de “participación económica†(sindicato-gobierno para mantener bajos los salarios), contra el resurgimiento de la desocupación, contra el trabajo inseguro, contra la integración de los sindicatos al Estado burgués, contra la cada vez más evidente evolución en todas partes de Europa Occidental hacia el autoritarismo y “Estados fuertesâ€, contra la OTAN y el Pacto del Atlántico, por un resurgimiento del movimiento obrero lanzándose a la lucha obrera contra el mismo capitalismo, entonces podremos transformar a esa vanguardia de hoy en un poderoso partido revolucionario, marchando a la cabeza de las masas.
Luego, todos juntos, seremos invencibles. Luego, todos juntos, completaremos la gran obra comenzada cincuenta años antes por la Revolución de Octubre: la victoria de la revolución socialista mundial.
Notas:
[1] Juventudes del Partido Socialista, que adoptaba el nombre de Sección Francesa de la Internacional Obrera (SFIO).
[2] Daniel Bensaid (1946-2010), dirigente del Mayo Francés y de la Liga Comunista Revolucionaria, sección francesa del Secretariado Unificado de la IV Internacional.
[3] Dirigentes de la oposición antiburocrática polaca de los años 60 y 70.