No fue la campaña, si es que acaso la hubo; ni el jingle pegajoso, ni los ministriles en escena, ni las promesas postergadas del mensaje, ni el 1X1, ni el 4X4, ni el punto rojo o tricolor, ni el tinte de La Primera Combatiente; quien le dio el triunfo a Nicolás Maduro fue el pueblo chavista, o chavismo duro como lo califican muchos, dándole así otra oportunidad al Presidente para que no sólo continúe con el legado del Comandante, sino para que lo plasme.
Ojalá que la dirección política del proceso bolivariano haga una lectura adecuada de lo que aconteció ayer 20 de Mayo y cambie –por fin- lo que tenga que ser cambiado, que enfrente sin demora y comience a hacerse tangible que se está trabajando para resolver los graves problemas que está sufriendo el pueblo con la especulación criminal, el desabastecimiento, la usura, la tragedia del transporte, la crisis de la salud, entre los principales males que azotan a Venezuela. Seguro que el pueblo no espera soluciones mágicas, pero sí observar que se trabaja en la dirección correcta y que se le incluya en esas políticas como sujeto protagónico, porque, aunque parezca una canción en extinción, sigue siendo una verdad plena como la luna llena que: sólo el pueblo, salva al pueblo.