18 mayo, 2020 by Tercer Mundo
Entrevista a José Roberto Duque, periodista y escritor venezolano que acaba de publicar en Argentina el libro Venezuela crónica. Cómo fue que la historia nos trajo hasta aquí.
Por Leandro Albani para La tinta
El escritor y periodista José Roberto Duque no anda con medias tintas en Venezuela crónica. Cómo fue que la historia nos trajo hasta aquí, libro publicado recientemente en Argentina por Tinta Limón Ediciones. La matriz petrolera que cruza las vidas de los venezolanos y las venezolanas es el eje central del trabajo, que es desmenuzado hasta su punto mínimo por Duque, autor de obras emblemáticas como Salsa y control (cuentos, 1996), No escuches su canción de trueno (novela, 2000), Del 11 al 13: testimonios y grandes historias mínimas de abril de 2002 (crónicas, 2007) y Cuadernos callejeros (crónicas, 2018), entre otros.
En Venezuela crónica, el autor hace un repaso completo y crítico de la historia de Venezuela, poniendo como ejes la génesis campesina del país, la influencia de la “cultura petrolera” en la sociedad, la creación de una casta política que gobernó durante décadas con el único objetivo de cuidar las ganancias de las grandes compañías petroleras, la insurgencia que recorre la historia del pueblo, los estallidos sociales que confluyeron para la irrupción de Hugo Chávez en el gobierno y el poder comunal impulsado por el propio presidente bolivariano.
Siempre polemista, siempre con una mirada lúcida y sagaz para contar historias, Duque permite que los “ciudadanos no venezolanos” tengan un panorama completo del “mundo Venezuela” sin las urgencias de lo cotidiano, algo fundamental para entender y comprender el derrotero de una nación que, desde hace más de una década, se encuentra entre los objetivos principales de Estados Unidos.
En diálogo con La tinta, el periodista venezolano explicó que, en un principio, desde Tinta Limón, le propusieron un material “para que la gente que no vive en Venezuela entendiera cuáles son las reales circunstancias de la vida en nuestro país”. Si bien la editorial le sugirió un relato “de mucha actualidad, muy periodístico de lo que estaba sucediendo en Venezuela en los últimos meses”, a Duque le pareció que quedaría incompleto. “Les propuse extender el periodo de análisis de la historia venezolana reciente, para poder comprender el rollo en que estamos metidos. Decidí que el punto de partida de ese análisis debía ser 1917, que fue cuando se inició la explotación petrolera a gran escala en Venezuela y fue el momento en que nos convertimos oficialmente en una colonia norteamericana”.
El devenir de Venezuela, luego de ese año ¿fatídico? de 1917 en que la tierra comenzó a manar crudo, no es un dato menor ni en la historia del país ni en el libro. “Nosotros fuimos formateados, configurados, diseñados, moldeados por compañías petroleras norteamericanas –reflexiona Duque. Esto ocurrió hace un siglo, cuando se hace extensiva la explotación del petróleo en Venezuela. Estados Unidos decidió que íbamos a funcionar como un país que dependiera totalmente de la venta de hidrocarburos”.
Desde el Norte poderoso, enseguida supieron que Venezuela era un territorio a conquistar. “Estados Unidos no sólo diseñó nuestras primeras leyes de hidrocarburos –explica el periodista-, sino que decidió la forma en que los venezolanos íbamos a gestionar la energía eléctrica, nuestros accesos a los alimentos, nuestras vías de comunicación, nuestro modo de producir petróleo y nuestro modo de atrofiar el resto de nuestra vocación productiva”.
La “cultura petrolera”, digitada desde Washington, se abalanzó sobre la tierra de Simón Bolívar para hacer estragos, no sólo en lo económico, sino en lo social. “Estados Unidos decidió que los venezolanos ya no tendríamos la necesidad de producir bienes de consumo masivo, porque era más viable y cómodo que los compráramos hechos. Un país que está bañado en petróleo no tiene por qué producir prácticamente nada útil, comprarlo hecho es mucho más fácil, según la lógica extractivista que nos ata al petróleo. Hay otra cantidad de factores que determina por qué los venezolanos somos cómo somos, pero ese solo elemento, de que otro país nos haya moldeado nuestra forma de funcionar como sociedad, da algunas luces de lo fácil que les ha resultado hacernos colapsar o estar en un punto cercano al colapso”, asegura Duque.
Pero como bien lo afirma Duque, en 1998, la historia del país se partió en dos. Hugo Chávez, el ex militar al que muchos miraban con recelo, ganó las elecciones y asumió las riendas de un país devastado. “Chávez llega al poder con una propuesta de liberación y de emancipación, de soberanía, de independencia real de la sociedad venezolana con respecto a Estados Unidos –remarca Duque-. Y es quien pone sobre la mesa la necesidad urgente de que nosotros comencemos a crear otro modo, otra forma, otro ritmo, otro paradigma de funcionamiento que no sea dirigido ni apadrinado por Estados Unidos”.
Para Duque, no hay dudas de que el líder bolivariano “le abrió los ojos a un montón de gente en Venezuela y fue el que nos metió en este tremendo problemón. ¿En qué consiste este problemón? En que comenzamos a demoler un tipo de sociedad, una forma de funcionar como país. Chávez nos dejó la tarea de construir el otro modelo, el que no termina de nacer. Ese es el problema que tenemos ahora y hay quienes se lo agradecemos profundamente a Hugo Chávez que nos haya metido en este tremendo paquete. Otra gente se dedica, simplemente, a maldecirlo y lamentar el momento en que este compañero vino a partirnos la historia en dos”.
Si el huracán de soberanía, independencia y socialismo que encabezó Chávez todavía resuena en la América Latina profunda, los muros para contener esos vientos se levantaron al instante. La oposición venezolana, que, en la actualidad, tiene a Juan Guaidó como referente, es la punta de lanza que utiliza la Casa Blanca para derrocar, de cualquier forma, al gobierno venezolano.
“La oposición venezolana es un monstruo de mil cabezas –detalla el periodista-, con muchísimos factores y facciones, que ahora están enfrentados entre ellos, porque no se ponen de acuerdo en la manera en que van a desalojar al chavismo del poder. Pero todos tienen en común una sola misión y que es una meta impuesta: devolverle el trozo de país que somos a Estados Unidos”.
Según Duque, la derecha venezolana, en algún momento, “estuvo dividida entre la más entregada a los intereses norteamericanos y una derecha un poco más nacionalista, con un poco más de apego a un sentido nacional de la política y de la historia. Este último factor desapareció de la escena. Actualmente, la derecha y el anti-chavismo venezolano están aglutinados bajo un punto de vista que solo privilegia el triunfo de Estados Unidos sobre el proyecto de país que los chavistas iniciamos. Tenemos una oposición apátrida, desapegada de todo sentido nacional de las formas de hacer política”.
Aunque la realidad venezolana parece crujir con el paso de los días, para Duque, el pueblo chavista continúa por las sendas de liberación aprendidas durante todos estos años. “Veo al chavismo más como un fenómeno que agarró calle en Venezuela, que como un gobierno o unas instituciones de un partido único –finaliza el periodista-. El chavismo está desparramado por nuestras calles y comunidades. Hay un sentido impresionante de comunalización de la política y de los procesos vitales que le dan sentido al funcionamiento de la sociedad venezolana. Eso no depende de un partido o del presidente de la República ni de dictámenes oficiales. Eso es el chavismo en este momento: un artefacto que no va a ser desactivado en Venezuela, incluso si se produce el escenario terrible en que Estados Unidos logre derrocar al gobierno y poner a algún títere, que es el plan que tienen ahora”.
*Por Leandro Albani para La tinta