Resumen Latinoamericano, 13 mayo 2020
El 10 de mayo de 1975 sus compañeros del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), con quienes había tenido discrepancias, decidieron asesinarlo
Roque Dalton nació en San Salvador el 14 de mayo de 1935. Vivió intensamente, haciendo de la poesía su voz, un arma para reivindicar almas y conciencias. En ella latió con fuerza de gigantes su convicción de hombre revolucionario y comprometido con su tiempo.
El escritor uruguayo Eduardo Galeano lo recuerda de la siguiente forma: «Poeta hondo y jodón, Roque prefería tomarse el pelo a tomarse en serio, y así se salvó de la grandilocuencia y de la solemnidad y de otras enfermedades que gravemente aquejan a la poesía política latinoamericana».
El 10 de mayo de 1975 sus compañeros del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), con quienes había tenido discrepancias, decidieron asesinarlo. Hoy se cumplen 45 años del asesinato, recuerda Telesur.
De acuerdo con el sitio web El Salvador.com Los asesinos de Roque Dalton son confesos, pero a más de cuatro décadas del crimen aún no responden por sus delitos.
En el marco del 45 aniversario del asesinato del poeta más internacional de El Salvador, la justicia salvadoreña todavía adeuda a la familia del autor el esclarecimiento de este asesinato perpetrado por miembros del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), el 10 de mayo de 1975.
Tanto Joaquín Villalobos como Jorge Alberto Meléndez —exdirector de Protección Civil— ambos excomandantes del ERP, han aceptado en diferentes ocasiones estar involucrados en la muerte de Dalton.
Villalobos incluso aseguró que la muerte del poeta fue el error más grande de su vida, en entrevista para el periódico mexicano Excélsior, que fue realizada por uno de los hijos del literato revolucionario, Juan José Dalton.
Pese a ello y a la existencia de varios testigos dispuestos a brindar su testimonio, el crimen sigue impune y los responsables libres. Muy por el contrario, en 2012, las autoridades salvadoreñas que conocieron el caso (Fiscalía, Juzgado 9o. de Paz de San Salvador y Cámara 3a de lo Penal de la Primera Sección del Centro) decidieron suspender la investigación solicitada por sus hijos el 14 de mayo de 2010, alegando que el delito había prescrito (el tiempo estipulado para perseguir un delito terminó).
Sin embargo, los delitos imputados a los exmiembros del ERP —privación de libertad, tortura física y psicológica, desaparición— son considerados de lesa humanidad y por lo tanto no prescriben, como explica el abogado de la familia Dalton, Pedro Martínez.
Ante el cierre del caso en 2012, la familia interpuso un amparo ante la Corte Suprema de Justicia para reabrirlo el 31 de mayo de 2018, fundamentando su solicitud en el derecho a saber qué ocurrió en verdad, quiénes son los responsables y dónde están los restos del poeta.
El recurso fue admitido por la Sala de lo Constitucional y antes de que comenzara la emergencia mundial por la pandemia, la familia presentó prueba documental y las identidades de varios testigos dispuestos a declarar. “Esperamos que admitan la prueba documental y se señale fecha para que los testigos ofrecidos declaren”, indicó Martínez.
Para el exdirector del IDHUCA, quien por más de cinco décadas ha luchado por la defensa de los derechos humanos en el país, Benjamín Cuéllar, si tras la emergencia por coronavirus la Sala admite la prueba ofrecida por los ofendidos y el caso continúa a favor de la familia, este caso se transformaría en ejemplarizante.
“Nos puede ayudar a abrir la brecha de la impunidad en El Salvador”, expresó el abogado, al respecto de un sinnúmero de casos de violación a los derechos humanos en espera de justicia.
Juan José Dalton y su familia no piensan darse por vencidos. Aún tienen la esperanza de saber qué pasó con su padre, quiénes están involucrados con su desaparición y dónde están sus restos.
Mientras tanto, El Salvador y el mundo siguen recordando y homenajeando al gran Roque Dalton.
La poesía de Roque Dalton
Aunque de rasgos coloquiales, la obra de Roque Dalton se sustentó en la fuerza de las palabras y del ethos implicado en ellas, como en los siguientes versos: «La vida paga sus cuentas con tu sangre / y tú sigues creyendo que eres un ruiseñor. / Cógele el cuello de una vez, desnúdala, / túmbala y haz de ella tu pelea de fuego, / rellénale la tripa majestuosa, préñala, / ponla a parir cien años por el corazón. / Pero con lindo modo, hermano, / con un gesto propicio a la melancolía». En sus versos subyace un espíritu rebelde que plantea temas de fuerte contenido social, tratados de una manera a veces tierna y a veces irónica y sarcástica, cuyo resultado es de un enorme lirismo.
Sus influencias fueron el surrealismo y las vanguardias europeas en general, la poética conversacional latinoamericana (sobre todo voces como la del chileno Nicanor Parra, que habían traído nuevos aires irónicos a la lírica del continente), la poesía moderna de expresión inglesa, los clásicos en lengua española y algunos poetas contemporáneos, como el guatemalteco Otto René Castillo, el cubano Roberto Fernández Retamar, el nicaragüense Ernesto Cardenal o el argentino Juan Gelman.
Una parte de su obra ahonda en las aproximaciones entre el relato breve y el poema en prosa, tentativa en la que alcanzó buenos resultados. Un equilibrio entre calidad del lenguaje, ingenio, intelecto, amor humanista y visión política confluyen en sus mejores títulos, como en su célebre Taberna y otros lugares (1969), merecedor del premio Casa de las Américas, tal vez su libro más importante. Antes había publicado La ventana en el rostro (1961), El turno del ofendido (1963), El Mar (1964) y Poemas (1968). Luego publicó los libros Las historias prohibidas de pulgarcito (1975, poesía); y Pobrecito poeta que era yo (1976, novela).
Póstumamente aparecieron algunos títulos inéditos y varias recopilaciones antológicas de sus versos, como Poemas clandestinos (1980), Un libro rojo para Lenin (1986), Un libro levemente odioso (1988), En la humedad del secreto (antología compilada por Rafael Lara Martínez, San Salvador, 1994) y Antología mínima (a cargo de Luis Melgar Brizuela, San José de Costa Rica, 1998). En el campo del ensayo, publicó una monografía titulada El Salvador (1963), un ensayo sobre César Vallejo (1963) y un volumen de testimonios aparecido bajo el epígrafe de Miguel Mármol (1972). Compuso además algunas piezas teatrales, como Caminando y cantando (publicada en 1976) y Los helicópteros (escrita en colaboración con José Napoleón Rodríguez, e impresa en 1980).
Homenaje al poeta
Este 29, 30 y 31 de mayo, el Centro Cultura de España en El Salvador (CCESV), la Fundación Roque Dalton, la Secretaría de Cultura de San Salvador y la Editorial Valparaíso realizarán el II Festival de Poesía “No te pongas bravo, poeta”, con la participación de una veintena de poetas nacionales y extranjeros. Los interesados en participar pueden hacerlo a través de las redes sociales del CCESV.
POEMAS
Alta hora de la noche
Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre
porque se detendría la muerte y el reposo
Tu voz, que es la campana de los cinco sentidos,
sería el tenue faro buscando por mi niebla.
Cuando sepas que he muerto di sílabas extrañas.
Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta.
No dejes que tus labios hallen mis once letras.
Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio.
No pronuncies mi nombre cuando sepas que he muerto:
desde la oscura tierra vendría por tu voz.
No pronuncies mi nombre, no pronuncies mi nombre.
Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre.
Como tú
Yo como tú
la vida,
el dulce encanto de las cosas
el paisaje celeste de los días de enero.
También mi sangre bulle
y río por los ojos
que han conocido el brote de las lágrimas.
Creo que el mundo es bello,
que la poesía es como el pan,
de todos.
Y que mis venas no terminan en mí,
sino en la sangre unánime
de los que luchan por la vida,
el amor,
las cosas,
el paisaje y el pan,
la poesía de todos.
El arte de morir
Tómese una ametralladora de cualquier tipo
luego de ocho o más años de creer en la justicia
Mátese durante las ceremonias conmemorativas
del primer grito
a los catorce jugadores borrachos que sin saber las reglas
han hecho del país un despreciable tablero de ajedrez
mátese al Embajador Americano
dejándole a posteriori un jazmín en uno de los agujeros
de la frente
hiérase primero en las piernas al señor arzobispo
y hágasele blasfemar antes de rematarlo
dispérsense los poros de la piel de doce coroneles
barrigudos
grítese un viva el pueblo límpido cuando los guardias
tomen puntería
recuérdense los ojos de los niños
el nombre de la única que existe
respírese hondamente y sobre todo procúrese
que no se caiga el arma de las manos
cuando se venga el suelo velozmente hacia el rostro.