Nuevamente el pueblo venezolano decidirá su futuro este domingo 20 de mayo y lo hará en muy difíciles circunstancias, pero con la convicción de que solamente en paz y democracia es posible construir ese futuro.
Cuando esta nota salga publicada en su versión impresa, ya habrá iniciado en la República Bolivariana de Venezuela el silencio electoral. Habrán culminado las campañas y ya se habrán producido los actos de cierre de campaña.
El pueblo venezolano será el que tenga en sus manos el futuro de la Patria y la decisión de cuál será el modelo de sociedad a construir por todas y todos. Y tomará esta decisión probablemente en las circunstancias más difíciles que le haya tocado vivir.
Lo hará en medio de una guerra económica salvaje, que ha provocado graves dificultades para toda la población por la desmedida inflación, especulación y acaparamiento generada desde las grandes empresas que tienen un casi monopolio de la distribución de los productos de la cesta básica, así como de la distribución de insumos médicos y medicamentos.
Las venezolanas y los venezolanos asumirán este compromiso con su propia historia enfrentando descaradas amenazas y ataques injerencistas por parte del imperialismo norteamericano y de algunos de sus gobiernos aliados.
El pueblo de Bolívar dará batalla en estas elecciones también a tristes personeros de organismos regionales que ya no pueden esconder que se han entregado de cuerpo y alma a los intereses de los sectores más radicales de la derecha global que pretenden cerrar el paso a las experiencias de creación de nuevas relaciones políticas, económicas y sociales en América Latina.
En definitiva, el domingo 20 de mayo lo que se define es si se mantiene el rumbo de Venezuela, con redistribución y manejo soberano de la renta petrolera y con una inversión social sin parangón (74% de los recursos públicos) o si se da paso al modelo neoliberal y sometido a los designios de los Estados Unidos.
Y, sin embargo, el pueblo venezolano ya ganó. Porque a mediados de 2017 conquistó la paz.
La paz nos trajo hasta aquí
A partir del 12 de febrero de 2017, lo sectores fascistas de la derecha venezolana activaron “la salidaâ€, una operación que buscaba provocar la caída del gobierno del presidente Maduro a través de manifestaciones de extrema violencia aprovechando la mayoría que habían logrado en las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015, la caída de los precios internacionales del petróleo y una muy calculada operación de asedio internacional.
El 6 de enero de 2016, al asumir, los parlamentarios opositores habían dejado claro cuál era su objetivo: sacar de una forma u otra del gobierno a Nicolás Maduro. La violencia parecía la única manera.
Los más de cuatro meses que duró “la salida†generaron la muerte de casi 200 personas, heridas y lesiones de diversa entidad a más de mil y afectaciones a la vida de cientos de miles de venezolanos.
Durante estos meses, los llamados por parte de los más connotados representantes opositores a los integrantes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana a dar un golpe de Estado se contaron por decenas, lo que permitió desnudar los verdaderos intereses de quienes se habían presentado como la “opción democráticaâ€.
Durante el acto del Primero de Mayo de 2017 (en el momento más duro de esta operación), Maduro anunció la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente (ANC), elecciones que se realizaron el 30 de julio del mismo año y que lograron convocar a más de la mitad de los electores habilitados, a pesar del boicot nacional e internacional que pretendieron impedir esta convocatoria.
La oposición de derecha intentó impedir de forma violenta que se realizaran estos comicios; sin embargo, miles y miles cruzaron ríos a pie, superaron bloqueos de calles y carreteras, desafiaron amenazas y realizaron su apuesta por la democracia y la paz, dando una enorme lección de civismo y mostrando su hartazgo a los hechos violentos que promovían los sectores más radicales de la derecha.
Pero, sobre todo, Venezuela demostró que ya no se iba a dejar intimidar. Como por arte de magia, ya el 1° de agosto las guarimbas (como se llaman en este país a este tipo de acciones violentas) estaban desactivadas.
La ANC decidió relegitimar a las autoridades de estados y municipios, por lo que convocó a elecciones de gobernadores el 15 de octubre y de alcaldes el 10 de diciembre de ese mismo año.
El chavismo arrasó en ambas convocatorias. De las 23 gobernaciones se hizo con 17 y de los 335 municipios en que está dividido el territorio nacional obtuvo el respaldo en 298.
En los tres eventos de ejercicio democrático realizados en 2017, el pueblo decidió que respaldaba al Gobierno Bolivariano. Y lo hizo clamorosamente, con altos niveles de participación en un país donde el voto no es obligatorio, con porcentajes superiores al de algunas de las más ostentosas democracias del mundo.
El presidente convocó a la oposición a dialogar con el auspicio de la UNASUR y el Vaticano, contando para esto con la facilitación de los ex presidentes José Luis Rodríguez Zapatero (España), Leonel Fernández (República Dominicana) y Martín Torrijos (Panamá) y con la hospitalidad del presidente dominicano Danilo Medina, quien permitió que este diálogo se realizara en su país.
Esta instancia de diálogo había sido propuesta por el mandatario venezolano en 338 oportunidades previamente y los sectores opositores se habían negado a participar.
A pesar de meses de conversaciones, de idas y venidas, de la aceptación por parte de los representantes del Gobierno de la casi totalidad de las demandas presentadas por la oposición, a último minuto los representantes de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD, agrupamiento de la oposición de derecha) concluyeron pateando la mesa y retirándose del diálogo el mismo día en que se preveía la firma del acuerdo.
Esta decisión auténticamente antidemocrática ocasionó la fractura del conglomerado opositor, entre quienes se negaron a buscar una salida en paz y quienes comprenden que es con votos que se dirimen las diferencias.
La ANC convocó entonces a una elección presidencial, que es la que se realizará este domingo y se presentaron a la misma cinco candidatos.
Además del presidente Nicolás Maduro, que aspira a la reelección, se presentaron Henri Falcón (ex gobernador del central estado Lara), Javier Bertucci (empresario y pastor evangélico), Luis Alejandro Ratti (especialista en mercadeo) y Reinaldo Quijada (ingeniero electrónico y militar retirado).
El presidente Nicolás Maduro cuenta con el respaldo del Frente Amplio de la Patria, que agrupa a todos los sectores que respaldan a la Revolución Bolivariana y las diversas encuestas le otorgan el respaldo de más de la mitad de quienes manifiestan su voluntad de acudir a las urnas este domingo.
Por su parte, Henri Falcón (a quien las consultas de opinión le otorgan cerca del 30% del electorado) ha recibido el apoyo de su propio partido (Avanzada Progresista) y de otros sectores que se retiraron de la MUD, así como del candidato Luis Ratti, quien se retiró de la contienda al no recoger apoyos significativos.
Javier Bertucci, quien montó su infraestructura sobre la base de la feligresía de buena parte de las iglesias evangélicas del país y de una campaña realizada con ingentes recursos tiene una preferencia del entorno del 15%.
Por último, el exmilitar Reinaldo Quijada, quien dice representar al chavismo descontento, no ha logrado superar el 5% de la intención de voto.
Sin embargo, probablemente la cifra más importante sea la cantidad de personas que manifiestan su decisión de votar, que superaría el 60% y que -por tanto- ratificaría la voluntad de consolidar la paz y lograr superar la grave situación económica que hoy vive el país y su gente.
Con todas las garantías
Se llega a esta elección con un sistema electoral ya francamente consolidado, del que ya nadie puede manifestar dudas razonables.
Ya se superaron las fases de acusaciones de fraude, de supuestos hackers rusos o chinos, de cambios de votos o de pajaritos preñados.
Con el sistema de voto automatizado que existe en Venezuela, nadie ha podido demostrar que se haya falseado el resultado en una sola mesa de votación.
Las auditorías previas y posteriores, realizadas con presencia de todos los partidos políticos, acompañantes internacionales y expertos electorales garantizan los resultados al 100%.
Al sistema se le realizan las siguientes auditorías:
1) Auditoría al software de votación. Antes de cada proceso electoral se revisa el código fuente, lo que garantiza que el programa informático suma, asigna, totaliza y transmite de manera correcta los resultados.
2) Auditoría de producción de las máquinas de votación. Se verifica que las máquinas de votación se estén produciendo con los códigos certificados en la fase anterior.
3) Auditoría pre-despacho de máquinas de votación. Antes de enviar las máquinas a cada centro de votación del país, se realiza un simulacro de votación en una muestra aleatoria donde se comprueba que efectivamente están sumando y totalizando correctamente.
4) Auditoría de infraestructura. Se desarma una muestra de máquinas a fin de observar sus componentes y asegurarse de que todos son necesarios para la elección y que no hay ningún elemento secundario que ejecute otras acciones que no esté acorde con el proceso electoral.
5) Auditoría al Sistema de Identificación Biométrica. El resultado más importante de esta auditoria es corroborar que no existe relación ni se genera un orden entre la captura de la huella dactilar y la secuencia de los votos, garantizando el mandato constitucional del secreto al sufragio y el principio de un voto por elector.
6) Auditoría de producción del Sistema de Identificación Biométrica. Se verifica el seguimiento y control del aislamiento de los equipos que conforman el sistema y se selecciona una muestra para verificar que la firma electrónica de la aplicación no haya cambiado.
7) Auditoría a la red de transmisión de datos. Consiste en revisar cada uno de los dispositivos de telecomunicaciones que intervienen en el proceso de transmisión de resultados y garantizar que la red que utiliza el CNE es exclusiva, está totalmente aislada de Internet y blindada contra intrusos.
8) Auditoría del sistema de totalización. Se observa el sistema de totalización, sus componentes, su código fuente y la firma electrónica de la aplicación. Luego de la elección el CNE entrega a las organizaciones políticas el registro de las transmisiones de datos, hora y lapso durante el cual se conectaron las máquinas de votación al servidor de totalización nacional, para su revisión y auditoria.
9) Auditoría de cierre. Se verifica la precisión de la solución automatizada a través de la concordancia entre los votos registrados y escrutados, por la máquina de votación y los comprobantes de votos contenidos en la caja de resguardo. La auditoría se realiza, una vez que se haya cerrado el acto de votación, impreso el acta de escrutinio, transmitido los datos e impreso las copias previstas. En ese momento, a través de un sorteo se seleccionan las máquinas que participarán de la auditoria de acuerdo al 54,4% previsto por el CNE. La auditoría de cierre es un acto público sin más limitaciones que las derivadas de la capacidad física del local y la seguridad del acto electoral. Los testigos de las organizaciones con fines políticos presencian y firman la constancia de auditoria.
10) Auditoría de las memorias. Se hace un respaldo de los datos para el caso de una eventual revisión de resultados con cualquier fin electoral y luego, las memorias de las máquinas son blanqueadas para que no exista la posibilidad de relacionar a los votantes con el resultado manteniendo el secreto del voto.
11) Auditoría posterior. Es una recreación de la auditoria de cierre, en la cual los representantes de las organizaciones políticas verifican las cajas auditadas realizando de nuevo el conteo y registro de los comprobantes de votación. Esos resultados se comparan con los del sistema de totalización y es certificado por las organizaciones políticas.
12) Auditoría de boletas electrónicas. Para los procesos electorales que requieran múltiple elección de cargo, las boletas electrónicas también se someten a auditoria. A través de un simulacro de votación el día de la auditoria, los representantes políticos comprueban que el sistema táctil funciona correctamente y los votos son atribuidos al candidato del óvalo seleccionado.
13) Auditoría de cuadernos impresos. Aunque no pertenecen al sistema automatizado, los cuadernos de votación son revisados por las organizaciones políticas, corroborando que la data de votantes que contienen se corresponde con la que el Registro Electoral prevé para esa mesa de votación.
Además de las auditorías al sistema electrónico, también es verificado el Registro Electoral, el registro de las huellas dactilares y el mecanismo con el que se realiza el sorteo de las ciudadanas y ciudadanos que compondrán cada una de las mesas electorales.
Están convocados a votar 20.526.978 ciudadanos y ciudadanas, quienes podrán emitir su voto en los 14.638 centros de votación distribuidos por todo el país con 34.143 mesas de votación y otras 276 mesas habilitadas en las misiones diplomáticas venezolanas en el extranjero.
Además del presidente de la República, el electorado venezolano elegirá entre 1.696 candidatas y candidatos a integrar los 23 Consejos Legislativos Estadales.
A pesar de rumores, de amenazas, de groseras intromisiones en los asuntos internos de Venezuela, a pesar de quienes amenazan con la violencia dentro y fuera del país, a pesar de las operaciones de desinformación o de invisibilización de las campañas y el proceso electoral, el pueblo bolivariano saldrá a votar.
Nuevamente las hijas e hijos de Bolívar y Chávez darán una lección a quienes no tiemblan para decir que “le abrirían los puertos y los aeropuertos a los (norte)americanos para que llenen el país de productosâ€, a quienes pretenden entregar los recursos patrios y abrazarse al Fondo Monetario Internacional, a quienes pretenden arrasar sus conquistas y pisotear sus anhelos.
Y lo hará como siempre, con una gran movilización, con esperanza, con alegría y en paz.