Rebeca M. Westphal
«Control social». Así bautizaron las corporaciones mediáticas al Carnet de la Patria cuando el presidente Nicolás Maduro anunció esta medida para optimizar el funcionamiento de las misiones y grandes misiones en Venezuela para responder al caos causado en cuestiones tan elementales como el saboteo de la estructura de distribución de alimentos nacional, generado por el sector empresarial dueño de los sistemas privados de producción, para presionar el descontento y molestia en la población que pudiera ser capitalizada contra el Gobierno nacional.
Una carta chantajista que le funcionó circunstancialmente en la campaña electoral de 2015: «La última cola. Vota por mí y te prometo que aparezco los alimentos que te escondí, para que no hagas más cola». ¿Control social, el Carnet de la Patria?
Pero al día siguiente de que la dirigencia opositora asumiera el poder de la Asamblea Nacional, no desapareció la cola en el mercado de la esquina.
Al contrario, a medida que corría el año 2016 se incrementaban los casos de acaparamiento, se intensificaba la inflación inducida con la manipulación del valor del dólar paralelo, se promovían saqueos y disturbios en distintas localidades, ensayando operaciones programadas de violencia, mientras los diputados electos concentraban su recién adquirida fuerza institucional a sostener esta situación y encontrarle la vuelta legal para destituir con un referéndum revocatorio al presidente Maduro.
Nicolás toma horizonte y se enfrenta a la parte más aguda de la guerra. Durante todo el año se resiente en la cotidianidad los efectos de los ataques económicos fabricados y capitaneados por los dueños del circo: el mismísimo corazón financiero mundial en descomposición bombeando agresivas acciones contra la gobernabilidad de nuestro país, despojándonos de lo que a fuerza de energía saqueada ya nos habían obligado a tener: su propia lógica mercantilista del acceso al consumo.
Que se asomara desde el Estado vincular los CLAP a un sistema de pago por medio de la tecnología QR del Carnet, rompió otra fibra en la esquizofrenia mediática nacional. El olor a cubanización lo retrataban en los titulares que aseguraban que el Carnet iba a racionar los alimentos. «El rrrégimen» utilizando plataformas tecnológicas para repartir hambre y miseria, decían.
Pero cuando el país fue sumido en la violencia y anarquía, con la amenaza de un golpe de Estado en curso, el ilimitado mundo digital fue puesto a la orden para la estimulación del caos. La dirigencia escuálida tomó al bastión joven de sus seguidores, los engañó y expuso sus vidas, sacrificándolos muchas veces cual peones, en maniobra táctica para adjudicarle al Estado la culpa, atizando el conflicto para extenderlo lo suficiente como para hacerse del control político nacional y entregar las instituciones venezolanas a las corporaciones trasnacionales.
Solidaridad de figuras del entretenimiento con las manifestaciones violentas, operaciones psicológicas en redes sociales para promover las guarimbas, pagos y donación de insumos a los grupos terroristas a través de campañas de crowfunding, siguiendo el manual de revoluciones de color para principiantes. ¿En qué utilizan las plataformas tecnológicas el poder fáctico?
En cambio, como todas las claves que el chavismo ha encontrado para desarticular la guerra, Maduro añadió la herramienta del Carnet de la Patria a las salidas audaces y no convencionales para revitalizar las misiones sociales, organizar al chavismo en medio del caos inducido por el adversario y enfilarnos a las vías políticas para solucionar los conflictos.
No han podido desgastar la conducta ética del chavismo
En la línea delgada del estado de excepción que querían alcanzar en Venezuela y la contundente victoria de la ANC, transcurrieron los días con el ensayo de movilización en el plano electoral utilizando la plataforma tecnológica del Carnet para perfeccionar la capacidad de movilización.
Retomada la estabilidad política, Maduro articuló las misiones y grandes misiones creada con este sistema innovador de identificado electrónico que recoge los datos individuales de la población venezolana, construyendo cada perfil según indicadores sociodemográficos en cuestión de minutos, evadiendo procesos burocráticos y de corrupción que afectan a lo interno la resistencia del país.
Este instrumento permite que el Estado interactúe directamente con la población, haciendo llegar los programas sociales específicos gracias a la caracterización de la población, sin sesgos ideológicos o partidistas. Experimentando entre las variadas opciones para combinar y con un margen de error prácticamente inexistente, vemos cómo cada estructura paralela creada por el chavismo y que sí han dado respuesta a la crisis inducida (contrarias a las viejas instituciones) se relacionan con el Carnet de la Patria, proporcionando datos importantes:
Incorporar más de 200 mil nuevos pensionados, sumando un 93% de total en esta protección social.
En el área de salud, el Plan Quirúrgico Nacional atendió a 400 mil pacientes en todo el territorio.
La inscripción de 800 mil jóvenes al Plan Chamba Juvenil, introduciéndolos en el aparato productivo del país.
Atención a más de 4 millones de familias a través de la misión Hogares de la Patria.
Acceso a la criptomoneda Petro a través de billeteras virtuales.
Activación de registro y actualización de datos del censo para la Gran Misión Vivienda Venezuela.
Sobre el efecto que produjeron los bonos que se han gestionado a través del Carnet, hay que hacer mención aparte. Réplica predecible fue el grito que pegó la oposición al llegar el primer mensajito de bono navideño. El control social estaba consumado, los votos comprados y el mecanismo de atrofia económica trastocada momentáneamente en época de suma simbología. Ese diciembre también se prepararon hallacas.
Las formas de la guerra no convencional, aplicada en el territorio para generar la inestabilidad política que permita desmantelar al Estado, jurungan en los mecanismos mentales y producen ciertas bajas, pero ignoran la inmensa capacidad de razonamiento que hemos venido forjando como pueblo en completa simbiosis con el Comandante Chávez.
¿Por qué piensan que nosotros, por ser los cotidianos de 15 y último, razonamos como ratones de laboratorio? La respuesta parece simple, si se considera el siglo entero que vienen aplicando el aparato propagandístico para hacernos un país de Harina Pan. Bajo esa misma lógica, arguyen que el chavismo original acompaña las políticas estadales siguiendo el rastro de los bonos. Que ninguna de sus artimañas hayan desgastado la conducta ética de una gente que se reinventa en coyunturas altamente hostiles, no les da pista alguna de lo que estamos constituidos.
Sigan pensando que es de harina. Mientras tanto, nuestro presidente Maduro junto con el grueso del país que hace política todos los días, continuará sistematizando las experiencias acumuladas en estos cinco años de guerra frontal.