Todos los demonios contra América Latina y el Caribe

No se queda atrás nuestro hemisferio, la América Nuestra, en los planes del Pentágono, y la injerencia de Washington es cada vez más agresiva

 

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Juana Carrasco Martín

 
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No se queda atrás nuestro hemisferio, la América Nuestra, en los planes del Pentágono, y la injerencia de Washington es cada vez más agresiva, socavando una unidad e integración que habían modificado, al comenzar este milenio, la condición de patio trasero con que el imperio dominó durante el siglo XX.

Ahora, poco a poco han ido imponiéndose nuevas formas de golpe de Estado, la judicialización de los gobiernos y líderes de izquierda o progresistas, por una parte, y por otra una feroz guerra económica y la desestabilización con el uso de la violencia criminal por sectores de unas oposiciones que responden a los planes de derrocamiento de los gobiernos establecidos desde la democracia electoral. Todo esto también es parte de las guerras secretas del Pentágono y de la CIA.

Los eslabones más débiles de la integración de la América Nuestra se rompieron tempranamente en Honduras y en Paraguay, y golpes parlamentarios sacaron de las casas de gobierno a los presidentes Manuel Zelaya y Fernando Lugo.

Mediante elecciones se han impuesto las fuerzas neoliberales en Chile, Perú y Colombia. En Argentina, donde ocurrió otro tanto —quizá por aquella definición del escritor, pensador y político Arturo Jauretche: «La clase media cuando está mal vota bien y cuando está bien vota mal»â€”, se persigue desaforadamente a la expresidenta Cristina Fernández, en un intento de lograr su encarcelamiento, como ya lo ejecutaron en Brasil contra Luiz Inácio Lula da Silva, tras el golpe blando parlamentario contra Dilma Rousseff.

Otro tanto quieren hacer con Rafael Correa, el expresidente ecuatoriano, para consumar una maniobra de «viraje», en la cual Ecuador ha ido apartándose de organizaciones de unidad e integración latinoamericana y caribeña, y el más reciente bandazo ha sido ejecutado con la retirada de esa nación de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América y el Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP).

Contra Venezuela y su presidente Nicolás Maduro han desatado todos los demonios e igual intento emplean contra Daniel Ortega en Nicaragua. El Estado Plurinacional de Bolivia y su presidente Evo Morales, también están en la mira… Se trata de aniquilar la resistencia, la independencia, la soberanía, y los gobiernos de los pueblos.

UN CERCO MILITAR

Pero vayamos al escenario militar. En noviembre de 2017, el ejercicio militar en la Amazonia (Amazon Log 2017), convocado por el Brasil de Temer, permitió la presencia de las botas estadounidenses en el pulmón del mundo, junto con tropas de Colombia y Perú, justo en la ciudad trifronteriza de Tabatinga, en una región que limita con la nación bolivariana. Era una avanzada de lo que ocurre en este 2018.

Maritime Herald, el pasado 12 de febrero, en un artículo titulado Alerta sobre el emplazamiento militar de EE. UU. cerca de Venezuela, decía que la visita a Colombia del almirante Kurt W. Tidd, jefe del Comando Sur, hacia crecer las sospechas y llevaba a pensar que una orden de ataque contra el país bolivariano ya estaba dada. Tidd, según reporte de El Espectador, dijo que Bogotá y Washington debían continuar trabajando para «superar las amenazas a la seguridad».

En mayo, el presidente boliviano Evo Morales alertó a la opinión pública sobre la gran amenaza emplazada contra Venezuela y la periodista argentina Stella Calloni daba a conocer un informe de 11 páginas firmado por el almirante Tidd, titulado Golpe Maestro: Un plan para derrocar la dictadura en Venezuela, en el cual consideraba que «ha llegado el momento» para intervenir militarmente en ese país.

En agosto del año pasado, el mismísimo Donald Trump le dijo a sus entonces secretario de Estado, Rex Tillerson, y asesor de seguridad, Herbert Raymond McMaster: «Con una Venezuela que se desenreda rápidamente amenazando la seguridad regional, ¿Por qué los Estados Unidos simplemente no puede invadir a un país con problemas?». Les argumentó  que había varios ejemplos de lo que consideraba el uso exitoso de la fuerza en la región, —según dijo la fuente—, como las invasiones de Panamá y Granada en los 80.

Agrega la información tomada de AP que al día siguiente, 11 de agosto, Trump «provocó asombro en amigos y enemigos por igual al hablar de una “opción militar” para derrocar a Maduro», y después conversó del asunto con el entonces presidente colombiano Juan Manuel Santos, lo que fue confirmado por dos altos cargos de ese país que también hablaron en condición de anonimato. Cuando Trump indagó sobre las opiniones de varios líderes latinoamericanos ellos se opusieron fuertemente a esos planes militares, dijeron entonces los medios.

Pero al mismo tiempo, elementos venezolanos con residencia en Estados Unidos, en actitudes execrables, escribían que «la intervención estadounidense pudiera tener beneficios económicos para Venezuela y Estados Unidos».

Colombia era el punto principal escogido, pues de las más de 76 bases e instalaciones militares de EE. UU. en la región, nueve están en esa nación; además, Colombia suscribió en 2016 un acuerdo de cooperación con la OTAN para el intercambio de información, estrategias y protocolos y el 31 de mayo de este 2018 se colocó como «socio global» de la Alianza Atlántica.

Fue abierta así otra puerta de entrada a la presencia militar extranjera, que hace trizas la Proclama de América Latina como zona de paz y de región libre de armas nucleares, dada la capacidad militar de esa alianza bélica, en la que Estados Unidos sigue teniendo voz cantante.

Tras la toma de posesión de Iván Duque sonaron más las alarmas. El vicepresidente de EE. UU. Mike Pence daba órdenes: «Hablé hoy con el Presidente electo de Colombia, y comentamos la crisis humanitaria y las condiciones autoritarias en Venezuela, comprometiéndonos a continuar presionando al régimen de Maduro para lograr la restauración de la democracia».

En este septiembre Colombia es la anfitriona del ejercicio aeronaval internacional Unitas LIX-2018 en el Caribe. Estarán presentes buques, submarinos y aeronaves de 13 naciones: Argentina, Brasil, Canadá, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Estados Unidos, Honduras, México, Panamá, Perú, Reino Unido y República Dominicana.

Dijeron que el propósito es fortalecer la confianza y la integración de las Fuerzas Navales del continente, además de mantener el entrenamiento de las tripulaciones para cooperar mutuamente ante las diferentes amenazas hemisféricas…

Precisamente el documento del almirante Kurt Tidd sobre Venezuela explicaba con claridad que el Gobierno bolivariano solo puede ser derrocado a través de una «operación militar bajo bandera internacional, patrocinada por la Conferencia de los Ejércitos Latinoamericanos, bajo la protección de la OEA…». Entonces la pregunta obligatoria es ¿Acaso pudiera ser Unitas LIX 2018 un bloqueo naval a Venezuela?

El fracasado intento de magnicidio y la campaña mediática intensificada y exacerbada en las últimas semanas y días pueden estar preparando a la opinión pública continental e internacional para un golpe al amparo de los ejercicios navales. Una vez mas las cañoneras yanquis en el Caribe.

LA TENAZA DESDE MAS AL SUR

Al panorama colombiano, se unen en las numerosas bases estadounidenses las 12 instalaciones en Panamá, 12 en Puerto Rico, y ocho en Perú, y aunque la mayoría se concentra en Centroamérica y el Caribe, en este verano boreal se conoció de una silenciosa invasión en la invernal Argentina: militares estadounidenses e israelíes transitaban en uniformes y vehículos tácticos por las calles de Buenos Aires, un hecho no reseñado por los grandes medios noticiosos, pero que puso en alerta a legisladores de la oposición y al pueblo argentino.

Mauricio Macri ha anunciado que volvería a permitir la instalación de bases militares permanentes del Pentágono en Argentina, una en Ushuaia, en el extremo sur de la Tierra del Fuego y otra en el norte, en la provincia de Misiones, en la triple frontera con Paraguay y Brasil, una vez más sin tomarse el cuidado de informar y recabar la aprobación de la legislatura del país austral. Por supuesto, combatir el narcotráfico y el terrorismo en las justificaciones.

No quedaba todo en esos dos polos. El 25 de agosto, decenas de argentinos se manifestaban en contra del establecimiento de una base estadounidense en la provincia de Neuquén, en el oeste de Argentina.

Macri ha comprometido parte del presupuesto en importantes compras de armamentos y en esa militarización acrecentada del país, también dispuso una nueva base justo en la frontera con Bolivia, en La Quiaca, lo que fue rechazado y denunciado por el presidente Evo Morales, quien dijo el 23 de agosto que la medida destinada a «amedrentar», sin embargo «no asustará» a los bolivianos ni socavará la unidad con el pueblo.

Lo cierto es que el cerco se cierne y no solo contra Venezuela. Las señales rojas están encendidas.