A partir del retorno de la democracia, en 1990, el Partido Socialista ha sufrido una serie de renuncias y abandono de sus filas de una cantidad considerable de militantes. Los socialistas, históricamente, desde sus inicios en las primeras décadas del siglo XX, se han agrupado en tendencias y fracciones que han sido reconocidas y aceptadas por el resto del partido y que los han llevado a disputar las distintas instancias de poder del conglomerado político. Así son ellos.
Hace ya una buena cantidad de años, en una reunión de amigos y tomando algunos tragos, con este periodista presente, un dirigente declaró, sin arrugarse: “Miren compañeros, para mi lo más importante es mi lote, después el partido y enseguida la Concertaciónâ€.
En los primeros años de la década del 90, se podían distinguir tres grandes tendencias en el PS: los “Renovadosâ€, encabezados por Jorge Arrate, Carlos Altamirano y Ricardo Núñez, entre los principales, que habían vuelto a Chile desde el exilio desde mediados de los años 80; el “Tercerismoâ€, que agrupaba a Clodomiro Almeyda, Germán Correa, Ricardo Solari y varios más en lo que era un colectivo aparentemente sin una cabeza muy visible; y, la última, la “Nueva Izquierdaâ€, que dirigía Camilo Escalona. La otra gran fracción, la Coordinadora Nacional de Regionales, la CNR, ya se había dispersado en su mayoría y sus militantes se habían incorporado a las tendencias antes mencionadas.
Una gran parte de las bases del PS en Chile seguían a Clodomiro Almeyda como el verdadero sucesor de Allende y se alineaban en torno al “Tercerismoâ€. A la hora de elegir una nueva directiva el ex canciller de la Unidad Popular pidió a sus seguidores que votaran por un miembro de la “Renovaciónâ€, argumentando que era lo mejor para que el partido se mantuviera unido. La militancia se inclinó por Jorge Arrate, que había sido el principal lugarteniente de Carlos Altamirano en el proceso de “aggiornamento†en el exterior.
En el período siguiente, los socialistas optaron por Ricardo Núñez, otro dirigente de la llamada “Renovaciónâ€. Sólo a fines de los 90, se impuso en la presidencia del PS un representante del “Tercerismoâ€, Germán Correa.
Por esos años surgió una nueva, aunque pequeña tendencia, el “Colectivo Socialistaâ€, conducida por Sadi Melo, un profesor que desde 1991 ha sido alcalde de la comuna de El Bosque, en Santiago, pero que muy luego se incorporó a las filas de la “Nueva Izquierdaâ€.
Casi al mismo tiempo, se quebró la “Renovaciónâ€. Por un lado se agruparon Arrate y Núñez con sus seguidores y por otro aparecieron Isabel Allende y Andrés Santander con un nuevo “loteâ€: “Las Grandes Alamedasâ€.
La segunda década de los 2000
A comienzos de noviembre de 2008, el senador por la región del Bío Bío, Alejandro Navarro, renunció al PS junto a otros cerca de 150 militantes, entre ellos varios miembros del Comité Central, algunas dirigencias regionales y de la juventud del partido. Navarro, un joven socialista que había surgido 25 años antes desde la Federación de Estudiantes de la Universidad de Concepción, se alejó de la colectividad criticando severamente la conducción del partido que ejercía por entonces Camilo Escalona. Navarro creó el Movimiento Amplio Social, MAS, y anunció su candidatura a la Presidencia del país.
Al retirarse, explicó su salida, señalando que “el PS en la actualidad se preocupa más de mantener cuotas de poder que de escuchar a la genteâ€, pero aseguró que mantenía su lealtad a la entonces presidenta Michelle Bachelet.
Muy poco después, a mediados de enero de 2009, renunció al Partido Socialista una de sus figuras históricas y hombre clave en la renovación: Jorge Arrate. Él agotó las gestiones para que el PS llegara a un acuerdo presidencial con la entonces izquierda extraparlamentaria, Partido Comunista incluido, pero fracasó. Pretendía que se levantara una lista conjunta para enfrentar a Eduardo Frei Ruiz Tagle, el abanderado de la Democracia Cristiana, en los próximos comicios presidenciales. Arrate llevaba más de 45 años de militancia y había sido presidente y vicepresidente de la colectividad en varios períodos.
Arrate fue proclamado candidato a La Moneda en los días siguientes en representación del pacto político Juntos Podemos Más y de otras fuerzas de la izquierda extraparlamentaria, contienda en la que alcanzó un 6,21 % de los votos.
Cinco meses después, renunció al PS el joven diputado Marco Enríquez-Ominami, hijo del asesinado líder del Movimiento de Izquierda Revolucionario, MIR, Miguel Enríquez, quien dijo estar cansado «de soportar los embates de un partido encabezado por una directiva que traicionó los principios del Partido Socialista, que son convicciones y visiones de un país progresista y tolerante».
MEO, como lo llamaron, se postuló a la Presidencia de Chile asegurando que esperaba pasar a la segunda vuelta de los comicios, donde esperaba ser apoyado por Michelle Bachelet.
Marco Enríquez-Ominami fundo el Partido Progresista, PRO, y obtuvo el apoyo de los partidos Humanista y Ecologista, así como también de los movimientos Amplio Social, SurDA, Red Progresista, Regionalista y por la Diversidad Sexual. Sacó el 20,13% de los votos, con lo que quedó en el tercer lugar: la segunda vuelta fue disputada entre Sebastián Piñera, que salió elegido presidente, y Eduardo Frei Ruiz-Tagle.
Llama la atención hasta hoy, que los dos renunciados al PS, Arrate y Enríquez-Ominami, hayan obtenido entre ambos más del 26 por ciento de los votos en aquella elecciones de mandatario, provocando la derrota de Frei Ruiz Tagle ante el candidato de la derecha, Sebastián Piñera.
Siguiendo a Marco renunció al PS a fines de junio de 2009 el ex ministro y ex senador Carlos Ominami, su padre adoptivo. Al momento de dejar las filas del partido donde militó casi 25 años, después der haber pertenecido al MIR en su juventud, lamentó que “ese Partido Socialista que buscaba agrupar a la izquierda, parece más una maquinaria fría y autoritaria de administración del poder (…) Las sanciones reiteradas que ha hecho su dirección, y esto es muy importante, sólo su dirección, son incorrectas, son injustas y son arbitrariasâ€.
Ruptura en la Nueva Izquierda
En el año 2014 se quebró la “Nueva Izquierda†que encabezaba Camilo Escalona y surgió desde sus propias filas una tendencia que dirigía Osvaldo Andrade, abogado, entonces diputado por el Distrito 27 (La Cisterna, El Bosque y San Ramón) y ex ministro del Trabajo, quien militaba en el PS desde 1968 y había sido parte a fines de los años 70 de la Coordinadora Nacional de Regionales del PS, la CNR.
Andrade se había transformado en un dirigente muy cercano a Michelle Bachelet y había desplazado de los favores de la doctora socialista a Escalona, quien se vanagloriaba de controlar férreamente al PS.
En agosto de 2016 renunció al partido Gonzalo Martner, ex presidente del mismo hacía muy poco y también ex mirista. Argumentó que su motivo principal era la escasa sintonía que tenía la coalición de gobierno –la en ese tiempo denominada Nueva Mayoría– con las demandas sociales. Alegó que la influencia del demócrata cristiano Jorge Burgos, nombrado ministro del Interior por Bachelet en su segundo gobierno, había entrampado las iniciativas de reformas estructurales que había propuesto ese gobierno.
Argumentó que la administración de Bachelet y el PS habían desoído las demandas por una asamblea constituyente y la eliminación de las AFP, entre otras, además de que su partido había decidido no aclarar el modo de actuar frente a los casos de diputados que recibieron dineros de empresas en sus campañas.
En ese momento el PS estaba entrando en una nueva vorágine, mucho más compleja que las anteriores y que empezaría a rebelarse en los años muy próximos y que hoy amenazan al PS con haber entrado en una etapa terminal.