A la amnesia, se suma la pérdida del rumbo estratégico

Por: Alberto Pinzón Sánchez 

Los nuevos dirigentes lo pueden dirigir hacia las trasformaciones que beneficien a las “grandes mayorías” de la población que no forman parte de la Elite. Claro, como la carretera no es 100 por ciento  recta, hay que timonear unas veces hacia la izquierda y otras hacia la derecha. Entonces se cosechan los llantos de la Argentina, las saudades del Brasil, los wainos peruanos, la primavera sangrienta de Chile, o la camisa negra de juanes en Colombia.

Así como hay “spin doctors” proclives al Estado, que actúan en el aparato de la hegemonía y mediático dominantes, también los hay dentro de la llamada Izquierda democrática o pequeño burguesa arribista, quienes siempre con el cuento de hacerse una “autocritica desde el campo de la izquierda”, apresuradamente salen a intoxicar la opinión democrática y socialista con las subjetividades insostenibles de sus “análisis” de última hora, que no pasan de ser recuentos parroquiales de las minucias de la riña entre las “facciones de la elite dominante con sus títeres, ventrílocuos y traidores” (ya se sabe, Uribe contra Santos con sus fracciones oligárquicas. Ojo Pacho, en castellano facción es diferente de Fracción) los que, con pretensiones de ser análisis políticos, solo buscan culpar a la masa trabajadora y popular del porqué Colombia sigue siendo un Estado fallido, o como ellos lo llaman “Estado precario, de Democracia imperfecta, o Estado profundo. Para luego, como si los autores fuesen una especie reencarnada de Lenin posmoderno, preguntarse desde su olimpo payanés ¿Qué Hacer?

Bueno. Hay que aceptarlo. La lucha de clases también se da en estos niveles.

No es explicable que, existiendo una agencia internacional con sede en Washington, EE.UU., de calificación de los Estados frágiles y fallidos como http://fundforpeace.org/fsi/country-data/ en donde se puede buscar el nombre de cualquiera de los 178 países analizados, incluido Colombia, y ver las gráficas obtenidas desde el año 2006, cuando Colombia fue catalogada como “Estado Fallido” y todavía no se había iniciado el proceso de paz con las FARC-EP, hasta la fecha 2018, con la aplicación de los doce (12) indicadores empíricos contenidos en las cuatro 4 categorías con los que esa agencia define el Estado y sus tendencias:

1 Cohesión (Aparato de Seguridad, Elite fraccionada, Quejas)
2 Economía (Deterioro económico, Desarrollo económico desigual, Fuga Humana y de cerebros)
3 Política (Legitimidad del Estado, Servicios Públicos, Derechos Humanos e Imperio de la Ley)
4 Social (Presiones demográficas, Refugiados, Intervención extranjera)

Y se pueda ver en estas gráficas, la propensión a la mejoría de todos los indicadores, excepto los de la categoría económica que empeora, y el indicador de fraccionamiento de la Elite que se ha estancado y no mejora como los otros indicadores); todavía exista en Colombia, un nivel de análisis tan subjetivo, caprichoso y peor aún que no exista una “critica” realista, no ya a los indicadores presentados por esta agencia estadounidense, sino que desde los conocimientos “actuales” de la Ciencia Política y el marxismo (por ejemplo teniendo en cuenta el esclarecedor libro sobre el Estado de Bob Jessop) aún NO se tenga un concepto complejo y bien definido sobre el “actual” Estado capitalista neoliberal de Colombia inserto en el Sistema Global del Imperialismo,  con sus contradicciones de clases y las correlaciones de fuerzas resultantes, junto con las tendencias objetivas que se observan en la coyuntura “actual”; para con ello actuar “políticamente” dentro de la sociedad y luchar por sus trasformaciones estructurales indispensables (según la recomendación de Lenin de que el Estado constituye y seguirá constituyendo un asunto estratégico) y en donde después del Acuerdo de la Habana, del desarme de la guerrilla de las  FARC-EP con su trasformación en el partido político de la rosa; a la fecha de hoy, después del estudio presentado por la Fundación Paz y Reconciliación https://www.elespectador.com/noticias/politica/grupos-posfarc-y-la-posible-reactivacion-de-la-guerra-articulo-807019, en lugar de haber ingresado en un Post Conflicto tan anunciado por el gobierno Santos, estemos presenciando la configuración de otro nuevo ciclo de violencia, o no lo sabemos aún, la prolongación del anterior conflicto sin solución.

El 07 de agosto 2018, una de las fichas más reaccionarias y claves de la actual política estadounidense; la embajadora de EE. UU., la señora Nikki Haley, durante los eventos de investidura del nuevo presidente Duque y frente al posesionado le aclaró diáfanamente tres cosas sobre la posición de su gobierno y del Estado Imperial: Una, El Estado de Colombia es “socio” del de EE. UU., con todo lo que la palabra “socio” implica en el idioma norteamericano. Dos, “el proceso de paz (con las FARC-EP) no fue perfecto y debe ser abordado para mejorarlo”. Tres. ”(Duque) va a ser muy enérgico y eso es una actitud a la que EE.UU. da la bienvenida y apoyaremos totalmente, porque estamos muy preocupados; el presidente Trump está muy preocupado con el crecimiento de la producción de coca en los últimos años”, https://www.pulzo.com/nacion/embajadora-eeuu-onu-confia-lucha-duque-contra-narco-PP535953. Pero además, pasado un mes, la misma señora Haley, desde el Puente fronterizo que une a Colombia con Venezuela y después de haber asignado 9 millones de US dólares para resolver la llamada crisis del Catatumbo, hizo un premonitorio anuncio: «Es momento de que los países de la región que también sufren con la migración», condenen al dictador Nicolás Maduro y le digan que es momento de irse», https://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/embajadora-de-eeuu-ante-la-onu-visita-frontera-colombo-venezolana-articulo-805026  ¿ Una pregunta insistente que ha quedado flotando es, por qué estas preocupantes declaraciones no se han analizado con la seriedad que exigen, o simplemente, porqué cayeron en terreno vacío?

Así las cosas, o mejor con estas perspectivas reales, inexplicablemente pasadas por alto u olvidadas ya, resulta muy deprimente tener que reconocer que todavía y a pesar de las múltiples experiencias históricas continentales, en amplios sectores de la llamada izquierda colombiana se sigue moliendo sin ninguna actualización la vieja tradición mecanicista y economicista de que el Estado es un aparato neutral de dominación de clase, que a pesar de su anclaje profundo en el Sistema global del Imperialismo y sus profundas contradicciones internas, solo basta con tomarlo por asalto según las técnicas explicadas por el controvertido escritor Cursio Malaparte en su libro (1), y, como si fuera un automóvil al que se le cambia el chofer (se cambia de Elite), los nuevos dirigentes lo pueden dirigir hacia las trasformaciones que beneficien a las “grandes mayorías” de la población que no forman parte de la Elite. Claro, como la carretera no es 100 por ciento  recta, hay que timonear unas veces hacia la izquierda y otras hacia la derecha. Entonces se cosechan los llantos de la Argentina, las saudades del Brasil, los wainos peruanos, la primavera sangrienta de Chile, o la camisa negra de juanes en Colombia.

(1)  Curzio Malaparte. Técnicas de Golpe de Estado. Editorial Ariel. Madrid.  2017. 261 pgs

Fuente Imagen Internet. La Embajadora Nikki Haley en el puente colombo venezolano


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