Es un viaje extremadamente largo de Caracas a Noruega. Los viajeros han de llegar cansados al país de los vikingos petroleros que gustan de esquiar en sus frías montañas.
Pues, allí viajaron representantes de la oposición y del gobierno bolivariano en un intento, otro más, por lograr una solución a la crisis política que se vive en Venezuela.
A Noruega llegan ambas delegaciones portando posiciones que lucen irreconciliables. Los oposicionistas tratarán de imponer en la mesa lo que no han logrado ni en las calles ni en las urnas electorales y, el gobierno, busca el reconocimiento y legitimidad internacional de la elección del 20 de mayo.
En la capital noruega, Oslo, entre parques verdes y museos y operas, los negociantes le plantearán al rey Harald sus puntos de vista. Los oposicionistas son conscientes que la gasolina se les acaba, que Guaido se desinfla en cada acto público y que su jefe Donald Trump se despeina el copete ante cada nuevo fracaso. La delegación gubernamental sabe que en Oslo tienen una nueva posibilidad de hacer realidad sus metas: lograr el reconocimiento internacional, llevar a los oponentes a una posición de equilibrio que los aparte de todo tipo de fundamentalismos. El chavismo-madurismo que asiste a Oslo sabe que la crisis alargada puede desencadenar situaciones incontrolables que puedan significar “la capitulación†del proceso revolucionario.
Noruega es un país muy rico, productor de petróleo, gas, químicos, textiles, minerales. Tiene un PIB que en 2017 superó los 398.8 mil millones de dólares y cuenta con un ingreso percapita para el mismo periodo de 75.504 $.
Los negociadores han de saber que están en un país altamente desarrollado que ha servido en otras ocasiones para tareas similares. Llegar de tan lejos para irse a tomar una cerveza con un precio promedio de 9€ y no lograr absolutamente nada más, además de frustrante, los arrinconaría en el lado oscuro de la historia. Ir allí a degustar un almuerzo que para dos personas no baja de 83 €, los retrataría como unos conmolitones y no precisamente como aquellos que acompañaban a Aquiles en su asalto a Troya.
Ojalá y el espíritu de Lutero (Noruega es de religión protestante), ilumine las mentes de los ilustres vikingos latinos en este asalto de las murallas de Noruega y, como en el Vaticano, hagan salir humo blanco, señal de un acuerdo aceptado por el águila imperial y por el oso ruso, a menos que en el asunto intervenga el panda chino. Inchala…
Caripito, 27 de mayo de 2019.