Gino Gonzalez
Yo digo que las estrellas / le dan gracias a la noche /
porque encima de otro coche / no pueden lucir más bellas.
Silvio R.
Siento la necesidad de escribir sobre David. Esto me acarrea un conflicto interno, pues nuestro camarada fue hostil a homenajes, jaladeras de bola, endiosamientos y todas esas vainas concernientes a los honores que uno se empeña en hacer cuando los amigos mueren. Buscaré la forma de escribir sobre él sin aludirlo de manera directa.
Hace días proponía Roger Capella, uno de sus amigos y compañero de luchas de toda la vida, reunirnos los amigos y conversar sobre él, leer poemas y cantar unas canciones.
«Actos religiosos ni puel carajo, un hombre tan ateo como era ese», remató diciendo Roger. De esto último, pienso que David no creía en dios, pero no era ateo. En una oportunidad en Guárico, Lara, en la noche estábamos cada quien en su chinchorro y ya cuando se había hablado lo suficiente, al momento del silencio, cada quien envuelto en la noche contemplando el cielo, no recuerdo quién hizo el comentario, pero coincidimos en que a veces a uno lo perturba tanta inmensidad y sentimos como una especie de desamparo existencial ante el cosmos y sus misterios.
«Es verdad», dijo uno. «Así es», dijo otro. Suspiramos y cada cual guardó silencio de nuevo hasta el sueño. En fin, ya estoy asumiendo esto personalmente. Diré, en consideración y para información de los que no conocieron a David Arráez, que éste fue un revolucionario de toda la vida, gran amigo por cierto de Alfredo Maneiro con quien compartió hasta el final y desde los inicios.
De hecho, cuando la división del PCV, formó parte de ese pequeño grupo que no se fue para el MAS y que luego fundaría La Causa R. Vale destacar también que El Gordo David junto a El Negro Cheo les correspondió una de las tareas más riesgosas en la lucha armada.
Estudioso permanente y apasionado de la discusión política a profundidad sin la retórica y la habladera de paja de tanta conversa intrascendente, en armonía con una constante militancia sin la chocante mala costumbre de andar pasando factura a la revolución, tal como suelen hacerlo ciertos «históricos» de la lucha política.
No voy a describir hazañas del amigo, pero por qué no, a partir de él quiero afirmar responsablemente que David Arráez se merece un reconocimiento a la par de mártires y combatientes del relieve de Turcios Lima, Luther King, Farabundo Martí, Lenín, Juan José Rondón, Bermúdez, Pío Tamayo, Juana La Avanzadora o La Vieja Rosalía que le echó bola (¿los ovarios también son redondos?) pa’ criar en la miseria un bojote de muchachos.
Y ya paso a explicar esto.
Existen cualidades humanas que se heredan o se adquieren, o ambas a la vez, con las cuales nos conducimos en la vida y desde luego en la militancia política.
Una de ellas es la militancia política misma. Usted entra a la política en el mayor de los casos por dos razones. Una por las circunstancias, no quieres, quisieras ser «normal», pero un día te das cuenta que no existe esa «normalidad» y que naces en un cojeculo histórico, el cual no tienes más alternativa que asumir «el huracán revolucionario» como lo llamaba Chávez.
No decidí este combate
pero sí su comprensión
entregaré el corazón
para cumplir con mi parte
Otros entran a la política a ver qué consiguen.
No en balde los partidos del poder tienen nutrida militancia. Aunque en los últimos tiempos, en el caso venezolano, se ha demostrado que tener el gobierno no necesariamente es tener el poder. En aquellos años en los que la realidad nos insertó en la lucha revolucionaria, los padres y familiares como veían que uno era muy joven, te recriminaban diciéndote pendejo, que en esos partidos uno no iba a conseguir nada y que te fueras pa’ Acción Democrática.
Habitual eran familias donde la mitad era adeca y la otra copeyana pa’ equilibrá, si fallaba uno tenías el otro. Pero el oportunismo no sólo se limita a organizaciones de derecha, también hay en las de izquierda.
Contó David que cuando la división del PCV, toda la juventud se le fue, pero un joven que en el futuro sería un reconocido periodista y alto personero del gobierno de Chávez en sus inicios, y que desde luego lo traicionó, se quedó en el partido, y los más allegados le preguntaron la razón y no tuvo ningún argumento ideológico, su respuesta fue: «Seré bolsa, el partido se queda sin juventud y ahora el secretario juvenil voy a ser yo y todo viaje que salga pa’ la Unión Soviética en representación de la juventud me mandarán a mí».
El oportunismo y el ego se activan en las organizaciones humanas. Hasta donde se juega la vida eso prevalece. Nunca faltan los pantalleros. Claro, hay pantalleros inocuos, no hay quien no tenga algo de pantallero. Pero hasta en el peligro sobresale el ego, los que quieren ser el comandante, ser jefe, ser recordados como héroes en el futuro, que les levanten una estatua o le pongan su nombre a una calle o a una escuela.
Si deciden ahogarse pelean por ser el mejor ahogado. Ambicionan esos poderes. No te conformas con ser la masa, quieres ser dirigente, practicas tu oratoria al frente del espejo y en la asamblea pides la palabra para repetir con elocuencia lo que otros ya dijeron. Si no eres el jefe, haces marionetas por estar al lado de quien lo es.
Nada diferente a cuando queremos el autógrafo o tomarnos una foto con el o la cantante de moda. Así el cantante sea de «protesta». Son egos que en muchos casos no derriten los huevos de los nidos ni tampoco bombardean países, pero que cuando se tornan aberrantes concluyen en traiciones.
Pareciera que la naturaleza humana, pareciera, así como el ganado, ameritamos de una madrina, de un líder. Aún no salimos de allí y a lo mejor no salimos porque somos así. De allí deviene eso que llamamos «el culto a la personalidad» y por qué no, yo estoy nombrando a La Vieja Rosalía, mi mamá vieja y le rindo sus honores. Peores casos hay.
En este siglo, aún prevalecen dogmas religiosos medievales y ahí están intactos y cada vez más fuertes. Los avances tecnológicos contribuyen a la alienación masiva. No era cierto que había que leer y escribir para ser libres, eso no basta, ahorita el que tiene grandes conocimientos digitales no por eso es más sabio.
No es fácil la lucha contra la alienación y la adoración de los fetiches del mercado. Incluso, teniendo hasta medios de comunicación para ello porque los usamos con los criterios casi absolutos de lo que pretendemos abandonar. Entonces, no nos vamos a poner nosotros porque somos «radicales y tal» a decir que eso del culto a la personalidad es pura paja y tenemos que combatirlo. El culto, valoración o mitificación de los símbolos de nuestras luchas, mientras estén vigentes y nos fortalezcan, no los vamos a patear.
La vida y militancia revolucionaria de David es para escribir un libro o hacer una película que nos sirva como referente ético en la lucha que llevamos a cabo. Pero son miles las vidas, respondería el mismo David, que en el largo transitar de la lucha revolucionaria valen la pena destacar para nuestro sustento emocional.
Las revoluciones no la hacen sujetos particulares, sino los pueblos. En ellas, según las circunstancias y particularidades, unos sobresalen más que otros. Lula en Brasil, Evo en Bolivia, Maduro en Venezuela. Se dieron las condiciones y están donde están. Eso es una trinchera, sólo eso, no debes sentir envidia por eso nunca. Quien lucha por ser el mejor está jodido. Una cosa es «ser mejor» y otra «ser el mejor». No tienes por qué entrarte a codazos para estar al lado del líder ni brincar pa’ que te vea. Estamos juntos en la idea y en la lucha y eso es suficiente. Esto cuando al líder lo reconocemos a plena conciencia y corazón, pues los dirigentes políticos también se crean en laboratorios. Así como se crea la fama de una actriz o de un cantante.
En muchos casos actuamos en la política conducidos por estos valores mercantiles. Ser el mejor, estar junto al mejor. Así nos educa esta sociedad. El cantante número uno, el mejor futbolista, la voz de oro del llano y te bautiza una empresa disquera y lo repite la publicidad y se queda pa’ siempre como la voz de oro, el mejor del planeta, el campeón mundial. El mercado los fabrica y van pa’ la marca, pa’l almanaque mundial. Ay, y yo en qué voy a ser el mejor, pues será tirándote peos, pero tienes que ser el mejor en algo.
Pero bueno reivindiquemos a nuestra gente, nuestros héroes o mártires o como se llamen, que nos inspiran (que si están muertos mejor, ¿verdad, David?: son tus palabras, porque vivos a más de uno empezamos a adorar y de repente ponen la cagada). La memoria histórica es importante en esta lucha, pero sin caer en el error de que los otros que existen en esa lucha son inferiores o menos importantes por ser menos conocidos. Nosotros somos un pueblo de mucha vida extraordinaria. En lo político conocí casos como el de Olegario Martínez, caudillo campesino de los 70 de los montes de Guaribe y Altagracia que, cuando decidió salir, los demás, por iniciativa propia, lo acompañaron, y se marchó con él un caserío completo y fundaron un barrio en Mariara.
En el arte, la ciencia, deportes, malabarismos y otros fenómenos hay muchos que no tuvieron renombre universal y no por eso son «probrecitos, que habría valido la pena que los hubiera conocido el mundo». Seres anónimos para el país, el continente o el planeta entero han existido y existen que son mucho mejores que aquellos a los cuales se reconocen como los mejores en tal o cual área. Uy, pero miserable, y los hay, son aquellos que saben que hay otro mejor que él y hacen trampa y conspiran para sobresalir y ser reconocido como el mejor y él lo acepta aun sabiendo que no lo es y opaca al otro y si pudiera lo asesinara para que nunca se enteren de que existe.
Así como el que plagia un poema, una canción y sin ningún pudor se expone. «Haciendo milagros con escapulario ajeno», dice el refrán. «Esos son mercenarios del arte», dijo David una vez. Quien es el mejor según las estadísticas y la propaganda mundial tiene su gloria, pero probablemente, por allá en aquel pueblito está uno que es mil veces mejor que él y a este le aparece otro que lo supera. Así como el guapetón del barrio cuando un día llega otro inesperadamente que ni se sabía que peleaba, lo muele a coñazos y listo, se le acaba la fama. Así es la vida, pero la fama después que se tiene, los acomplejados y miserables de espíritu, la defienden hasta con las uñas. No importa que sea mentira, siempre y cuando no se sepa.
En mi pueblo nació un niño hace tiempo que lo perseguían los animales ponzoñosos, culebras, alacranes, arañas. Desde que nació su casa vivía llena de estos animales. Tenía poder sobre ellos. Miraba fijamente a un pájaro y lo tumbaba de la rama con la mirada. Por cierto, es hijo (hoy ya es un adulto y al parecer no tiene los mismos poderes) de Nerys, un señor que lo habían picado en la vida tres cascabeles y había sobrevivido. Vaya pa’llá y pregunte. En aquella época le hizo un reportaje Eladio Lares para un programa que tenía en RCTV llamado «Alerta» que según vendió en el exterior. Claro, al niño ni a sus familiares les dio nada.
En Mérida hay un cantor, El Diablo, con un estilo único que resume a Daniel Santos y a Víctor Piñero.
El viejo Omar Camacho, allá en El Socorro en sus buenos tiempos hasta no hace mucho, tenía un falsete superior al de Miguel Aceves Mejías.
Ramon «Copete» Medina fue uno de los mejores guitarristas del mundo en su estilo, pero la dicha de conocerlo sólo la tuvieron los habitantes de los llanos orientales venezolanos.
Vi a Rusber Prado hacer orinar de la risa a unas mujeres contando chistes sin recurrir a la burla ni al vejamen de nadie, para mí el mejor humorista que he conocido a nivel personal y por medios televisivos.
Y cuántos casos más que junto a los que usted conoce dan pa’ una lista extensa.
Con el reconocimiento íntimo o público a nuestros recordados camaradas, sintamos la bonitura de ser parte de un pueblo digno donde cada vida que haya contribuido a esa espiritualidad le demos el valor amoroso correspondiente.
Determinen ustedes, pues, quien fue como gente mientras nos acompañó por aquí nuestro camarada y me despido con unos versos que escribí para completar un pasaje dejado inconcluso por el poeta Asdrúbal Ascanio y que lo terminé a dos manos en su honor, los cuales también dedico a David.
Miro desde mi naufragio
tan lejano el firmamento
solito dentro del cuerpo
no me resguarda lo humano
Si me preguntan qué hago
cuando yo me siento así
me levanto y no me caigo
si voy a morir por ti
Vale la pena vivir
y la muerte es bienvenida
si ha sido para la vida
la causa del existir
Maravilloso paisaje
con los trazos del ausente
del amigo consecuente
y que el amor lo hizo mártir