Son las armas del capital. El caos constructivo. Sólo es constructivo el que crea el universo, para generar nuevas formas de vida. He insistido en que lo ocurrido en EEUU el 11-09 de 2001, el derribamiento de las torres gemelas fue un golpe de Estado, que culminó con la aprobación de las leyes anti-terroristas: la Ley Patriota y la Ley de Autorización de Defensa Nacional, que legalizaron la tortura, la detención y posterior desaparición de prisioneros, las cárceles clandestinas, etc.
Esto culminó con la resemantizaciaón de principios tales como los derechos humanos, la paz y la democracia, anulando, en los hechos, la Declaración Universal sobre los Derechos humanos, la Carta de la ONU, las leyes y protocolos en defensa de la vida humana y de todas las formas de vida. Esos y esas que forman parte de las luchas de la humanidad durante los siglos XVI, XVII, XVIII, XIX, XX y lo que va del XXI. Toda la sangre derramada por mujeres y hombres durante todos estos siglos está siendo burlada por los poderes imperiales.
Siglos de los que hemos llamado civilización están siendo destruidos violentamente y va surgiendo un tiempo de deshumanización y ni siquiera puedo llamarlo de animalización, pues los animales están demostrando ser más nobles que varias generaciones de seres humanos que han crecido en los tiempos de ayer y de hoy. ¿Nuevos seres humanos? Sólo si aceptamos que nos hemos degradado hasta niveles infernales. ¿Tendrán razón los que creen que lucifer significaba Luz sin fe, un ángel protegido de Dios, que se pervirtió tanto, que perdió la fe y este lo castigó enviándolo al infierno?
Entonces, los luciferes de hoy, los que hablan de “caos constructivo”, Trump, Bush, Reagan, Obama, representantes y dueños del capital, han estado construyendo y profundizando un averno en la tierra y edificando una cultura fundada en el egoísmo, en la apropiación de los bienes terrenales (petróleo, oro, etc), en la violencia que destruye a la humanidad y a la naturaleza y puede destruir este maravilloso hogar que nos ha sido concedido. ¿Hacia dónde iremos? No hay otro camino que luchar contra las fuerzas del mal y construir un mundo sólo de personas felices, practicando el amor altruista, ese que es capaz de dar sin esperar nada a cambio, de dar y recibir solidaridad.